Relatos cortos eroticos Hetero Mi cuñada

 

 

 

Aún estoy alucinado con lo que me ocurrió ayer. Es una historia que cualquier día sería una fantasía erótica, pero hoy es una realidad. Os cuento. Resulta que ayer fui a casa de mi novia, como todos los días, a recogerla. Al llamar a la puerta, salió el padre y pregunté por ella, a lo que me contestó que no había llegado del trabajo y que llegaría más tarde. Entonces me dijo que la esperase dentro, que él tenía que salir. Le pregunté que si había alguien más y me dijo que su mujer no venía hasta por la noche, Luisa, una de las hermanas, estaba en estudiando en casa de una amiga, y la única que estaba era Patricia, la otra hermana, que se estaba duchando. Así que entré, y él se fue. Me senté en el sofá a ver la tele, mientras Patricia salía de la ducha, para así charlar con ella y no aburrirme. Claro, Patricia no sabía que había llegado yo, y mucho menos que estuviera sentado en el sofá que está frente a la puerta de la ducha. Salió tan tranquila, con una pequeña toalla que apenas tapaba su culito y sus pequeñas, pero bonitas tetas, ya que una de ellas se le salía casi a la mitad. Al verme, se asustó un poco, y me preguntó que qué hacia allí y le dije que esperando a su hermana. Vale, me voy a vestir. Al entrar en su habitación, me di cuenta que por la ventana, que es interior, entre la cortina se abría una pequeña rajita, por la cual se veía algo. No pude resistirme a la tentación de mirar, y en ese preciso momento, se quitaba la toalla, frente al espejo. Joder, me quedé sin habla. Los pechos eran preciosos, el culo, tremendo y el coñito, rasurado, para quitar el hipo. No podía dejar de mirar ese cuerpazo. Noté como mi verga se me empezaba a levantar, y parecía que iba a reventar. De repente, noté que ella dejó de mirarse en el espejo, y llevó su mirada hacia otro lado. Justo donde estaba yo. ¡Me había visto!. Pero lejos de chillar o algo parecido, no dijo nada. Empezó a ponerse el tanguita semitransparente. Cuando se ponía el sostén, me dijo:

 

- ¡Julio, ¿puedes venir a ayudarme a abrocharme el sostén?.

En ese momento, notaba que me temblaban las piernas, pero accedí. Empecé a abrochárselo, pero claro, estaba tan pegado a ella, que le rocé con la verga ya a tope, por la raja de su culito.

¿Qué te pasa?. Nada, le contesté. ¿Por qué?. Es que he notado algo por ahí abajo que no es normal. Me puse colorado en ese momento, pero ya no pude contenerme más, y le dí un beso en el cuello. Ella se quedó parada, y de repente se volvió. Yo pensé que en ese momento, como en las películas, venía el momento del bofetón. Me equivoqué. Me empezó a besar y a meterme su lengua en mi boca, y de que forma... Ya estaba todo echo, así que le terminé de quitar el sostén y empecé a magrearle las tetas y chapándoselas. Ella dio un pequeño gemido de placer. Se agachó, y empezó a mamarmela, como antes nadie me lo había hecho nunca. Yo creía que me iba a correr en su boca, pero me propuse aguantar más, y así lo hice. La tiré sobre su cama, y empecé a bajarle su tanguita, y vi de cerca su conejito rasurado, que era el más bonito jamás visto. Le pasé la lengua hasta el último rincón de su coño. Ahí le llegó el primer orgasmo. Ya no podía más, cuando me dijo que la follara hasta que la reventase. Y así lo hice. Se la metí poco a poco hasta que ya no entraba más. Chilló de placer, y empezamos un repertorio de posturas y follando como locos. Después la puse a cuatro patas, para metérsela por detrás, y empecé a verle cu conejo desde ahí. En ese momento, vi el agujero del culo, y no pude resistirme, y empecé a metérsela por el culo. Ella se quejó un poco, pero accedió. Sentí que me iba a correr, cuando notaba mi polla aprisionado con ese magnífico culo. Después de un rato, la saqué, y se la metí otra vez en su coño. Ya no pude aguantar más, y me corrí dentro de ella. Ella, al notar mi leche dentro, dio otro gemido de placer. Le había llegado el segundo orgasmo. Sacó mi polla de su coño, y empezó a chuparla para saborear hasta la última gota. Yo creía que me iba a caer en redondo, por el inmenso placer que en ese momento sentía. Luego, ya nos besamos otra vez, para acabar el polvo que habíamos echado, no fuera a ser que llegase la hermana.

La próxima vez que esté sola, te avisaré para que me ayudes a abrocharme el sostén. Cuando tú quieras, Patricia.

El Autor de este relato fué Melli , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=665&cat=craneo (ahora offline)

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Aún estoy alucinado con lo que me ocurrió ayer. Es una historia que cualquier día sería una fantasía erótica, pero hoy es una realidad. Os cuento. Result

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2024-12-20

 

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