Me voy haciendo mayor y con mis doce años mis padres han decidido que no necesito una niñera. Es una edad en la que estoy descubriendo muchos aspectos de la realidad que jamás me hubiese atrevido a plantear que pudiesen existir. Hoy es el último día que ella se ocupara de mí. Se trata de un día que lo considero desde una doble perspectiva con alegría y con tristeza, debido a que pierdo una gran confidente pero por otro lado gano en independencia.
Mi relación con ella durante estos años ha sido muy cordial y le he tomado tanto afecto que se ha convertido en la hermana mayor que nunca he tenido. Ciertos instintos se están despertando y a pesar de que desconozco la naturaleza de los mismos disfruto mucho del placer que me causan. No siento remordimiento ni vergüenza como otros chicos de mi edad pudieran sentir.
Mi primer deseo y mi primer dolor es mi niñera que se está empezando a convertir en el sujeto favorito de mis fantasías. Siempre la observo en silencio y una mezcla de enamoramiento y exagerada pulsión instintiva se apodera de mí. He empezado a satisfacer mis necesidades de amor a solas, y ella es el centro de mi recreación lúdica. Se que es un tema tabú y siempre eludo cualquier referencia pública al tema y ni siquiera me he atrevido a contarle nada a ella a pesar de que le explico todas mis tribulaciones.
Hoy viene vestida de una manera demasiado descuidada pero mis padres no le han dicho nada porque confían demasiado en mi inocencia. La razón es que después va a ver a su novio, de quien siento auténticos celos. Nos separan 13 años pero no me parece muy mayor para mi gusto. Viste con un vestido rojo y con un escote que deja ver la mitad de sus turgentes y suaves pechos. Mi mayor distracción es observar disimulado cuando se agacha pues mi vista llega prácticamente hasta la visión de sus pezones. Nunca había vestido nada que me hubiese llamado tanto la atención. Normalmente me he tenido que conformar con adivinar su forma pero hoy esta al alcance de mi goce sensible su suave y rítmico bailoteo.
Estará custodiándome durante 8 horas. Nos hallábamos hablando acerca de las chicas de mi clase y ella me preguntaba dulcemente quien me gustaba. Yo no podía decir que estaba enamorado de ella por lo que hablaba de ella sin mencionarla. Nos hallábamos sentados en los dos polos opuestos del comedor sentados en sendas butacas. La televisión estaba encendida pero no hacíamos caso de ella. Ella no cesaba de darme consejos sabios acerca de mi próxima pubertad y como afrontar mis inminentes cambios en todos los sentidos. Era una persona muy abierta pero nunca me había atrevido a ponerla a prueba en ciertos aspectos. Nunca me había castigado y siempre había confiado en mí, pero a pesar de eso, mi timidez omitía siempre ciertos detalles acerca de mis más íntimos deseos.
De repente decidimos jugar un rato a las cartas, la mesa no era muy ancha por lo que nos hallábamos relativamente cerca. En un movimiento deliberado hice caer unas cartas al suelo para que ella tuviese que agacharse y disfrutar de sus generosos pechos. Ella absolutamente ajena a mis segundas intenciones se agachó aunque no me di cuenta que me miraba de reojo. Por accidente uno de sus suaves pechos se le salio y tuve la visión más privilegiada de mi vida. Ella al principio quedo roja de vergüenza pero luego me sonrió al ver en mí la cara de un adulto. Entonces en un tono condescendiente me dijo: - no te preocupes si te ha incomodado lo que has visto puedes decírmelo sin vergüenza.
Yo le respondí que no tenía importancia. Jugamos 10 minutos a las cartas y entonces mi miembro erecto que se salía de los pantalones no podía aguantar más y le dije que debía de ir al baño. Se me veía muy nervioso y ella me preguntó con dulzura que me ocurría, yo le dije secamente que nada y fui rápidamente al baño. Ella dijo que tenia que ir arriba a buscar otro juego.
Arriba había dos baños por lo que en ocasiones era fácil confundirse. Yo me entretuve en mis solitarios quehaceres mientras ella buscaba un juego de domino. Entonces me desabroche la bragueta y empecé a sacudírmela con tesón salvaje sentado en el retrete. Entonces se produjo la más dulce de las situaciones violentas. Ella se equivoco de baño y abrió la puerta y me vio en plenas labores sin que tuviese tiempo de reaccionar. Entonces cerró la puerta y me dijo desde fuera con un tono amable y sin ninguna brizna de violencia que teníamos de hablar de lo que había pasado.
Yo me subí los pantalones a la espera de una inquietante charla. Nos sentamos donde anteriormente habíamos estado platicando y ella me dijo en tono amable:
- Cariño, comprendo que estás creciendo y no quiero que te avergüences por lo que ha pasado. Quiero que me hables con absoluta sinceridad: ¿por qué no has esperado a que estuvieses solo?
porque estaba muy nervioso. Planes con niños en Valencia
te ha impresionado verme un pecho?.
si señorita perdone que no halla cerrado los ojos.
- ¿te has puesto nervioso porque tengo los pechos muy grandes?
- Lo siento señorita
- No te preocupes es normal a los hombres les suele gustar las mujeres con los pechos grandes y bonitos
- Si señorita
- Piensas muy a menudo en mis pechos y te gusta que vaya escotada como ahora?
- Lo siento señorita, no puedo evitarlo.
Entonces ella se rió y me dijo que me sentara en sus piernas.
cariño muchas cosas nos gustan mucho. Pero el mundo es muy hipócrita y tenemos que ocultar lo que sentimos. Yo temo mucho por ti. Esto no tiene que volver a repetirse. Dime te tocas el pajarito muy a menudo?.
si señorita.
pues tienes que aprender a controlarte, es algo natural y muy bonito, y no te tienes que sentir mal, pero tienes que prometerme que siempre pensaras en chicas cuando estés solo.
así lo haré señorita.
se que eres muy bueno y muy inteligente y porque me preocupo por ti tengo que cumplir con mi obligación. ¿Alguna vez tu madre te ha tumbado en su regazo?- dijo ella dándome un calido beso en las mejillas-.
¿ va usted a castigarme señorita?.
no voy a castigarte, voy a enseñarte que lo que has hecho no ha estado bien. No es un castigo lo que voy a darte sino una enseñanza que te será muy útil cuando seas mayor.
¿ va usted a darme unos azotes?.
sí corazón, pero no quiero que te sientas avergonzado, porque a veces se puede aprender mucho en el regazo de una dama.
¿ señorita va usted a hacerme daño?.
no corazón, te daré unos pocos azotes en el trasero. Te iras a la cama con el culito un poco rojo, pero creo que te sentara bien, porque nadie debe sentir rencor de que le castigue una mujer en quien confia y quiere.
Entonces me abrazó y me dijo que fuera arriba a buscar una silla porque ya era muy grande y no cabría en su silla, puesto que era un poco más alto que ella. Yo estaba excitado y solo podía pensar en su mano golpeando mi trasero. Traje la silla, primero se sentó en ella y me dijo que fuera a abrazarla, yo lo hice mientras ella lloriqueaba diciéndome que ya era un niño mayor y que pronto tendría que ponerse de puntillas para darme un beso.
Entonces me desabrochó los pantalones y los bajó mientras me miraba con una franca sonrisa y con tres o cuatro lagrimitas que corrían en sus mejillas. Me dijo:
- cariño, no tengas miedo y túmbate en mis rodillas, quiero que aprendas mucho hoy y te tendré que dar unos cuantos azotes- me dijo cuando estaba entre sus rodillas.
- Señorita me da vergüenza enseñarle el trasero.
- Sino sientes los azotes que te doy el castigo no servirá para nada. Es algo natural, tu me has visto el pecho y no me he ruborizado, ten confianza en mi, tumbate, y aguanta como un hombrecito el castigo. ¿ me lo prometes?. No quiero castigarte si piensas que quiero hacerte daño, no te castigare hasta que no creas que lo hago por tu bien.
- Señorita confio en usted, y quiero que me de los azotes, para que aprenda la lección.
Entonces sin más preámbulos me azotó. La azotaina duro cinco minutos, pero golpeaba muy flojo, por lo que apenas me hizo daño, me dejó el culo algo rojo pero tampoco me dolía mucho cuando terminó. Sentía sus dulces palmaditas, que más que azotes parecían caricias. Aquella mujer no quería hacerme daño, solamente que sintiese su mano palmeando contra mi trasero. Entonces me vistió ella misma y entre lágrimas me dijo que ya era un hombrecito. Me dijo que era un angelito, y me dijo:
- ¿te ha dolido mucho corazón?
- no señorita, solo siento un ligero escozor.
pues quiero que te acuerdes de este momento siempre para que nunca seas malo.
Entonces me guiño un ojo y me dijo en broma:
- espero que a pesar de que te halla tenido que castigar, estes contento porque me has visto un pecho. Creeme te he dado estos azotes, para cuando seas mayor, aprendas a seducir a las damas.
Poco antes de que vinieran mis padres, me dijo que si alguna vez se portaba mal, la fuese a visitar y su hada madrina le protegería. La visite durante varios años, y siempre me obsequiaba con azotainas ligeras y largas. Siempre me tuvo como el hermano pequeño que nunca había tenido y yo como la hermana que nunca había tenido. Me quería tanto que cuando cumplí los 18 me dejaba que le acariciase y besase los senos como si fuese su bebe. Pero siempre me obsequiaba con azotainas hasta la actualidad en la que ya tengo 27 años.
El Autor de este relato fué Juan , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7973&cat=craneo (ahora offline)
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2025-01-06
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