Maravillado, así me encontraba con el cada día más avanzado despertar sexual de mis alumnas. Mientras Olenka y yo estábamos ocupados en darnos placer mutuamente, Fátima y Carla, nos miraban en nuestra desenfrenada cogida. Divertidas y curiosas seguían los movimientos pélvicos de su golosa amiguita reflejados en el espejo, disfrutando y sufriendo, todo a la vez, el desproporcionado intruso de ébano que la penetraba incansable. El contacto de nuestros nervios llegaba a su límite, entre gemidos y gritos de ambos, derramé una copiosa cantidad de savia masculina en su vagina y yo sentía por sus convulsiones el goce de su primer orgasmo. Nos quedamos manteniendo la pose mientras tratábamos de prolongar el delicioso coito que habíamos compartido.
- Vengan, las dos.- dije llamándolas.
- Sí profe, ¿díganos?- preguntó sumisa Fátima al lado de Carla.
- Bésame.- rogué mientras ella obedecía sonriendo.
Mi lengua se metió jugando con su lengua para luego salir y jugar con la lengua de la reinita que se me ofrecía divina y letal, así intercambiábamos saliva entre los tres mientras aún tenía abrazada y atrancada por la vagina a Olenka. ¡Qué locura!... ¡qué maravillosa locura!
Con firmeza tomé a la niña por debajo de sus muslos y la cargué lo suficiente para permitir que mi trozón de verga saliera de su conchita mojada, para luego depositarla a un lado y se pusiera de pie. Ella digirió una mano a su entrepierna y comprobamos que la mezcla de nuestros flujos se empezaba a escurrir por su pierna.
- Toma un poco de papel higiénico y límpiate, pequeña.- dije aconsejando.
- Ya profe.- contestó dirigiéndose al baño.
- Vaya, que rico estuvo eso, niñas.- suspiré aún sin creerlo. Y, ¿qué les pareció?
- Uyyy, profe, de verdad que sí se ve que lo disfrutaron mucho.- dijo Fátima con asombro reflejado en su voz y cara.
- Sí, profe, se vio muy bonito, que les gustó bastante así cuando se movían.- agregó Carlita.
- Claro, pequeñas, si ya sabemos que se siente rico, ¿verdad?- pregunté jugando con el cabello de la reinita.
- Sí, profesorcito, ya sabemos que es rico.- contestó ella jugando con mi cabello ensortijado.
- Aja, sí muy rico.- dijo Fátima asintiendo con su cabecita de cabellos castaños y lacios.
Olenka no demoró en regresar de su aseo genital y se acercó a escuchar la conversación.
- Y, bueno, ¿ahora a quién le toca?- pregunté esperando una respuesta.
- No sé.- respondió Fátima.
- Bueno, por respondona te toca a ti.- dije tomándola del brazo.
La mamadora por naturaleza se puso delante mío, y yo señalé mi animal que descansaba, con la experiencia heredada de sus antepasados femeninos, agarró firme y segura su ansiado objeto de deseo, el "Asesino de niñas" volvía a recobrar la negra firmeza y grosor desmesurados que hacía sacar de sus órbitas los ojos de su admiradora de turno. Esta niña no le hacía ascos a mi vergota que aún mostraba rastros de fluidos de su amiga y míos; no, ella no era de esas que se mostraban renuentes ante la mínima incomodidad, pues la hembra de fuego que habitaba en su interior sabía que la satisfacción de su macho era lo primero. Una y otra vez, veía su cabeza subir y bajar sin detenerse para respirar, no había dudas mi alumnita estaba hecha para proporcionar placer sexual al máximo.
- Ya profe, ya está grande.- dijo con un hilo de saliva que la conectaba al glande de mi animalote.
- Ya sabes que hacer, linda.- contesté observando con detenimiento su accionar.
Con los brazos tras mi cabeza, relajado, veía a Fátima desenvolverse con soltura, siguió con naturalidad los pasos que vio realizar a su amiga momentos antes, mientras con una mano sostenía mi pene, con la otra lo dirigía hasta la entradita a su gloria. Moviendo sus caderas fue permitiendo que el manzanón que tenía por glande se fuera incrustando en sus entrañas, poco a poco fue sentándose mientras yo miraba absorto tamaña proeza. ¡Ya tienes otro veinte, muñequita linda! Su respiración era fuerte pues solita se estaba empalando en mi trozo de carne, en el espejo podía ver que poco más de la mitad de mi perversión invadía su niñez. Con esfuerzo se apoyó con sus brazos en mi pecho, sus pies se apoyaban sobre mis piernas y con sus movimientos pélvicos dejaba que mi vergota ganara centímetro a centímetro en su cavidad vaginal. Qué maravilla de niña, sin querer había descubierto... ¡otra pose sexual!, y cómo lo digo hasta ahora, ¡¡¡con tan sólo 11 añitos!!!
- ¿Te gusta, princesita?- pregunté ahora sobando sus pezoncitos que respondían respingones a mi contacto.
- Sííííí, profe, ¡me gusta muchooooo!- gimió sin detenerse en sus movimientos. Se siente tan rico.
- A mí también me gusta mucho, pequeña. ¡Eres la locura!- grité eufórico.
Con círculos perfectos la mocosa no se detenía en su labor coital, y lentamente, una vez más, mi verga la penetraba por completo, ella al ver nuestro reflejo se detuvo y se quedó mirando con curiosidad o, tal vez, con arrechura, la unión de nuestros cuerpos. De igual manera yo disfrutaba de esa imagen tan hermosa que como una fotografía guardé en mi memoria para siempre. De un momento a otro, la niña empezó a moverse, adelante y atrás, volvía a repetir aumentando la velocidad cada vez con más fuerza, mi chorizo chinchano se mantenía erecto para el disfrute absoluto de ella. Yo no hacía nada, permanecía inmóvil ante su dominio, ¡mi alumna me estaba cachando a mí!
Sus jugos bañaban mis huevos que parecía que le hubieran echado vaselina o algún tipo de lubricante encima, ella gozaba del coito al sentir en su húmedo y caliente interior el desmedido tamaño y grosor de mi animal, que desbocado latía de excitación. ¿Qué comen las niñas de ahora para ser tan buenas en el sexo?, no lo sabía pero lo que fuera, por mí que nunca dejaran de comerlo. Carajo, ya imagino cómo debía ser la mamá de Fátima. Toda una loba, pues ya sea que lo llamemos acto sexual, coito, cachar, coger, follar, tirar, cepillar o cualquier otro sinónimo que se les ocurra, algo me decía que las mujeres de esa familia debían estar hechas para el sexo. Definitivamente eso es herencia.
La mocosa hacía magia, negra en este caso, y lo hacía cómo nunca imaginé que lo pudiera hacer una niña. A voluntad se movía haciéndome gemir de placer, para luego con ese dominio detenerse y volver empezar, una y otra vez por cerca de 45 minutos. Yo no me quedaba atrás y con fuerza apretaba sus pezones que se mostraban hinchados producto de la excitación en la que se encontraba, mejor dicho nos encontrábamos. Nuestros gemidos se mezclaban en el aire y parecíamos un dúo vocal, un disparatado dúo sexual cantando para nuestro público particular, compuesto por Olenka y Carla, que observaba absorto nuestras proezas. Yo era suyo y nadie podía detenerla, así hubiera llegado su padre, su madre o quien quisiera parar esa monstruosa cogida. Minutos después, estallaba a borbotones en una catarata de semen que se desbordaba por su conchita al sacar mi verga aún goteante y ponerla a descansar sobre el abdomen de mi compañerita sexual. Ella jalaba a mi animal en un intento por obtener hasta la última gota de su ahora preciada leche. Golosa recogió en su mano los restos que chorreaban de mi verga y se la llevó a la boca, disfrutando con una mirada de hembra arrecha la esencia reproductiva de su macho. El espejo cumplía muy bien su función.
Mi alumnita no dejó de jalar mi trozote de carne, parecía enamorada de él como sus amiguitas, mientras descansábamos de la gran cogida que habíamos compartido.
- Qué rico lo has hecho Fátima.- susurré apretándola contra mi cuerpo pues ahora ella se encontraba en reposo sobre mí.
- Sí, profe, me gusta mucho hacerlo con usted.- respondió hablándole a la imagen de mi espejo.
- A mí también, pequeña, a mí también me gusta mucho.- dije tomando mi verga y azotándola contra su barriguita. Nicotine Pouch Guide - Everything About Nicotine Pouches
- Profe, ¿y siempre lo vamos a hacer?- preguntó jugando al poner mi glande en el orificio de su ombligo.
- Sí tú quieres, pues así será.- contesté siguiendo su juego.
- Yo quiero hacerlo siempre con usted profe.- dijo dejando el juego para darse vuelta y besarme en los labios quedando sentada frente a mí.
Nuestras lenguas iniciaban otra vez el juego, intercambiando saliva, respiración y susurros, ¡Qué rico besaba la niña! Una lengua se deslizó a las nuestras, sorprendiéndonos gratamente, Carlita se unía a la diversión, y donde caben 3 pues caben 4, Olenka no tardó en terminar de ser el último ángulo de nuestro cuadrado perfecto. Todas las lenguas jugaban unas con otras no importaba que fuera la mía o de ellas, lo importante era divertirnos y experimentar, tan sólo dejarnos llevar por el goce del momento.
Dejando de lado a mis otras dos compañeritas, introduje mi lengua en la garganta de la reinita Carla, y mi verga iniciaba su llamado de atención por parte de ella, quien sintió en su estómago el rozar de mi animalote negro y perverso en busca de su tercera ración de niña. Su mano se alargó mientras nos besábamos, ella jalaba con fuerza mi pedazo, una y otra vez hasta conseguir que alcanzara su tamaño descomunal.
- Súbete reinita.- dije indicando y viendo cómo la niña se acomodaba.
De espaldas a mí, se puso de cuclillas para luego dejar caer su peso, poco a poco mi verga era devorada por su tierna conchita. El "Asesino de niñas" se mostraba muy a gusto en su caliente escondrijo, mientras Carlita seguía permitiendo la invasión del monstruo en su cuerpo. Gustosa, mi alumna dejaba escapar leves suspiros por el esfuerzo realizado hasta ese momento pero siguió en lo suyo hasta que se detuvo al sentir que no podía aguantar más tremendo platanón.
- ¿Hasta ahí está bien, reinita?- pregunté tanteando sus ganas.
- Bueno, profe, hasta ahí me duele algo.- contestó sin moverse. Pero yo quiero que me entre todo como a Fátima.
- Entonces, yo no te voy a forzar y tú misma te encargarás de que entre todo o no, ¿ok?- contesté lanzándole la pelotita.
- Esta bien, profesorcito.- dijo acomodándose tal cual lo hizo Fátima.
Y así, fui testigo silencioso del esfuerzo y voluntad de mi reinita por sentir en su papita la completa masculinidad de su "profesorcito" como me llama, y por ende de todo su aterciopelado cuerpo. Sus gemidos de placer eran acompañados de vez en cuando de pequeños "ays" signo de los estragos que empezaba a hacer mi animalote en la parte de sus entrañas que permanecían aún vírgenes.
Sus fluidos corrían a lo largo de mi verga sin entrar y de mis huevos, el lubricante regalo de la madre naturaleza fue permitiendo que centímetro a centímetro, a paso de procesión pero seguro, mi trozo de carne se hundiera más en su cavidad vaginal. Sólo era cuestión de tiempo antes de que terminara de empalarse sola. Mi alumna, mi reinita o sea Carlita, tanteo la imagen del espejo y lo poco que ya faltaba por cumplir su objetivo, pude ver que cerraba los ojos decidida a finiquitar su labor. Con un buen empujón y un grito de dolor de por medio, se terminó de incrustar sobre el animalón exagerado y venoso que tomaba posesión de su cuerpo para sí.
Su inocencia se veía perpretada por el colosal intruso de ébano, y ella sin dejar de ser menos, empezó a mover sus caderas en círculos; nuestra respiración se adecuaba a un ritmo parejo y unísono, parecía un baile y lo era. Era el baile del sexo. Limpio y parejo, era el desenvolvimiento de mi reinita; ¡Qué maravilla!, la pequeña mamadora por naturaleza ya tenía una seria competencia que reclamaba el cetro de la reina de las reinitas sexuales. ¡Qué suerte la mía!
Y así era, Carlita se mostraba con más desenfado que antes, tal vez serían los celos hacía su amiga, pero lo que me hacía gozar esa niña era indescriptible. Qué locura de niña... ¡cáchame a tu gusto reinita! Era la verdad, mi alumnita había despertado a su deseo sexual y lo que deseaba era desarrollar su potencial al máximo. No podía hacer nada, no me quedaba mas que ser su servil esclavo. Su cuerpo brincaba sobre mi vergaza tiesa como un mástil negro, sus gemidos estaban quedando impregnados cual "colomural" en el cuarto, la niña no se detenía ni pensaba hacerlo, la vehemencia de sus movimientos eran algo mágicamente nuevo. Espejito, espejito, ¿qué otras sorpresas me esperaban más adelante?, no lo sabía, lo único de lo que estaba seguro era que mi reinita Carlita había llegado para desbancar a Fátima, y lo estaba haciendo. ¡Ahora un veinte para ella! ¡Felicitaciones reinita!
Las contracciones de su pared vaginal apretaban todo lo larga y gruesa que era mi negra verga, sobre mi cuerpo la pequeña disfrutaba de su orgasmo con movimientos epilécticos. Yo no pude resistir sus desbocados gemidos y mi torrente lácteo y sideral sumergía en un baño a sus ovarios. Automático, apreté su cuerpo contra el mío apaciguando su fiebre sexual, ambos estábamos enfermos de tan buena cogida. Coitus maximus.
Fascinante a más no poder fue la actuación de mi reinita, y así se lo hice saber.
- Ha sido la cogida de las cogidas, pequeña.- susurré apretándola.
- Sí, profesorcito, ha sido mucho más rico que la otra vez.- contestó sonriendo al espejo. Sentí como si me hiciera pichi.
- Ahhh, vaya, así que has tenido tu primer orgasmo.- dije explicando mientras acariciaba su cabecita rubia. Con razón te salió bastante agüita.
- Sí, profe, entonces no era pichi, je,je,je.- dijo riendo por su ocurrencia.
- Así es reinita, no era pichi.- contesté mientras la cargaba sin sacarle mi plátano bellaco de su apretada y rosada chuchita.
La llevé por el cuarto ante la risa de sus amigas, para luego echarme en la cama boca arriba y con Carlita encima, mi vergota nunca abandonó su deliciosa papita. Hice señas a Olenkita y Fátima para que nos acompañen, se acostaron una a cada lado.
- Vamos a descansar un ratito y luego se asean para ir a sus casas.- dije ordenando como buen profesor preocupado y vigilante de sus alumnas.
- Sí, profe.- contestaron las niñas mientras las abrazaba.
Olenka nos cubrió con la sábana y así, calientitos y apretaditos los 4 nos quedamos dormidos después de tremenda faena sexual.
Muchas gracias por seguir con detenimiento cada nuevo relato de mi aventura con mis alumnas, a todos aquellos que dejan sus mensajes de apoyo, ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!!! y a los que se sienten ofendidos, insultan en plan racista, amenazan amparados en el vil anonimato y demás bajezas de su naturaleza humana pues que se sigan sintiendo así cada vez que lean las secuelas a pesar que estén en contra... o sea que hacen esos defensores de la moral leyendo estas historias?? hasta un padre de familia lanza sus amenazas, leyendo estas páginas específicas de desvirgaciones??? sólo tengo estas palabras... ¡HIPÓCRITAS DE MIERDA!
Por motivos de tiempo, las historias se verán tal vez retrasadas en algunos momentos, y hago esto pues al paso que voy en muy poco tiempo me encontraría contándoles hechos de mis alumnas con muy pocas semanas de diferencia a cuando ocurrieron, por tanto y con perdón de ustedes, he decidido publicar 1 relato cada semana si es posible. También he decidido ir incluyendo los relatos de mis aventuras sexuales con Sandrita(no serán muchas, máximo 2 capítulos), y de las demás mujeres(solteras, casadas, viudas, divorciadas, etc.) que pasaron por mi vida hasta ahora. Tengo tanto por contar pero todo a su debido tiempo y de forma cronológica.
El Autor de este relato fué Miguel , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11566&cat=craneo (ahora offline)
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2024-10-04
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