Relatos cortos fantasia Fantasia General Grainstain.:Capítulo 1: "La gran elección"

 

 

 

Éste el el primer capítulo del libro Grainstain, que estoy escribiendo, pronto publicaré los siguientes capítulos que ya están hechos.

Capitulo 1: “La gran elección”

Esa noche lluviosa donde los truenos relampagueaban y el viento soplaba, se estaba dando a elegir algo importante para un mundo, algo que decidiría la perdida o el futuro de una o de muchas generaciones, la decisión para Degod, una persona alta de mirada fija y pelo corto, era tan difícil como para Yokasta, una mujer tan alta como Degod pero más delgada y mística. Se habían reunido en donde acordaron con Tobacco Flobic y Sarah Demanger, dos compañeros distintos pero unidos que ayudaban a esta gran elección cada vez que sea necesario.

-Haber, tenemos sólo diez personas a escoger, pero tenemos catorce personas en mente, debemos decidir bien a quien vamos a eliminar- dijo Degod.

 

-Podríamos mirar en el interior de cada uno y ver si se lo merecen, así podemos eliminar a los que no lo quieren- dijo Sarah, señalando el montón de papeles que se encontraban en una lápida de piedra oscura con una foto que difícilmente se divisaba y un nombre tallado profundamente que decía Daniel McDermot.

-Está bien- dijo Yokasta, al mismo tiempo que levantaba el primer papel del montón, y empezó a leer- Son: Andrew Caroline, Agurto Fabián, Meggan Weidman, Daniel Fonzy, Danted Robert, Falconí Édison, Fallman Manuel, Gangster Alan, Goonard Carl, Jhosua Pheeve, Klaim Albert, Latina Elvira, Mondrow Jesús y Raven Peterson -Y entregándolo a Degod con un gesto de desacuerdo dijo- todos tuyos.

Degod cogió el papel, sacó un metal largo con una esfera parecida a una bola en la punta. Era una varita de metal, con ésta apuntó al primer nombre y un pequeño destello de luz lo iluminó por unos segundos. Al terminar de iluminarlo, éste emanaba un humo de color rojo

-Obviamente no se lo merece- dijo Sarah

-Tienes razón. Ya vamos una- dijo Degod pronunciadamente.

Con la varita señaló al nombre siguiente, el destello salió otra vez desde la esfera de cristal de cuarzo en la punta, unos segundos después, del nombre sale un humo color blanco.

-Se lo merece, ¿verdad?- dijo Yokasta como si lo hubiera adivinado.

-Al parecer sí-dijo Degod

-Pero yo tenía dudas sobre Fabián Agurto, cuando lo vi por primera vez pensé que era el primero que íbamos a descalificar- Agregó Tobacco quisquilloso.

-Si quieres puedes descalificar a más de la mitad por sólo tu intuición- dijo Degod, con una leve sonriso que ocultaba su desacuerdo con Tobacco mientras bajaba su varita hasta el siguiente nombre. La varita se encendió y en seguida se apagó, el humo rojo se empezó a desprender del nombre que de pronto empezó a arder descontroladamente.

-“Tactus Ex Frigidus”- conjuró Degod señalando al papel. Vapor, viento y partículas de hielo salían a toda velocidad de la punta de la varita de Degod. El papel quedó todo enhielado, pero se podía divisar que se había quemado sólo la tinta del último nombre señalado, era Meggan Weidman.

Todos quedaron en silencio, nadie sabía que decir.

-¿Crees que sea una señal?, ¿Degod?- dijo Yokasta Pero Degod no respondió.

-¿Crees que tenga algo que ver con los amenazados o casi-nacidos? - repitió Sarah incógnitamente.

-Sólo creo que debemos tomar una decisión ahora mismo, antes de que sea tarde -dijo Degod misterioso y girando el papel para que todos lo vean. Las gotas de hielo desleído goteaban por la mano de Degod.

 

-Entonces, ¿Se lo merece o no lo hace?- dijo degod sabiendo la respuesta y esperando a que todos la respondan como él la tenía en mente.

-Bueno, pues el humo era rojo- agregó Tobacco nerviosamente -eso significa que no se lo merece.

Degod miró el nombre en el papel ahora empapado por el agua que antes fue hielo, levantó la vista y dijo:

-Pero lo seleccionaremos, debemos proteger a los amenazados y si la magia wicca no los ha seleccionado, siempre puedo pensar que nadie ni nada es perfecto y se pudo haber equivocado.

-Pero ha dicho que no, debe ser por algo- reclamó Sarah en un tono de preocupación.

-Cierto, no podemos arriesgarnos a que esta chica traiga males al castillo- dijo Tobacco.

-¿Como lo hizo Seamus William hace dos años? Si no mal recuerdo él también fue amenazado pero fue tu elección el dejar que entre a Grainstain y NO pasó nada- dijo Yokasta a Tobacco deliberadamente.

-Sí pero los tiempos han cambiado. Si lo metemos en el castillo, Grainstain no será seguro tanto para él como para nosotros -excusó Tobacco.

-Podría apostar a que tus intuiciones no son seguras, ¿O es que tu aura miente?- dijo Degod mientras miraba a la cabeza de Tobacco.

-Está bien. Tú ganas, pero te advierto que las cosas no serán iguales- previno Tobacco.

-¿Es que siempre son iguales?- Dijo Yokasta sarcásticamente.

-Entonces, ¿Seguimos? -intervino Sarah -no nos queda una larga noche por delante.

Degod alzó el papel y lo giró de nuevo para leer el siguiente nombre. Con un rápido movimiento de varita señaló el siguiente nombre, el cual seguidamente desprendió un poco de humo blanco

-Se lo merece- dijo Yokasta decididamente- ¿Cuál es su nombre?- pregunto mientras sostenía la mano en otro pergamino blanco sobre la lápida con una pluma de punta fina color púrpura.

La noche avanzó lentamente, el margen del sol se podía divisar en el horizonte y la noche se iba yendo a la velocidad que el sol salía.

-¡Que bien! Ahora tenemos once elegidos- exclamó Sarah sarcásticamente- ¿No nos está sobrando uno que no debía ser aceptado?- preguntó mientras veía directamente a Degod a los ojos.

-Solo nos permiten diez, debemos eliminar al que no fue elegido- dijo Tobacco.

-Vamos a eliminar a alguien, pero será alguien que no es el amenazado pero podría tener una buena vida siendo un humano normal- dijo Degod tranquilamente.

-¿A que te refieres?- preguntó Yokasta

-Gangster Alan no nos hará falta en el castillo. Él no fue amenazado así que podemos cambiarlo por Weidman-

-¡No puedes cambiar a un elegido por uno desafortunado! sobre todo si fue amenazado, ¿Tú sabes lo que es meter a un amenazado al castillo? –exclamó Tobacco alteradamente pero controlándose para no gritar.

-Si pero de lo que estoy seguro es de que el amenazado traerá más acción al castillo- burló Degod. Cogió el pergamino de la lápida y con su varita apuntó al nombre de Gangster Alan que había sido elegido pero lo iba a desaparecer de la lista, una luz cegante salió de su varita y cuando dejó de apuntar al pergamino, el nombre ya no estaba, ahora estaban diez incluida Meggan Weidman.

-Muy bien- dijo Tobacco conformistamente.

Sarah levantó todos los papeles y velas de la lápida y se dirigieron hacia lo más oscuro del cementerio.

 

-Apresúrense, creo que oí voces- exclamó Yokasta. Muestras gratis y regalos

Al llegar, se agacharon y levantaron algo parecido a ramas grandes de árboles, una cada uno, con unas puntas separadas y esponjadas. Claramente eran escobas. Sarah y Yokasta se sentaron de costado en ellas, Degod y Tobacco se la pusieron entre las piernas.

-A la cuenta de tres: Uno… dos y tres- contó Degod y cuando dijo tres todos salieron a gran velocidad por el aire.

El viento soplaba en sus caras y manos mientras volaban a más de cien kilómetros por hora y ascendían poco a poco.

-¿Ven esa nube? Iremos a través de ella, así nadie nos verá -gritó Degod

-¿Estas loco? Sabes nos mojaremos- Exclamó Sarah que estaba volando a unos metros de él- prefiero que nos vean y piensen que somos pájaros.

Fue un largo viaje hacia Cross Foxes en Gales, donde se encontraba Grainstain, uno de los tantos castillos donde los nacidos magos y seleccionados, iban para aprender más sobre el arte de la magia wicca.

Volaban a tal velocidad que el pergamino que tenía los nombres de los elegidos, salió disparado del bolsillo de Degod.

-¡Degod, mira!- gritó Yokasta desesperada señalando al pergamino que se alejaba distinguidamente hacia atrás. Degod se detuvo con tal fuerza que el pesado abrigo de piel de dragón que estaba usando se desprendió rompiéndose desde su pecho y sus dedos casi se rompen a sostenerse de su escoba. Pero al querer sacar su varita se dio cuenta de que la había dejado en el abrigo que ahora caía a la tierra.

Degod creyó que era el fin, que tendrían que volver a empezar de nuevo, hasta que pudo divisar una figura subiendo desde debajo de él; era Sarah que había estado más abajo que ellos y que había visto el abrigo caer. Ella entregó el abrigo a Degod quien rápidamente buscó su varita pero encontró que se había caído, de pronto recordó que su varita y la de Yokasta eran las mismas.

-¡Yokasta, lánzame tu varita!- gritó Degod con frenesí.

Yokasta sacó su varita y la lanzó a Degod. Aún así, el viento a veinte mil pies era muy fuerte, lo cual hizo desviar la varita por los aires y Degod no la pudo coger. Afortunadamente Tobacco la cogió y se la dio a Degod en la mano, se alejó del grupo y, apuntando hacia donde salió el pergamino, con todas sus fuerzas gritó:

-¡“Scriptum Ignis”!

De pronto, de un momento al otro, el viento se detuvo y el silencio gobernó el cielo.

En unos instantes, ráfagas de aire, nubes enteras y todo material existente en el cielo se dirigían en dirección opuesta a Degod. EL hechizo demoró un gran momento y se notaba claramente como Degod hacía lo posible para no salir volando por doquier.

Había tantas nubes y aire que Degod estaba completamente empapado cuando el hechizo terminó. Pero afortunadamente consiguió lo que esperaba: El pergamino se hallaba pegado en su pecho, mojado pero las letras aún se podían leer.

-Vaya susto ese ¿no?- dijo degod como si no hubiera ocurrido nada importante.

Siguieron volando hasta Gwynedd, donde aterrizaron cerca de un bosque por las afueras del pueblo de Cross Foxes.

Estaban todos fríos y pálidos, no habían descansado ni comido desde que salieron de Kingston, Yokasta sacó su varita y apuntándose en la cabeza conjuró:

 

-“Cálidus”- En seguida se fue calentando muy rápidamente, la varita emitía un sonido extraño, como el del aullido del viento. Los de más la siguieron y se calentaron, luego subieron la montaña, el transcurso era muy silencioso, nadie quería mencionar ni una palabra, sólo se oía el ruido de las hojas rompiéndose al caminar sobre ellas.

Caminaron toda la montaña hasta encontrarse con una pequeña bandera roja con un escudo muy detallado y decorado en el centro y la inscripción “Grainstain” al final.

Todos volvieron a montar sus escobas y subieron verticalmente, a medida que iban subiendo se podía divisar que una gran y gigantesca bomba de tierra y piedras se agrandaba encima de ellos, cuando habían ascendido a más altura que la masa de tierra, ya podían entrar en el castillo que estaba firme en la ésta.

Degod y los de más entraron por la terraza del castillo que era hecha especialmente para los aterrizajes en escoba. Al llegar, dos guardianes se acercaron a coger las escobas y las cosas que habían traído del cementerio.

-Oh, Peter. Dile a Fernanda que cesecito otra varita y que tal vez pueda hacerme otro abrigo- le dijo Degod al primer guardián que se le acercó, éste era alto y muy robusto, vestía una armadura de metal oscuro y levaba un báculo con una mano en la punta como el otro guardián

–Sí señor- respondió tranquilamente el guardián.

Degod dejó a los de más pero Sarah lo siguió. Caminaron sobre una larga alfombra roja desde que entraron al castillo, en el transcurso recibieron muchos saludos respetuosos.

-Buenos días director Degod- decían algunos adolescentes que, por sus rasgos físicos, eran de diferentes países. Todos estaban vestidos con un atuendo diferente, no usaban uniforme.

Se detuvieron frente a una puerta alta y grande de madera, no tenía candado ni seguro, pero tampoco se podía abrir.

-Recibió un aviso sobre los nuevos enseñadores, hay cuatro voluntarios que dicen saber mucho sobre kinesiología mágica. Tengo los informes de todos. Ehhm, no pude dejarlos en su oficina, la puerta estaba cerrada pero aquí los tengo ahora- dijo repentinamente un hombre de pequeño de barba naranja vestido de un traje verde que se había materializado tras ellos.

-Está bien, Tom ¿alguno te dio su documento de experiencia?- dijo Degod

-No señor, todos son nuevos- respondió quisquillosamente el hombrecillo.

-Entonces diles que los veré el lunes en la sala de discursos en el segundo piso- dijo Degod al mismo tiempo que empujaba las puertas con las dos manos. Las puertas se abrieron con facilidad pero de acuerdo con lo que dijo el hombrecillo, las puertas solo las podía abrir Degod.

Los tres entraron en la sala, un lugar realmente grande, la cual sus paredes estaban forradas de pinturas y cuadros de personas que obviamente deben haber sido magos y que ahora estaban muertos.

-¿Tom? ¿Me puedes dar los documentos?- le dijo Degod al hombrecillo

-Oh, si señor- respondió nerviosamente mientras se acercaba hacia Degod con los papeles en mano, se los dio y regresó a su lugar.

-Gracias Tom, puedes retirarte- le dijo amablemente.

El hombrecillo se retiró y cerró las puertas.

-¿Ahora qué debemos hacer, Degod?- dijo Sarah curiosamente.

Degod caminó hacia la ventana y con las manos atrás y la vista en el vidrio dijo -Lo que hemos hecho todos los años después de elegir a los diez afortunados: Esperar.

El Autor de este relato fué Mario Akhras , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11061&cat=craneo (ahora offline)

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Éste el el primer capítulo del libro Grainstain, que estoy escribiendo, pronto publicaré los siguientes capítulos que ya están hechos.

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2021-09-13

 

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