Relatos cortos eroticos Lesbianas LA PISCINA

 

 

 

Aquel debía ser el verano mas caluroso de la historia. Tenía tanta calor que, incluso, llegué a echar de menos el invierno. Para colmo, se había estropeado el aire acondicionado en mi casa y me pasaba todo el día sudando.

Un día, unos vecinos se fueron de vacaciones e iban a estar fuera toda la semana, por lo que su casa iba a estar vacía y la piscina que tenían en su jardín sin utilizar.

De no haber hecho tanta calor no lo habría hecho, pero saber que la piscina estaba ahí sin utilizar era superior a mis fuerzas. Así que, una tarde, mientras el vecindario dormía la siesta, me colé en el jardín de los vecinos. El lugar estaba rodeado de setos muy altos, así que nadie podría verme desde fuera, ni siquiera desde mi casa, que era la mas cercana.

 

Me sumergí en la piscina y sentí como las cristalinas aguas me aliviaban. Volví a repetirlo al día siguiente y al otro, pero sabía que no podía abusar. Cualquier día regresarían los vecinos y, además, alguien podría verme colarme en el recinto. De echo, mientras me bañaba en la piscina, siempre tenía la sensación de que alguien me observaba desde dentro de la casa. Pensé que solo eran paranoias mías; pero me equivocaba.

Al cuarto día, cuando me di el que iba a ser el último chapuzón, llegó la sorpresa.

Patricia, la hija mayor de los vecinos, apareció ante mí. Yo me quedé muda al verla allí, parada en el bordillo de la piscina mirándome con una maliciosa sonrisa y las manos en las caderas. Llevaba puesto su bikini rosa, pero no tenía pinta de haberse metido aún en la piscina.

- Hola, Ana –me dijo con voz sarcástica - ¿te gusta mi piscina?

Traté de excusarme, pero ella continuó hablando.

- Verás. Ya estaba un poco harta de ir todos los años de vacaciones con mis padres y mis hermanos, así que este año me inventé que esta semana me iba de campamento con mis amigas. Pero, en realidad, he estado todo este tiempo aquí, disfrutando por una vez de la casa para mí sola. Estos últimos días te he estado observando como te bañabas en mi piscina sin permiso.

Yo intenté de nuevo disculparme.

- Veras, yo…

- Tranquila, si no hubiera querido que te bañaras hubiera salido el primer día.

- ¿Y por qué sales ahora?

- Porque me apetece divertirme un poco.

Entonces se lanzó a la piscina y vino nadando hacia mí. Las dos nos quedamos frente a frente con medio cuerpo sumergido en el agua.

- Me ha gustado estar sola estos días –continuó ella -. Pero esta piscina se disfruta mas en compañía de alguien…

Comenzó a acariciar mis mojados cabellos castaños mientras su sonrisa se volvía de un tono diabólico.

- Suelo jugar con mis amigas a este juego, pero, como ya te he dicho, están todas de campamento.

No medio tiempo a reaccionar. Juntó sus labios con los míos en un largo y apasionado beso. Yo estaba muy nerviosa y asustada pero, en verdad, no me desagradó. Lo cierto es que Patricia era una chica muy atractiva. Tenía dieciséis años, uno mas que yo, era muy bella, de largos y rizados cabellos anaranjados y un cuerpo que quitaba el hipo que ella lucía con sus top y sus minifaldas en el instituto. La ventana de su dormitorio daba a la del mío y, más de una vez, la había observado a escondidas cambiándose de ropa. Ahora me encontraba en su piscina a merced de ella. Era como un sueño, de hecho, creí que me iba a despertar en cualquier momento y que ella desaparecería.

 

No fue así. Cuando ella terminó de besarme, volvió a mirarme con esa sonrisa que inquietaba, se separó unos centímetros y, sin dejar de mirarme, comenzó a quitarse la parte de arriba del bikini. Sus dos pechos, los mas perfectos que había visto en mi vida, aparecieron ante mi vista. No pude despegar los ojos de ellos. Blog de divulgación científica

Ella se acercó a mí, cogió mis muñecas y colocó mis manos sobre ellos. Totalmente excitada, comencé a acariciarlos mientras ella volvía a besarme mientras sus manos me quitaban la parte superior de mi bikini, que era azul oscuro con rallas blancas.

Después de besarme, su boca fue bajando por mi cuello hasta llegar a mis tetas, las cuales ella devoró mientras las acariciaba y estrujaba con sus manos. Yo cerré los ojos y comencé a gozar mientras la acariciaba.

Nos sumergimos en el agua y nos besamos y acariciamos hasta que la necesidad de aire nos hizo emerger. Apoyé mi espalda contra el bordillo y ella siguió besándome, acariciándome y lamiéndome hasta que volvió a sumergirse. Noté como me quitaba la parte inferior del bikini. Luego, sus manos agarraron con fuerzas mis nalgas mientras sentí su lengua en mi entrepierna. Primero lamió mi clítoris y luego se introdujo por él buscando los lugares de mas placer. Yo gozaba a la vez que tenía que ahogar mis gemidos de placer por miedo a que los demás vecinos o mis padres nos oyeran.

Sus manos emergieron agarrando mis tetas, después emergió ella muy excitada y volvió a besarme mientras nuestros cuerpos se juntaron mucho y nuestras manos recorrían los cuerpos de cada una.

- Ahora te toca a ti –me susurró al oído.

Ella se colocó con la espalda apoyada en el bordillo y yo frente a ella. La besé y acaricié unos instantes antes de sumergirme. Como hizo ella conmigo, le quité la parte de abajo del bikini y metí la cabeza entre sus piernas lamiendo su clítoris antes de introducírsela. Debajo del agua no pude oír sus gemidos, pero sí noté como se convulsionaba, por lo que supe que estaba haciendo un buen trabajo.

Emergí y las dos nos abrazamos con fuerza y volvimos a besarnos y acariciarnos. Después, juntamos nuestras entrepiernas y flotamos nuestros clítoris mientras continuamos acariciándonos a la vez que nos lamíamos y jugueteábamos con nuestras tetas.

Salimos del agua y nos sentamos en el bordillo. Las dos estábamos exhaustas y satisfechas, con una amplia sonrisa de gozo cada una. Nos dimos un último beso y nos quedamos mirando sonrientes.

Entonces, oímos un coche parar junto a la casa. Ella miró hacia el lugar muy alterada.

- ¿Qué ocurre? -pregunté preocupada.

- Mis padres, han vuelto antes de lo previsto.

Abrí los ojos como platos.

- ¿Qué hacemos? –pregunté muerta de miedo – Como me pillen aquí se lo dirán a mis padres.

- Yo también estoy jodida. Se supone que no volvían hasta mañana.

Se incorporó al instante.

- Sígueme –me indicó.

Recogimos nuestros bikinis y nos metimos corriendo en la casa; tomamos la precaución de secarnos los píes para no dejar huellas que nos delatasen. Ella me llevó hasta su cuarto y nos encerramos allí. Desde allí oíamos como los padres y los hermanos de ella entraban en la casa.

- ¿Qué hacemos ahora? –pregunté en voz baja.

- Tranquila, siempre están muy cansados cuando vuelven de un viaje. Se acostarán en cuanto deshagan el equipaje.

Lo cierto es que era ya muy tarde. Había perdido la noción del tiempo mientras estaba con ella en la piscina. En mi casa se iban a preguntar donde estaba, pero supondrían que estaría en casa de una amiga.

- Entonces –dije - ¿Qué hacemos hasta que se acuesten?

Ella volvió a sonreír maliciosamente, juntó su cuerpo con el mío y comenzó a acariciarme mientras decía:

- Se me ocurre algo…

El Autor de este relato fué Freya , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=12884&cat=craneo (ahora offline)

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Aquel debía ser el verano mas caluroso de la historia. Tenía tanta calor que, incluso, llegué a echar de menos el invierno. Para colmo, se había estropeado

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2020-06-10

 

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