Miami, 23 de Febrero de 2005
Estimado y siempre recordado Ricardo,
Sé que no te he escrito ni llamado en meses y cualquier excusa que te de no será suficiente para remediar mi ingratitud hacia un buen amigo. No obstante, hoy me encontré con Walter por la calle, y grande fue mi sorpresa cuando me enteré que está en su luna de miel. Será que tanto y tanto tiempo me he alejado de ustedes que no tenía idea de los planes de boda que Walter tenía con Mónica. Para ser honesto, a ella la noté ligeramente más rolliza de lo normal, pero no me atreví a preguntar lo que sospeché en ese momento.
Entre otras cosas, Walter me comentó que renunciaste a tu trabajo en la Argentina y estás de vuelta en la ciudad que te vio crecer. No sé las razones pero asumo que se trata de algo mejor y, si es así, te felicito de antemano. Desde que te conocí admiré tu habilidad para abrirte paso y lograr lo que querías sin importar cuánto esfuerzo signifique.
Yo, por mi parte, ando visitando a alguien en Miami y estoy aquí desde ayer, aunque pienso volar de regreso en un par de días, por lo que cuando leas esta carta estaré a solo veinte minutos de tu casa. Claro, el correo electrónico es mucho más rápido, pero ya me conoces, nada como una tradicional carta para darle mayor validez a mis palabras.
Te cuento que hace un par de semanas falleció Coché; sé que te acordarás que estaba con cáncer, así que no creo que te asombre mucho saber de su muerte. De cualquier modo, eso no lo quita lo penoso que resultó para mí. Más que mi abuelo, él se había convertido en un gran amigo a raíz de su prolongada estadía en mi casa cuando yo todavía era un niño.
En realidad me sentí bastante mal cuando me enteré de su fallecimiento porque, aunque te suene a esotérico y, sabiendo que yo no creo en ese tipo de cosas, tuve un sueño en el que estaba en su casa, conversando con él, y me preguntaba por qué no lo visitaba, que él quería verme; y cuando yo le dije que lo haría, me dijo que no me preocupara, que ya era momento de partir. Al despertar, se me ocurrió ir a verlo pues no lo había hecho por cerca de un mes. Sin embargo, a los pocos minutos sonó el teléfono y mi madre fue la primera en recibir la triste noticia en mi casa; Coché acababa de morir, en su cama, tras un último rezago de agonía. Significado de refranes
Comprenderás que a pesar de mi escepticismo, algo en mí me hacía creer que Coché se había despedido, de alguna manera, del nieto junto al que hace ya varios años reía mientras veía el programa de “los tres chiflados” o hablaba mil maravillas sobre ese pueblo que tanto le gustaba visitar.
En fin, ese fue solo uno de los momentos emocionalmente difíciles por los que he pasado desde que dejamos de vernos, hermano. Hay tantas cosas que me gustaría compartir contigo y escuchar ese “pero…” que siempre encuentras para sacar a la luz lo positivo de cualquier situación; te lo digo en serio.
Sigo viviendo en la misma casa, sigo con el mismo número, así que si decides pasar por alto mi ingratitud tan infantil y reunirte conmigo en unos días ya sabes cómo encontrarme. Salúdame al loco de Mauricio que, por lo que escucho, sigue igual de parrandero.
Te mando un abrazo que espero poder darte personalmente, de “publicista a publicista”, como dirías tú, y me despido con los mejores deseos de encontrarnos en ese lugar donde pretendíamos filosofar a nuestro modo. Adios compadre.
El gordo
El Autor de este relato fué Pappo Texaco , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11481&cat=craneo (ahora offline)
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2020-08-22
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