Estoy muy contenta. Es mi primer día de trabajo, por primera vez he pasado una entrevista y, al fin, puedo trabajar y ganar mi propio dinero.
Al entrar, nos pasan a una sala a cinco compañeras más y a mí. Somos dependientas de unos grandes almacenes muy importantes. La satisfacción de los clientes es lo primero. Es muy importante que seamos atentas y no generemos quejas.
Después de la breve charla, nos distribuyen en distintas plantas, listas para trabajar.
Mientras espero a que se abran las puertas, me fijo en el uniforme; la blusa se transparenta un poco y me aprieta el pecho. Pienso que me tenía que haber puesto unas tiritas para que no se me notasen los pezones. La minifalda es un poco corta. Y, aunque son muy bonitos, los zapatos de tacón alto no son muy cómodos. Lo que más me gusta son las medias de rejilla, que tornean mis piernas y terminan un poco antes de llegar a la ingle.
Son las diez en punto, se abren las puertas y la gente comienza a entrar. Estoy en la sección de lencería.
Un señor maduro, algo obeso, me pregunta qué talla uso de sujetador, es para comprarle uno a su mujer, que tiene un pecho parecido al mío. Le llevo al modelo más bonito y le digo que una 95. El señor me mira fijamente al pecho, y me pregunta si me importa probármelo, le gustaría saber cómo queda.
Yo estoy cortada. No sé muy bien que hacer. Pero no quiero negarme y tener problemas ya con mi primer cliente. Así que vamos a los probadores, casi vacíos a estas horas, y me lo pruebo. Se lo enseño sin la blusa. La verdad es que me hacía el pecho más gordo.
El señor me mira, y toca el sujetador rozándolo. Después me sopesa los pechos con la mano y me los aprieta. Yo le intento quitar una mano con timidez, no quiero que sienta que no soy buena dependienta.
El señor me dice que le gusta mucho, y que probablemente se lo lleve, pero le gustaría saber cómo queda con el tanga a juego.
Esto me da menos corte, porque para ello no hace falta que me quite la falda, ni las medias, ni los zapatos. Me quito mis braguitas y me pongo el tanga. El señor coge mis braguitas y se las guarda en el bolsillo del pantalón.
Me levanto la falda y le enseño el tanga. El señor me pide que me dé la vuelta. Entonces le enseño el culo. Espero estar actuando profesionalmente. La verdad es que si vendo el conjunto, la comisión de ventas es jugosa.
El señor pone una mano en mis nalgas y otra en mi teta izquierda. Los aprieta y me mira. Cierra la puerta del probador y está llevando su mano hacía mi vagina.
Yo no sé si es correcto, pero le dejo hacer. Mientras no me viole no pasa nada. Pero en ese momento me asusto. El señor me ha metido dos dedos por el coño. "Estás mojada, zorrilla", me dice. Blog sopper tappers
Me aprieta contra él y noto un bulto duro a la altura de mi vientre. El señor me coge del pelo con una mano, se desabrocha el pantalón y me enseña su polla.
Sin darme tiempo a gritar, el señor me mete su polla maloliente en la boca. Sólo puedo decir "mmm", su polla me llega hasta el fondo de la garganta y me asfixia. Casi no puedo mover la lengua. Tiene una polla gorda y caliente. Me consuela sentir que, al menos, la puntita es suave y sabe dulce.
Sin dejar de tirarme del pelo, me levanta, coge una de las perchas, y me la mete por el coño por la zona de la punta redondeada. Mientras me mete toda su mano en la boca y me ordena que le chupe los dedos, que como puta no tengo precio.
Yo le obedezco. Siento el metal frío de la percha entrando y saliento por mi chochito, aunque se va calentando y mojando. Con la otra mano me ha quitado el sujetador y me está pellizcando los pezones.
Intento decirle que me está haciendo un poco de daño, pero no puedo dejar de chupar sus dedos. Justo cuando lo pienso, deja de meterme la percha por el chocho.
Pero no me dura mucho el alivio. En seguida me mete la polla y me empieza a empujar muy fuerte. Estoy jadeando, aunque no sé muy por qué, e intento decirle que, por favor, no me empuje tan fuerte.
Él me entiende y me empuja más fuerte todavía con un "zorra barata, aprende a atender bien a tus clientes y calla tu sucia boca". Estoy empezando a notar mi coño irritado, me escuece, su polla además es demasiado grande y parece que quiere atravesarme.
En un momento, da unas sacudidas y se corre dentro de mí. Nos vestimos, coloco el conjunto otra vez en su percha, y vamos a la caja.
"Puta de mierda, me vas a regalar el conjunto". Yo le digo que no puedo, que si no lo tendría que pagar de mi sueldo. Él me amenaza con quejarse a mi jefe. Al fin se lo pago y se lo doy. Pero él me pide el número de teléfono. Quiere tenerme localizada para próximas ocasiones. No tengo más remedio que dárselo.
.......
Y así he acabado. La gente compra mucho en mi planta, sobre todo hombres. Es extraño que al llegar todos me toquen por debajo de la falda o me rocen las tetas sin querer. Sin embargo, con mis compañeras no lo hacen.
El señor me sigue llamando. No sólo me usa para él cuando él quiere, sino que muchas veces me utiliza en reuniones de negocios o en los cumpleaños de sus amigos como sorpresa.
El Autor de este relato fué Fenicia Guayana Bianca , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=10907&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos eroticos Fantasías Eroticas *Atenta Dependienta*
Estoy muy contenta. Es mi primer día de trabajo, por primera vez he pasado una entrevista y, al fin, puedo trabajar y ganar mi propio dinero.
relatoscortos
es
https://cuentocorto.es/static/images/relatoscortos-relatos-cortos-eroticos-fantasias-eroticas-atenta-dependienta-166-0.jpg
2021-04-19
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente