Relatos cortos terror vampiros ¿Preparados para morir?

PREVIO

Nací cuando llovía con fuerza. Mi madre me parió al lado de un cubo de la basura. No lloré al nacer. Mi padre me dijo una vez, antes de tirarlo por la ventana del piso veinte, que era feo y peludo, con manos grandes.

Lo maté porque me dijo la verdad. También lo maté porque era un desgraciado hijo de puta que le hizo la vida imposible a mi madre, que se tiró de la misma ventana.

Mientras ella caía al vacío, el viejo se follaba a una puta de medio pelo en la cocina, mientras me tragaba una sopa asquerosa.

Con nueve años y odiaba como el que más.

¡Más que Caín!

Todo vino a mí con facilidad. Calles, rufianes, ladrones, matones, putas, políticos, chulos, muertos, vivos. Todos eran personajes de mi mundo. Calles solitarias y en penumbra. La noche como eterna compañera.

El día era para los fiambres que desconocen la realidad.

No pasé del metro setenta, pero mis manos eran como tanques de fabricación alemana. A veces dicen que fui yo el que tiró a abajo el muro de Berlín.

Una vez me enamoré. Fue de una niña dulce, sin corazón, deliciosa haciendo el amor y más musical cuando callaba y miraba con aquellos ojos llenos de océano.

Por ella estoy aquí, saludando y dispuesto a matar. Inocentes y culpables. ¿Inocentes? Nadie es inocente cuando me arrebatan lo que más quiero. Incluso no haber nacido no convierte a esa criatura en inocente. ¡Dios no es inocente!

Nací cuando Noé comprobó que en el barco no habían entrado las bacterias.

Después del saludito todos quedan paralizados. Esperando el manotazo. Caminando hacia la barra el dueño del bareto me sirve un güisqui. ¿Por qué no el café de todos los días? ¡Nunca tomo café! Siempre güisqui, o cualquier otra mierda. ¿Café? Qué es el café? Y Fumo, fumo más que nunca. Aquí dentro, en la calle, en la cama, bajo la ducha, en el Polo Norte.

-¿Qué buscas?

-¿Sí, qué coños haces tú por aquí?- pregunta la camarera huyendo hacia Mongolia Mejor Colchón Masajeador 【2022】 - Opinión Personal tras Usarlo 🥇

-Voy recordando, poco a poco, pero voy recordando todo. Falta un poco más de esta mierda para que de verdad pueda estallar mi cabeza.

El cura hace por levantarse, pero antes yo le envío la botella que impacta en su cabeza. Creo que está muerto. O no lo está. Pero estoy seguro que de momento.

no se moverá

-Más güisqui.

. ¿Preparados para morir?

Correr. ¿Mejor danzar? No, correr. Correr es lo mejor. No sé si llegaré pronto. No importa. Sé que llegaré. Todavía con estas manos apestando a muerto. Mientras voy en busca de " La Corrida " he matado a media docena de tipos que me han salido al paso. Madrid está de rojo. Los teléfonos suenan porque un lobo anda suelto. Vengativo.

Una persona me puede ayudar si quiere y si de verdad no quiere morir. Tiene la respuesta en la boca. No quiero matarlo. A él no. No necesito matarlo para sentirme bien. Lo matarán otros cuando diga lo que quiero escuchar.

Hay instantes en esta locura en que puedo moverme por la ciudad con los ojos cerrados. El olor me guía. No me guían los sonidos ni las imágenes. Es el particular olor a miedo y a muerte.

Estoy cerca de la verdad. Es una verdad absoluta. Empírica.

Otra vez en el bareto. En el garito. Con el dueño -¿es el dueño? El olor me ha conducido hasta aquí. No hay equivocación posible. Estamos ante la verdad. "Hola, verdad".

Los dos maricones hablando. El cura rezando. Estereotipo. Si prefieren ustedes, diré que masturbándose mientras ve moverse a la camarera. Reno en la tele hablando y hablando y hablando. ¿Guardando silencio? El gigantón limpiando vasos.