Relatos cortos ficcion Ciencia Ficción La Plantada

 

 

 

El tic tac del reloj parecía resonar cada vez más en la cabeza de Ricardo; ¿sería posible que tardara tanto?, nunca llegaba más de tres minutos tarde, pero esta vez se había tomado ya más de 20 minutos sobre la hora acordada. En aquel mismo instante, Ricardo se acordó de la frase que él y sus amigos solían decir de adolescentes cuando se trataba de dejar a alguien para partir hacia alguna fiesta; "ya sabes lo que pasa con los tardones". Esa era la frase que, por excelencia, daba constancia a la salida de los otros, dejando al tardón en casa por demorar más de diez minutos sobre la hora acordada para encontrarse antes de partir.

Sentado en una de las bancas del parque El Olivo, Ricardo ya se estaba quedando sin paciencia y se marcharía sin Morelia para el concierto al que habían quedado en ir luego de encontrarse en tal lugar o, al menos, eso pensaría cualquier persona que conozca a Ricardo.

 

Como te aturdía eso, muchacho ¿no es así?; siempre te irritaba cuando alguien dejaba de ser puntual para algún compromiso y, normalmente, la paciencia se te acababa en menos de cinco minutos, te levantabas y te ibas solo sin importarte la razón por la que la otra persona no llegaba. Pero, ¿por qué tanta consideración con Morelia? tanta consideración que ni siquiera habías tenido con Paula, tu novia, en todo el tiempo que estuvieron juntos.

Los minutos pasaban y el tic tac del reloj de Ricardo lo estaban poniendo desesperado; por supuesto, un estado que no reflejaba con esa actitud tan calmada que aparentaba tener todo el tiempo, no importando cuán mal, triste, molesto, aturdido o, incluso, cansado se sintiera. Todos sobre el antiguo egipto

Ella no vendría, lo sabías, pero no lo querías aceptar. Aún con pocas esperanzas deseabas que te llame al celular y que te explicara, al menos, que no podría ir, porque tú -maldita sea, siempre fuiste así- no la llamarías y solo para tu orgullo, para pretender que todo lo tomabas a la ligera, que eras un muchacho duro.

 

Ricardo miró su reloj por última vez esa noche y notó que ya era demasiado tarde no sólo para que Morelia llegara, sino que también para ir al concierto. -puta- mururó para él mismo. Se levantó de la banca como si nada pasara, cual anciano que acababa de tener un momento agradable al darle de comer a las palomas en el parque y se disponía a ir a casa en completo estado de calma. Encendió un cigarrillo, miró a ambos lados y decidió tomar la derecha. Empezó a caminar con ese rostro de siempre, el que reflejaba o, hábilmente, pretendía reflejar que todo estaba bien –maldito hipócrita, ni siquiera irías al concierto-, mientras que en su cabeza solo escuchaba sus pensamientos en forma de murmuros; -puta, eres una puta-.

El Autor de este relato fué Pappo Texaco , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=4997&cat=craneo (ahora offline)

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El tic tac del reloj parecía resonar cada vez más en la cabeza de Ricardo; ¿sería posible que tardara tanto?, nunca llegaba más de tres minutos tarde, per

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2024-05-20

 

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