Me desperté aturdido. La realidad de mi alrededor tenía un color muerte profundo. Estaba seguro de poder saborearla siempre y cuando la sangre que inundaba mi boca me lo hubiese permitido. La luz apenas era perceptible y pasaron unos segundos antes de poder vislumbrar al final de la calle una figura. Tenía forma humana pero algo en mi subconsciente de decía que no lo era. Es más ese algo relacioanba a la figura con la sangre de mi boca.
El pánico se apoderó de mí cuando la figura dió un paso en mi dirección. Entonces corrí, corrí en sentido contrario si saber muy bien dónde estaba la muerte y dónde la vida. No miré hacia atrás, no podía. Tras varios minutos paré de correr. Resignado ya a morir. La fatiga no me permitía dar un paso más a aquella velocidad. Llegué a la calle principal de una gran ciudad. Me tiré al suelo agotado, mareado y dispuesto a morir. Esperaba a la figura, tumbado en el asfalto oscuro y mojado de la ciudad solos la oscuridad, mi destino y yo.
Pero la muerte no me esperaba. Al menos de momento. Eternos instantes más tarde me atreví a mirar hacia atrás rápidamente como si aguello pudiese variar lo que verían mis ojos. Pero no vi nada. La figura no estaba. Solo en esos momentos percibí lo peculiar de la calle en la que me encontraba.
Estaba oscura.
Silenciosa.
Desierta.
Anduve durante horas, calle arriba y calle abajo. Nadie.
Después traté de buscar a alguien por las bocacalles que había a los laterales. Pero todas me devolvían a la calle principal. Y esta segía estando desierta. Salarios y Sueldos medios 2023
Por fín vi cómo, a lo lejos, aparecían dos figuras paseando entre la oscuridad. Corrí hacia ellos, quería ayuda, protección. Ellos no variaron su ritmo al verme en la lejanía. Cuando me acerqué me detuve a unos metros para recobrar aliento antes de dirigirme a ellos. Eran un hombre y una mujer. Ella llevaba un panuelo sobre la cabeza y él un sombrero. Ambos negros. Alzaron al vista al unísono y fuí a dirigirme a ellos.
Pero no pude, un líquido caliente me bajaba por las piernas y paralizaba mi cuerpo.
Pasaron de largo como si yo no existiese. No dieron muestras de tener interés por mí, no dieron muestras de haberme visto, no dieron muestras de tener sentimientos, de ser conscientes de nada. Pero lo que me produjo aquel pánico atroz fue una ausencia muy concreta.
Ninguno tenía rostro.
( Me gustaría que esta historia que he comenzado fuese NUESTRA historia. Así que propongo que algún lector y escritor imaginativo la continúe, y que otro continúe la historia de éste y así sucesivamente.) Espero que todos participeis y que consigamos un relato interesante. Gracias por vuestro interés.
El Autor de este relato fué CGE , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11338&cat=craneo (ahora offline)
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2024-10-19
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