Relatos cortos eroticos Dominación La señora Alvarez

 

 

 

LA IMPACTANTE SEÑORA SANDRA ALVAREZ

La conocí en aquella reunión en casa de un amigo, y desde esa noche se transformó en una obsesión para mí. Era la mujer más hermosa que había visto en muchos años, con un cuerpo decididamente colosal. Llegó a la casa alrededor de las diez de la noche, acompañada por su marido y el hijo de ambos, de unos nueve años, y su entrada no pasó desapercibida para ninguno de los asistentes, tanto hombres como mujeres. Tendría no más de treinta años, y enfundada en un delicado solero floreado, la delgada tela de la prenda se pegaba a sus ondulantes curvas y la corta falda permitía deleitarse con la belleza de sus muy bien torneadas piernas. Una verdadera diosa. Durante toda la noche mis ojos no podían dejar de admirarla, la desnudaba con la vista, la deseaba con mi entrepierna. Y mi amigo notó prontamente el exagerado interés que tenía en ella, por lo que con una sonrisa sarcástica se acercó a mí y me dijo en voz baja:

 

-Linda la rubia, ¿no, Rolo?-

-¿Linda?- respondí -¡Es realmente espectacular! ¡Creeme que envidio al boludo del marido!-

-Todos lo envidiamos, no podemos comprender como hizo para enganchar a semejante mujer...-

-¡Me dio vuelta la cabeza, loco! ¡Daría cualquier cosa por pasar una noche con ella!-

-Olvidate, viejo. Sandra no solamente es un minón, además es una esposa súper fiel y una abnegada madre. Más de uno se le ha tirado, y ha quedado mal parado, te lo aseguro!-

-¡Qué desperdicio!- exclamé –¡una hembra como ella merecería tener siempre una pija adentro!-

-¡Ya lo creo, loco! Pero no hay por donde accederla, la conozco hace varios años, te aseguro que no es capaz ni siquiera de mirar a otro hombre con ojos de mujer...-

-¿Estás seguro de que no tiene alguna debilidad como para intentar un “acercamiento”?-

-¡Más que seguro, Rolo! ¡Tanto que yo fui uno de los que intentamos avanzarla, pero reboté como pelota de goma, y por poco se me pudre todo, pensé que se lo iba a contar a Jorge Alvarez, el marido! -¡Menos mal que no lo hizo!-

-¡Así que te quedaste con las ganas! ¡Qué picardía! ¿Cómo habrá que hacer para conseguir algo con semejante bombonazo?-

-¿A vos te gustaría pasarla para el cuarto, no importa la manera?-

-¿¡Y a vos qué te parece!? ¡Claro que me gustaría, aunque sea meterle las manos en ese culazo espectacular!-

-Bueno, mirá, desde hace un tiempito me anda rondando una idea por la cabeza, que si saliera bien significaría poder hacer con ella lo que se me viniera en gana...-

-¿En serio? ¿Y qué esperás para contarme? ¡Dale, largá el rollo, turro!-

-Bueno, creo que si me seguís la onda podemos llegar a tenerla debajo nuestro...mi plan es el siguiente. ¿viste que tiene un pibe chico? Bien, la cosa sería secuestrarlo cuando sale de la escuela, (va solito porque está a cuatro cuadras de la casa) y después, en vez de pedirle rescate, obligarla a ir a un lugar donde estemos nosotros y allí devolverle al chico a cambio de sus “favores”...-

-¡Pero ella te conoce, Tito! ¿No te parece muy peligroso? No creo que se vaya a quedar en el molde cuando vea que sos vos quien le secuestró al hijo...-

-Eso ya lo tengo calculado, Rolo. Tengo un par de amigos “pesados” que me deben algunos favores, ellos no tendrían problemas en hacer el trabajito a cambio de un par de polvos con la rubia...-

 

-¡Te lo tenías todo pensado, loco! Y bueno, dale, hagámoslo lo antes posible, ya me estoy imaginando con mi verga metida el ese soberbio culito...-

-Bueno, mañana a las cinco andá para casa, van a estar los muchachos y planificaremos muy bien el asunto. Creo que nos vamos a echar polvos gloriosos!-

Esa noche no pude dormir pensando en el fabuloso cuerpo de Sandra y en todo lo que podríamos hacer con ella para que recuperara a su hijo. Por la tarde fui a casa de Tito, y junto con sus amigotes planificamos todo. El marido de la potra viajaba los miércoles a Córdoba donde trabajaba en un multinacional, y volvía el domingo, por lo que decidimos dar el golpe el jueves. Una casilla en la villa de la zona sería el lugar apropiado para llevar a aquella diosa y cogerla hasta por la nariz.

Poco después de las cinco de la tarde, en un Gol que habían afanado, los amigos de Tito (Oscar y Pepe) rondaron la escuela donde iba el pibe hasta que lo localizaron camino a su casa. Sin ningún impedimento lo cazaron y lo metieron al auto para llevarlo a la villa. Cuando estuvieron allí, llamé a la madre desde un teléfono público.

-¿Señora de Alvarez?- dije cuando atendió el teléfono.

-Sí, ella habla ¿Quién es?-

-Escuche bien, señora. Tenemos a su hijo Leonardo, y queremos hacer un trato con usted si quiere recuperarlo...-

-¡¿Cómo? ¿Qué es lo que dice? ¿Quién habla?- exclamó con voz de asustada.

-Ya se lo dije, tenemos a Leo, y para que no le quepan dudas le digo que tiene puesta una remerita azul con el escudo de Boca y un pantaloncito negro deportivo...-

-¡Dios mío! ¡Es la ropa de mi hijo! ¡¿Qué le han hecho?!-

-No se preocupe, el nene está bien, sólo que lo tenemos nosotros. Y si quiere volver a verlo haga lo que le voy a decir y no le va a pasar nada-

-¡Está bien! ¡Está bien! ¡Pero por favor no le hagan daño! ¿Qué es lo que quiere?-

-Escúcheme bien y haga todo lo que le digo, y mañana estará con usted. En primer lugar, ni se le ocurra avisar a la cana, ni hable del asunto con nadie. Vaya a las seis a la plaza de la estación y siéntese en un banco sobre la calle Belgrano, la de atrás de la plaza. Un Gol rojo va a pasar un par de veces y cuando le toquen bocina suba atrás sin decir una palabra. La van a traer acá para que vea a su hijo, y si todo sale bien se lo va a llevar con usted...-

-¿Pero qué es lo que quieren? ¡No tengo nada de plata hasta que vuelva mi marido!-

-Cuando esté aquí vamos a negociar el rescate, mientras tanto haga lo que le dije. ¿Le quedó claro lo que tiene que hacer?-

-¡Sí! Voy a las seis a la plaza y subo al Gol rojo cuando me toquen bocina...-

-Muy bien, haga las cosas bien y volverá a estar con Leonardito- le ordené, y corté.

A las seis y minutos, Oscar y Pepe pasaron por la plaza y estudiaron el panorama. La rubia estaba sentada donde le había dicho, y miraba ansiosa para todos lados. Cuando se aseguraron de que todo estaba tranquilo, pasaron por Belgrano y tocaron bocina. La mujer se acercó y subió en el asiento trasero. La hicieron acostar en el piso, y quince minutos después metían el gol al tinglado de la casilla, donde la hicieron bajar. Le colocaron una capucha para que no nos pudiera ver la cara, especialmente a Tito, a quien conocíay la metieron a la casilla.

-Muy bien, mi querida señora, veo que se está portando bien. Bienvenida a casa- dije.

 

-¡¿Dónde está mi hijo?! ¡Quiero verlo, quiero verlo!- exclamó angustiada. Oscar le acercó al pibe y ella lo abrazó llorando. El chico también lloraba, pero de miedo. Los dejamos unos segundos, y Oscar volvió a separarlos.

-Bueno, querida, creo que es hora de conversar sobre el precio de la devolución de tu pibe ¿No te parece?- Todo Prestamos y Finanzas en tiempos de crisis

-¿Qué es lo que quieren? ¡Ya les dije que no tengo dinero! ¡Si quieren algo, puedo darles las llaves de nuestro auto, es lo de más valor que tenemos!-

-Me parece que todavía no entendiste de que se trata, muñeca- dijo Tito acercándose a ella. Se puso detrás suyo y la abrazó apoyando su pedazo en el culo de la rubia, al tiempo que sus manos encerraban los opulentos pechos. Ella se estremeció y lanzó un chillido al sentir su cuerpo invadido por mi amigo.

-¡Caramba, qué arisca, tesoro!- dijo socarronamente Tito -¡Tranquila, tranquila, que nadie te va a lastimar, preciosa!-

Sandra empezaba a comprender cuál sería el precio del rescate de su hijo y una oleada de miedo recorrió su cuerpo. ¡La querían a ella! ¡Cómo no lo entendió antes! ¡Aquellos desgraciados iban a abusar de ella y no tenía forma de impedirlo!. Las manos de Tito estrujaron las duras tetas de la mujer y su verga se apretaba cada vez con más fuerza contra su firme trasero.

-Quedate quietita y hacé lo que te digamos, y tu nene se va a ir con vos, bebé- le dijo. La chica permaneció inmóvil soportando los manoseos sobre su delantera, y mi amigo comenzó a susurrarle obscenidades al oído al tiempo que sus manos pasaban de las tetas al culo y apretujaban esos duros glúteos que a mí me enloquecían. Con al verga como hierro observé cómo la pollerita se levantaba cada vez más arriba mientras las manos de Tito subían palpando cada centímetro de los magníficos muslos. Con los ojos cerrados, ella se mordía los labios.

-¡Por favor...!- gimoteó -¡No me hagan daño! ¡Hagan lo que quieran, pero no me lastimen!- rogó resignada. Tito seguía acariciando su delicioso cuerpo, y la pollera ya estaba enroscada en la cintura, dejando a la vista su minúscula tanga y su espectacular culo. Oscar se le acercó y con rara delicadeza le desabrochó la blusa.

-¡Por favor, no delante de mi hijo! ¡No dejen que vea ésto, por favor!- suplicó.

El chico observaba la escena con ojos desorbitados, aunque no entendiera por qué su mamá dejaba que esos hombres la toquetearan y le sacaran la ropa.

-El pibe se queda acá, mamita- dijo Tito con morbosidad –así después le cuenta a su papito cómo su mamita se dejaba meter mano con cuatro hombres, y cómo después le metían el pito en su cuquita y en su culito!-

-¡No, por favor! ¡Nooooooo!- chilló ella. Un bofetón de Oscar la hizo trastablillar.

-¡Te callás la boca o te bajo los dientes, yegüita!- le gritó amenazante. Ella se calló, y no volvió a resistirse. Oscar le quitó la blusa y desprendió el corpiño liberando esas opulentas tetas de pezones oscuros. Bajó la cabeza y su boca se apoderó de ellas, chupándolas y mordisqueándolas con avidez. A todo esto Tito hurgaba con sus manos en la entrepierna de Sandra y sus dedos palpaban ya los pulposos labios vaginales, introduciendo los dedos en la húmeda cuevita. Oscar le arrancó la tanga dejándola completamente desnuda ante nuestros ojos. Tenía sin dudas un cuerpo sensacional, y estábamos eufóricos de poder tenerlo a nuestra disposición. Tito peló su verga y se la calzó entre los cantos haciendo que se estremeciera. Pepe se prendió de las tetas junto a Oscar y yo solamente me regodeaba con el espectáculo. Las manos de los tres recorrían ansiosas cada centímetro de la tersa piel de la chica que se dejaba hacer sin ofrecer resistencia alguna. Después de largos minutos de manoseos y chupeteos, Tito empujó a Sandra hacia la cama que había en la habitación y la empujó sobre ella. Se encaramó sobre las rubia y separando sus piernas acercó su herramienta a la cueva palpitante. Se la metió de un solo empujón y ella lanzó un ahogado quejido mientras él comenzaba a bombear primero lentamente para ir aumentando el ritmo de las empujadas. La cogió durante más de diez minutos, sacándosela y volviendo a ponérsela, hasta que con un grito ronco se convulsionó en una acabada descomunal dentro de ella. Se quedó unos instantes sobre la mujer para luego levantarse con una sonrisa triunfal. Ni lerdo ni perezoso, Oscar lo suplantó y también penetró a la rubia mientras le chupaba las tetas. Acabó tan ruidosamente como Tito, y finalmente Pepe fue quien poseyó a la chica que no movía un músculo, con los ojos cerrados y respirando agitadamente. A todo esto, el pendejo seguía observando la violación de su madre sin entender qué era lo que estaban haciendo con ella.

 

-¿Viste cómo le metieron el pito a tu mamita?- le dije –Bueno, eso no es nada, ahora fijate como yo se lo meto por e lculito. A ella le va a gustar, vas a ver. Cuando veas a tu papá contale, decile las cosas que tu mami se dejó hacer por nosotros ¿Sabés?-

Inocentemente el chico asintió con la cabeza, como si se tratara de un juego. Cuando los tres se hartaron de cogerse a la rubia fue mi turno. Me acerqué a la cama y le ordené ponerse en cuatro patas. Con el fabuloso culo en pompa, se lo lubriqué con saliva y coloqué la cabeza de mi verga entre las nalgas. Sentí su estremecimiento al separarle los cantos y puntearla en su estrecho agujerito. Le metí la puntita y ella gimió. Empujé otro poco y volvió a gemir. Otra embestida y la mitad se introdujo en ese delicioso culo, sintiendo cómo mi pija era estrujada por el estrecho canal trasero. Se la enterré por completo y me aferré a sus tetas para empezar a bombearla con ganas. Ella ya no gemía sino que respiraba agitadamente, y me pareció notar que movía sus caderas al ritmo de mi mete y saca. La bombeé durante largo rato, y efectivamente la muy guarra estaba respondiendo a mi culeada cada vez con más ganas. Me afirmé en sus pechos y las bombeadas se hicieron casi violentas, hasta que empezó a jadear y a retorcerse como loca. Finalmente estaba gozando de aquella cogida, y me sonreí extasiado.

-¡Así, mamita, así! –le susurré --¡Movete así, que me matás! ¿Te gusta como te culeo, bomboncito?-

No respondió, pero no hacía falta. ¡Estaba disfrutando de mi penetración!.

Jugueteé con sus erectos pezones mientras la bombeaba, y pronto sentí como su cuerpo se convulsionaba en un largo orgasmo mientras gemía de placer. Entonces sentí venir un torrente de leche y acabé fabulosamente dentro suyo.

Eran casi las diez de la noche cuando todo terminó. La habíamos cogido de todas las formas durante más de tres horas y estábamos exhaustos. Nos vestimos, la vestimos y luego de despedirla con algunos manoseos, Oscar llevó a Sandra y su hijo hasta las cercanias de su casa, donde los dejó. Desde aquel extraordinario día no hemos tenido noticias de que haya ocurrido algo con respecto a lo que hicimos, aunque por distintas circunstancias yo he vuelto a verla en algunos lugares. La cuestión es que habíamos logrado cogernos a semejante minón, y no habíamos tenido ningún problema después de hacerlo.

El Autor de este relato fué Elpato , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6533&cat=craneo (ahora offline)

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2020-04-18

 

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