Relatos cortos ficcion Narrativa Libre Duerme muñeca

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Duerme muñeca

Con su larga melena puede abarcar casi toda la almohada, cada mechón se posiciona concienzudamente en cada espacio de la cama, y es que no se corta el pelo desde los doce años. Según ella, fue la última promesa que le hizo a su abuela en vida. Ahora tiene cuarenta y dos años, y sigue con su melena sedosa e hidratada por los mejores productos para su cuidado natural. Los ojos nunca los termina de cerrar del todo, y a veces me recuerda a Linda Blair en El Exorcista. También ronca, dependiendo de la posición en la que se quede dormida, hoy está de lado sobre sus extremidades izquierdas, mirando hacia la puerta de la habitación más pequeña de la casa. Desde que murió nuestra hija, de una ingestión masiva de paracetamol, siempre duerme la siesta en su habitación abrazando a una de las muñecas vestidas de payaso que le regaló.

Una tarde encontramos a nuestra pequeña Edurne en los brazos de Caronte tendida y abrazando fuertemente a la misma muñeca. Se había suicidado tragándose tres cajas de ese luciferino analgésico con tan sólo dieciocho años, y es que no se atrevía a confesarnos que había suspendido la selectividad. Desde entonces nunca dormimos juntos, ella lo hace siempre en la cama de Edurne mientras yo me quedo en el sofá viendo la tele hasta que mis párpados no se sostienen más y la claridad se convierte en oscuridad.

Me llamo Jacinto Álvarez Santos y soy un madrileño de Carabanchel afincado transitoriamente en Barcelona, sólo hasta que me concedan el traslado. Soy administrativo en una multinacional de cosméticos, y gano tres millones al año (impuestos no incluidos) más incentivos según los beneficios.

Ahora estamos a tope gracias a la fuerte campaña de verano de filtros solares resistentes al agua y con efecto anticelulítico. Las viejas ricas chamuscadas por los potentes rayos de sol son nuestras principales clientas. Nuestros productos se suelen vender en Grandes Almacenes y Perfumerías Elitistas de barrios altos.

Mi mujer se llama Almudena Fuentes Alcañiz y es una emprendedora gallega famosa por una línea de ropa para perros con pedigrí: entre sus clientas está la perrita de Carmen Maura.

Vivimos en una confortable casa antigua de ciento ochenta metros cuadrados en el famoso barrio barcelonés del Ensanche. Estamos flanqueados por dos prostitutas de lujo que viven en el tercero, y dos informáticos homosexuales que viven en el primero. En nuestro segundo piso los ruidos son incesantes y las vistas están ocultas por unos odiosos árboles viejos que se llenan de las palomas responsables de las cagadas que hay en mi coche, un humilde Opel Corsa de color blanco.

Almudena siempre está triste y la fuerte medicación que actúa sobre su serotonina la convierte en una muñeca de trapo con la única necesidad de dormir y de provocarse insensatas euforias de vez en cuando; en una de ellas le dio por apuntarse a un cursillo de Danza del vientre, incluso se confeccionó ella misma varios trajes que luego adaptó para un encargo de un domador de chimpancés de un circo canadiense. Almudena siempre quiso ser veterinaria, le encantan los animales, pero debido a su extirpe gallega de fabricantes de ropa, terminó estudiando corte y confección, y para joder a sus predecesores se especializó en ropa de animales. Desde entonces viste a Elefantes, delfines, monos, caballos, leones, perros, gatos, loros, y cualquier especie que se preste a uno de sus carísimos modelitos. Ha trabajado en Hollywood en casi una docena de películas, y en Europa se han paseado sus diseños por centenares de episodios de las mejores series con mayor audiencia.

La sociedad capitalista está llena de profesiones subnormales como la de mi amada esposa; mientras en muchos países del Tercer Mundo la gente se muere de hambre, en otros países del Primer Mundo las personas se hacen ricas vistiendo a los canes de millonarios excéntricos que colapsan la economía jugando en bolsa y amasando impresionantes fortunas. Almudena contribuye en la jodienda consumista, y yo hago como la mayoría de hombres : callar y seguir pisando. Material para manualidades

La muñeca duerme abrazada a la otra muñeca, son casi las siete de la tarde y hemos quedado a las ocho con unos amigos para ir al teatro a ver uno de esos bodrios seudo intelectuales con personajes absurdos y largos diálogos existencialistas.

Esta mañana ha venido una ambulancia para atender a una de las putas del tercero que se ha tragado una caja de barbitúricos, me lo ha dicho uno de los mariquitas del primero que me lo he encontrado en la panadería comprado bollos de crema para su novio.

No sé porqué pero todos en este edificio se quieren suicidar. El año pasado se tiró la del quinto por el balcón debido a un desengaño amoroso de lo más cotidiano : pilló a su marido con su hermana en la cama; hace seis meses el niño del sexto se tragó una botella de lejía, aunque por accidente; y el mes pasado Edurne se quitó la vida tras discutir con su tutor la nota de selectividad.

Al lado de Almudena me siento como Karl Malden en Baby Doll, es como si todavía estuviese cuidando a la hija que perdí; y es que cada mañana le preparo el desayuno como a ella le gusta : cereales de avena, zumito de dos naranjas con medio limón exprimido, café con leche desnatada y a los grados necesarios para que no se queme su paladar de gourmet, y una pieza de fruta que normalmente es una manzana golden.

Algunas veces me paso las noches llorando silenciosamente para no despertarla, nunca me gustó molestar a nadie. Mi padre me enseñó a ocultar siempre mis sentimientos a causa de mi género sexual : los hombres nunca lloran en público-me decía mi viejo padre cada vez que veía mis intenciones de llanto. Fue desde entonces cuando aprendí a ocultar el dolor bajo una enorme sonrisa.

Quiero mucho a Almudena, pero desde la muerte de nuestra hija ya nada es lo mismo. El psiquiatra dice que nunca se podrá recuperar del todo, siempre llevará esa marca amarga que es perder a una hija; y ese es el peor mal al que se le puede someter a una madre. El doctor Manuel Alcázar dice que duerme tanto porque tiene la necesidad de soñar para encontrarse con Edurne en el íntimo universo surrealista de los sueños. A veces la escucho hablar en voz alta, la otra noche lloraba al oírla como le explicaba en sueños a nuestra hija la importancia de utilizar preservativo. Siempre hablan de todos los temas que suelen tratar las madres con sus hijas, hubo incluso una noche que le regañó por llegar tarde a casa.

Cuando llegue la noche, le prepararé una sopita caliente con un potente veneno que me ha pasado un amigo biólogo, al que le dije que era para unas hormigas que tenía debajo del fregadero de la cocina. Espero que descanse en paz, y pueda reencontrarse allí arriba con su hija querida. Yo, en cambio, no sé todavía qué hacer con mi vida. Mi corazón ya no sabe latir, y todo es como caminar al revés. No me queda ni un solo buen recuerdo de nada, mi existencia es una profunda agonía. He comprado un billete a Sao Paulo, donde supongo que huiré de la justicia como si fuese un vulgar criminal cuyo desagradable y punible acto fue liberar a la única persona que amaba en el mundo.

Ahora escribo esto desde mi Brasil querido donde paso los días mirando al despejado cielo, y al salir el sol le doy gracias a Dios por acoger en su seno a mis dos muñecas. Sé que pueden dormir tranquilas porque vuelven a estar juntas, y ya nada las podrá separar. Me pongo un disco de Dulce Pontes y lloro mientras lo escucho, pero son lágrimas secas porque no lo lamento, todo lo contrario, me alegro mucho.

El Autor de este relato fué %D3SCAR VALDERRAMA C%C1NOVAS , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=8656&cat=craneo (ahora offline)

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Con su larga melena puede abarcar casi toda la almohada, cada mechón se posiciona concienzudamente en cada espacio de la cama, y es que no se corta el pelo de

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2023-11-13

 

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