Aquella noche, como todas las noches, había salido en busca de una víctima, y sin esperarlo la encontré. No buscaba a nadie en concreto, supongo que cualquiera con una salud resentida habría valido.
Creo que me había pasado casi una hora agazapado detrás del contenedor de basuras. ¿Porqué me sigo escondiendo de esa manera, siendo de noche? Tal vez se trate de mi interés desmedido por el suspense y el terror. No hay ninguna sensación parecida a la que siento al caminar en la oscuridad, cuando lo hago pienso sólo en una cosa: >.
En cualquier lugar.
Incluso detrás de un contenedor, apestando a gato muerto. Sin duda esa es la sensación que debió sentir el pobre diablo que fue a bajar la basura y no se dio cuenta de una sombra desdibujada entre más sombras, el pequeño píxel fuera de su sitio.
En el trayecto entre las basuras y el portal, se apoderó de mí una angustia placentera, sabiendo que mis pasos no podían ser oídos y mi presencia, sólo figurada, como cuando caminando en la oscuridad imagino una puñalada en el bajo vientre. Súbita.
A veces me pregunto qué hubiera pasado si ese pobre diablo hubiese decidido bajar la basura una hora más pronto de lo acostumbrado. Cuando me pasa eso, cierro los ojos, olvido la expresión de horror plastificada en su rostro, me tomo una aspirina y pienso en alguna escena mítica de un clásico de Hitchcock. La escena de la ducha suele funcionar.
Otras veces no me queda más remedio que revivir el pasado. El pasado para mí tiene forma de llave inglesa, una forma contundente. El impacto fue perfecto (un cráneo hundido siempre es mejor que una herida abierta), sin embargo no conté con los más de cien kilos de peso, en efecto era un diablo con problemas para guardar la línea. Lo llevé a rastras hasta mi apartamento y al llegar casi no tenía fuelle. [Qué comico ver a un tipo como yo cargado con un tipo como aquél por las calles de una ciudad en plena noche. Afortunadamente nadie nos vio]. Viajes y turismo
Guardé la llave tras limpiar la sangre y le tomé el pulso a mi víctima temiendo lo peor: mas aún seguía con vida, por fortuna. Mi plan podía comenzar.
Desde que de adolescente viese todas aquellas películas siempre me he cuestionado (al igual que cuestiono porqué me oculto en plena noche) si una persona puede morirse de miedo. Es mi gran obsesión. Así que lo primero que hice fue atar al gordo a un pilar de ladrillos en mi garaje, despertarle, disfrutar con su desconcierto y ponerle una cinta de terror clásico.
El buen terror nunca falla. Claro que siempre hay alternativas.
Fui sometiendo a mi cobaya (pues no era más que eso para mí) a una dieta severa a base de carne de rata y agua de alcantarilla. Y terror, mucho terror. Tanto en formato vídeo como casero. Ponle una venda en los ojos a un tipo asustado y móntatelo bien porque seguro que le harás pasar un mal trago.
En mi caso, he de admitir que tardé algo más de lo previsto. En tres semanas tenía en mi garaje a un fiambre de pelo blanco y una bonita expresión de horror plastificada en el rostro.
Sólo existe una sensación comparable con caminar en la oscuridad, pensando sólo en una cosa. >.
En cualquier lugar.
Esa sensación es morir de miedo.
El Autor de este relato fué Bar%F3n de la birra , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7709 (ahora offline)
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Aquella noche, como todas las noches, había salido en busca de una víctima, y sin esperarlo la encontré. No buscaba a nadie en concreto, supongo que cualqui
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2021-05-28
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