Relatos cortos terror Hechos reales El mejor recuerdo

 

 

 

Esta es la historia de una chica, amiga de un amigo, quien a sus 16 años salió de su pueblito natal, para venir a la ciudad, a vivir a la vieja casona de sus abuelos, padres de su padre ya fallecido.

El nombre de la chica es Claudia, una joven de bellos ojos, un color cielo casi transparente, de cutis blanco, pecosa, y de cabello oscuro. Siempre esmeraba una sonrisa, con su andar casi en saltitéo, generaba alegría y jovialidad a su paso.

Conocía de poemas, versos, y fantasías, su vida de niñez aun no se opacaba en ya épocas de pubertad, y sus hadas y duende de amor aun voloteaban en su imaginación.

Según cuenta la historia, Claudia un día solo quedo sola, su abuela falleció de una larga crisis de diabetes que la mantenía postrada en su cama ya desde 8 años… y su abuelo con quien nunca hablaba, dicen murió de tristeza.

 

La muerte de los ancianos conmovió a todos por que es muy rara la muerte de dos personas que viven juntas, al mismo tiempo, el mismo día. Y la policía no tardo en sospechar de la joven, única persona cercana a los dos viejos.

Por más que investigaron, jamás encontraron pruebas de delito o crimen alguno, según los propios forenses la muerte de ambos fue natural, y ni siquiera Claudia podía explicar alguna razón para tratar de liquidar a sus únicos parientes vivos.

El tiempo pasó y el caso se olvido, Claudia ahora vive en la casa de sus abuelos; toda la casa quedó para ella, pero casi no está allí, ya que debido al trabajo que ofrece fuera de su casa casi no se encuentra en ella. Solo de noche y para dormir.

Lo que siempre le llama la atención es encontrar volteado un retrato de su abuela, colocado en la mesita de la sala; cada mañana ella lo coloca en su lugar pero al regresar lo encuentra caído.

Claudia adjudica esto a alguna corriente de viento, incluso pensó en poner trampas para ratas, pero nada da resultado, el retrato sigue volteándose.

Ya en Junio de no recuerdo que año. Amanecía un día y el pueblo despertó a causa de gritos, que se oían correr por toda la larga vereda del pasillo que baja por los suburbios del barrio. Yo sobresaltado salte a la ventana y levantando la cortina vi a Claudia Gritando de pavor, corriendo por la calle.

Algunos vecinos trataron de calmarla pero ella no se detenía, corría y gritaba. Estaba totalmente fuera de si no conocía a nadie no respondía a ninguna pregunta. Su carrera desenfrenada culmino en las puertas de la casa parroquial, esperando que le abriera su único habitante.

El párroco abrió las puertas para que ella entrara y la cerró detrás de ella.

El silencio nuevamente inundo la ciudad y los vecinos ensimismados se miraron entre si sin entender aquel espectáculo, que, aquella, alguna vez, niña hermosa de cabellos oscuros, oí convertida en una verdadera sicótica, había dado.

Pasaron horas y nada se sabía de Claudia o del párroco y mucho menos de lo que había causado esta reacción en nuestra protagonista.

Cuando ya llegaba la tarde y cada uno en su casa, corrió el rumor de que el párroco y Claudia volvieron a la antigua Casona.

Cuando todos estábamos frente a la mencionada casa el párroco hizo una oración invocando a las personas, o lo que hubiese, que estaban dentro de la casa.

-¡“SALGAN Y VUELVAN DE DONDE VINIERON”!

Lo hizo varias veces y Claudia solo lloraba, tapada con una manta temblaba y respiraba con dificultad; lo que hubiese pasado, la asusto mucho, demasiado. Ya la gente del barrio no sabia si en realidad querían saber que es lo que ocurrió; pero a mi personalmente me invadió la curiosidad y me acerque aun mas.

 

Claudia tenia los ojos brillosos llenos de lagrimas y en sus labios rastros de una sequedad fuerte ya que se veían curtidos, su piel eran aun mas blanca y miraba fija la ventana de la casa. El párroco se acercaba cada vez más y yo detrás de él con unos cuantos curiosos más. zsh themes - all about z shell and oh-my-zsh themes

Su exaltación se hacia cada vez más fuerte y transpiraba, aunque esa tarde refrescaba con el frió que sube de la sierra. Con su cruz en mano y pasos firmes avanzaba repitiendo:

-¡“DEJEN ESTA CASA Y VUELVAN DE DONDE HAN VENIDO, DEJEN EN PAZ A LAS PERSONAS DE ESTA CASA Y VUELVAN DE DONDE VINIERON, AQUÍ NADIE LES PERTENECE, EN NOMBRE DE JESUCRISTO YO SE LOS ORDENO”!

Lo dijo varias veces y cada vez con un tono de voz mas fuerte y con una seguridad en la voz que asustaba a quien lo viera. Se acerco hasta la puerta misma y golpeo esta con su mano derecha portando en esta el crucifijo, y una vez mas grito:

-¡”DEJEN ESTA CASA Y VUELVAN DE DONDE HAN VENIDO, DEJEN EN PAZ A LAS PERSONAS DE ESTA CASA Y VUELVAN DE DONDE VINIERON, AQUÍ NADIE LES PERTENECE, EN NOMBRE DE JESUCRISTO YO SE LOS ORDENO”!

Y en ese momento la puerta de la enorme casa se abrió de par en par, como si un huracán la desgarrara de sus trancas, un viento caliente salio de adentro de la casa y paso por encima de todos nosotros, y a través de él, un grito seco en un tono femenino, como si no se quisiese ir de allí.

El pánico invadió a todos, incluyéndome, jamás pensé que vería o escucharía algo así.

En el momento que todo se fue y se sentía un ambiente mas limpio y liviano, el cura se desvaneció, conciente, pero sin fuerzas en las piernas. Claudia lo socorrió enseguida y fue a la cocina por un vaso de agua con azúcar; se lo trajo en segundos.

Yo la miraba, y mi lengua no se contenía las ganas de preguntar

-“Claudia ¿que es lo que paso?”- Pero no podía, no era el momento.

Días después, en un ambiente más calmado me lo contó.

Subió a la habitación de su abuela, la cual a partir de su muerte paso a ser de ella.

Se acostó en la enorme cama, y se quedo dormida. En mitad de la noche sintió que no podía respirar y que algo le apretaba el pecho, trato de movilizarse un poco mientras aun dormitando estaba, prendió la luz, y se espanto al ver a su abuela sentada encima de su pecho totalmente desnuda y tocando sus cabellos.

-Era ella- dijo- pero sus ojos eran rojos y ceño fruncido, sus dientes estaban rotos como en puntas y toda su piel cubierta de manchas. En el momento que la vi note que su cabello el cual ella siempre mantenía atado estaba suelto y jugaba con sus manos como destejiendo aquellos largos cabellos grisáceos.

Salte de mi cama y ella cayo al otro lado de la cama.

Y se colocó en una posición casi canina, parecía que me mordería o atacaría. Empezó a retorcerse y a gruñir, era como un rugido de león pero venía directo de su estomago, o sus pulmones o no se de donde, pero no era de su garganta. Fue ahí cuando ya no aguante y salí corriendo, no podía creer lo que veía, mi abuela se convirtió en algo indescriptible.

Corrí hacia la puerta y al llegar a la sala, la encontré de nuevo sentada sobre sus piernas en posición de sapo, a lado de ella, colgaba el cuerpo de mi abuelo ahorcado con una soga desde lo alto de la viga principal del techo de la casa. Lo que vi fue espeluznante y no quiero que nadie lo vea, y ya depende de cada uno quien me crea o no, pero al salir afuera de la casa lo único que ella hizo fue reincorporarse, y caminar como humano, y solo mirándome cerro la puerta contenta, por dejarme afuera.

El Autor de este relato fué Boodha , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=12606 (ahora offline)

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2025-01-07

 

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