Con cuidado le fui retirando mi verga de su agujerito, y al sacarlo por entero pude ver su hoyito dilatado por el intruso desmesurado que había recibido hace instantes. Mi trozo de carne se encontraba embarrado de sangre, esto era algo natural pues de igual manera sucedió con sus amigas, aunque claro, la pequeña Fátima sangró más pues resistió sobremanera mis embates. Mi leche no afloró para nada porque al parecer se la dejé completa en el fondo de su útero imposibilitando que chorreara por su conducto vaginal.
Llevé a la niña al baño y juntos nos aseamos en la ducha los genitales. Suavemente mi mano frotaba con una toalla de cara sus labios vaginales hinchados de tanto cachar.
- Bueno, pequeña, ahora ya estás limpia.- dije secándola. mientras ella se mantenía de pie.
- Profe, ¿por qué me salió sangre?- preguntó curiosa levantando la pierna izquierda para secarla mejor.
- Pues, porque has dejado de ser una niña y ahora eres toda una mujer.- murmuré terminando de secar sus partes.
- Ah, vaya no sabía que era así.- dijo asombrada y aun apoyada a mis hombros para no perder el equilibro.
- Así es mi linda Fátima.- dije secándome la verga. Supongo que estarás contenta.
- Sí, profe, mucho.- contestó sonriendo. Y ahora que lo veo otra vez, no sé cómo me pudo entrar toda su cosa.
- Yo también me sorprendí mucho.- contesté. Que pudieras aguantar toda mi verga en tu conchita.
- Sí pues profe, porque aún soy muy chica.- dijo mirándose la rosada y todavía hinchada vagina. Y su cosa es muy grande y gorda.
- Ja,ja,ja, bueno linda, ya eso pasó y sabemos que si aguantas.- dije abrazándola mientras ella respondía a mis halagos con besos en la mejilla.
Después de vestir a la mocosa, me dirigí al resto de sus amigas, quienes conversaban amenamente entre ellas.
- Y bueno, chicas locas, ¿quién sigue?- pregunté tanteando a la siguiente víctima de mi animal.
Tímidamente Olenka levantó su mano de entre el grupo y yo me acerqué a ella acariciando su cabello, sentándome a su lado.
- Mira cómo la traigo, Olenka.- dije tomando mi trozote de carne que dormía plácido esperando salir de su sueño.
- Sí, profe, ¿por qué no esta grande?- preguntó esperando mi respuesta.
- Pues, porque necesita una nena linda que lo reanime.- contesté sonriendo a la niña.
Ella respondió a mis sugerencias y su mano tomaba con firmeza a mi arrugado animalón pero no por ello exhausto pues esperaba tan sólo la oportunidad para demostrar su extraordinaria dimensión y vitalidad. Y así pasó, con cada movimiento de su manito, jalando mi pellejo de arriba hacia abajo, mi verga empezó a incrementar su descomunal tamaño que tanto atraía a mis alumnas. Sin demora tomé a Olenkita y la eché abriendo sus piernas mientras mi animal descansaba babeando jugos preseminales sobre su barriguita extendiéndose más allá de su ombligo; ella continuaba jugando con mi embutido frotándo el tronco contra su clítoris descubriendo nuevas sensaciones. Yo tan sólo la miraba y la dejaba que hiciera lo que quisiera con mi pedazo de carne pues no me podía negar a los deseos de una niña.
Sin mediar palabra alguna, le quité de las manos su juguete y lo embadurne de su ansiada capa de vaselina, dispuesto a invadir las interioridades de la cuarta niña en mi vida. Mi glande se deslizó por toda su conchita embarrando sus diminutos vellitos castaños para luego ir entrando sin pedir permiso como un intruso descarado a través de su conducto vaginal. Ella soltaba unos grititos divertidos a cada centímetro que avanzaba en su interior.
- ¿Cómo vamos pequeña?- pregunté empujando otro centímetro más.
- Ayyy, profe, ¡qué grande la tiene!- suspiró la niña tratando de cerrar sus piernas.
- Abre más tus piernitas.- dije tomando sus rodillas y separándolas. Así te va a doler menos.
- Es muy grandota y gordota su verga, profesorcito.- dijo cubriendo sus pechos con las manos como protegiéndose de una amenaza invisible. ¿Me la va meter toda como a Fátima?
- Es distinto, Olenka, ella sí aguanta un montón.- dije. Pero tú me dices cuanto más te la meto, ¿ok?
- Ya, profe, está bien.- contestó la muñeca dejando sus piernas abiertas con una porción de verga metida en sus entrañas.
Nuevamente me encontraba forzando la eslaticidad de su cavidad, pues era mucha la desproporción de mi pene ya desarrollado de adulto en comparación de su aún inmadura cavidad de niña. Sin embargo, nunca vi esto como una dificultad en conseguir mi objetivo, cada centímetro ganado en su interior era acompañado de los gritos, gemidos y muecas de dolor de mi alumna. Una vez más sentía la flexible tela del himen como obstáculo a mis intenciones pero eso no me detendría en mi embestida desvirgadora. Mi cuerpo se posó sobre el de Olenka y mis brazos la sostenían firme y lista para su defloración. Besé sus labios, a la vez que descubría sus pezones que se alzaban como dos cerezas maduras, mi mano las acariciaba y apretaba, ante la mirada divertida de mi niña al sentir mi lengua saborear sus senitos que se mostraban mucho más desarrollados que el de sus amigas; ella sonrió abriendo sus piernas mucho más y de un certero embate, mi pene, cubierto de su deliciosa miel, atravezó su niñez y su grito destemplado sacudió el cuarto.
Mis caderas iniciaron un rítmico y cadencioso vaivén, entrando y saliendo, saliendo y entrando a través de su vaginita apretada y húmeda. A estas alturas de la sesión, la temperatura en el cuarto era casi insoportable, nuestros cuerpos se encontraban salpicados de tenues gotas de sudor. Ella sólo dejaba que hiciera lo que me viniera en gana con su cuerpito y yo no la decepcionaría. Iba y venía sintiendo la suave opresión de su papita pues los fluídos que corrían a lo largo de mi vergón facilitaban la penetración, que incluso mojaban los vellos púbicos de mis huevos; era como las anteriores, una delicia de niña. Vaya el día que ingresé a ser profesor, ¡sí que es una profesión gratificante! De cuando en cuando Olenkita soltaba uno que otro grito desaforado al sentir que mi trozo de morcilla chinchana, si cupiera la acepción, se adentraba 2 ó 3 centímetros en su interior pero a la vez escuchaba sus gemidos que escapaban de su garganta, mi alumnita se deleitaba con mi verga sacándole juguitos a su conchita.
Los minutos se pasaron ante la atenta mirada de nuestras espectadoras de lujo, y una vez más las urgencias testiculares me agobiaban. A borbotones, una cantidad de lechazos incontables inundaban su tierna vagina mientras ella sonreía atrapada en mis brazos.
- ¡Qué rico ha estado, pequeña Olenka!- susurré a su oído aún agobiado por la faena.
- Sí, profe, me gustó mucho.- dijo tratando de normalizar su respiración.
- Ya viste que no dolió mucho.- dije tocando su cabello sonrojado por el esfuerzo sexual.
- Así es profe, sólo un poquito de rato en rato.- contestó sonriendo.
- Bueno, si lo sé.- dije disfrutando aún de su conchita. Es que a veces te metía un poco más.
- Ahhh, es que la tiene muy grande.- murmuró asombrada.
Una vez separados, nos quedamos acostados uno al lado del otro en la cama, y las demás se sentaron con nosotros.
- Profe, que grande se le ve aún su cosa... digo verga.- dijo Carlita señalando mi trozo de carne.
- Sí, profe, ¿por qué sigue así?- preguntó Alexita.
- Pues, es porque aún falta Valeria.- dije sonriendo.
- Ahhh, por eso no se hace más chico.- dijo Carlita. Aunque de chico no tiene nada. Blog de Nutricion, Entrenamiento y Fitness
- Es que cuando se ve más chica es porque está dormida pues Carla.- dijo Fátima. ¿Cierto profe?
- Así es lindura.- dije acotando. Cuando está dormida es más pequeña que cuando esta parada.
- Claro, así se le ve.- agregó Olenka sobándose sus genitales hinchados. Muy grandota cuando está parada.
- ¿Y les gusta cuando está parada?- pregunté tratando de alimentar mi ego.
- Sííííí, mucho profe.- gritaron las niñas.
- Se le ve muy bonita así tan gorda.- dijo Fátima sonriendo.
- Y tan negra.- dijo Valeria. Parece ese palo que usan los policías.
- Claro, así parece.- agregó Alexita. ¿Cómo se llama ese palo, profe?
- Pues, macana o garrote.- contesté educándolas como buen profesor.
- Ahhh, no sabía.- respondió Valeria.
- ¿Y a ustedes no les molesta que sea negro?- pregunté curioso por sus repuestas.
- La verdad que a mí no me molesta, profe.- dijo Alexita. regalándome una sonrisa.
- A mí tampoco.- dijo Fátima repitiendo el gesto afectivo. Es más me gusta mucho.
- Sí, se le ve bonita.- agregó Carlita. Porque como somos blancas me gusta así para ver bien cuando entra en ellas.
- Entiendo, te gusta mirar.- dije sonriendo ante su confesión. Pero, ¿y te gustaría verte a ti misma cuando te entra?
- Sí, profe, claro que sí.- contestó animada por mi propuesta. Pero, ¿cómo haríamos?
- Bueno, es fácil, para la próxima pongó un espejo frente a nosotros y te siento encima de mí.- respondí con sapiencia. Y así podemos ver los dos como entra.
- Ahhh, profe usted sabe mucho.- dijo con la alegría pintada en su carita mientras sus amigas sonreían por mi grandiosa idea.
El tiempo corría y ellas tendrían que regresar a sus casas. Presuroso tomé de la mano a Valeria, quien se dejó llevar dócil y se colocaba abriendo sus piernas para mí. Mi animal parecía que hubiera jugado con vaselina pues se mostraba completamente embarrado y dispuesto a completar su faena del día. Mi alumna cerró sus ojos mientras yo me abría paso a mi quinta vagina infantil, todo el manzanón entraba encontrando una efímera resistencia, la pequeña se debatía adolorida por el efecto inicial de mi salchichón, aguantando cuanto podía pues su cuerpo era uno de los más menudos. Todo ocurrió como tantas otras veces, su himen frenaba mis ímpetus desvirgadores pero sabíamos que eso sería algo momentáneo pues contaba con un arma propicia para esos casos, tenía nada más y nada menos que al "Asesino de niñas", que gustoso desempeñaba su papel como destructor de hímenes. Mis brazos se cruzaron por debajo de sus zobacos lampiños, dejándola expuesta a mi perversión, mi boca se situó a la altura de suya y en silencio intercambiábamos la respiración de nuestros pulmones. Con una buena embestida, penetré límpiamente en su conducto vaginal, convirtiéndola en toda una mujer.
- Está muy grande profe.- gimió la inocente poniendo un gesto de dolor muy marcado en su carita.
- Bueno, entonces tendré mucho cuidado.- susurré mordiendo un pezoncito respingón.
- Je,je,je, profe se pasa.- dijo Valeria riendo aún adolorida con mi ocurrencia.
- Entonces sigamos.- agregué tomando posesión de su cuerpito.
Sus gemidos y gritos eran suficiente aliciente para seguir en mis acometidas, dentro de su cuerpo mi animal tomaba poder de cada uno de sus rincones vaginales, sus entrañas eran mías. Mientras la niña y yo hacíamos despliegue de nuestro accionar sexual, unos timbrazos nos hicieron detener.
- ¿Aló?- preguntó Carlita. Si mamita, ya no demoramos más.
- ¿Qué pasa, pequeña?- pregunté dubitativo.
- Era mi mami, que me decía que no nos demoremos.- dijo mirando a sus amigas.
- Entonces, hay que apurarnos.- dije mirando a Valeria que asentía por continuar.
Con mi boca en su oído seducía a la pequeña Valeria quien enloquecía ante mis halagos y me pedía que no me detuviera en la cogida, le estaba sacando agüita a la mocosa y eso la estaba volviendo loca por completo, mi abdomen planchaba su estomagito caliente de hembra arrecha disfrutando a su macho, deseosa de que le entregara su regalo esperado. La humedad de su cuevita era la delicia de las delicias, en definitiva cada una de ellas escondía en su naturaleza infantil las destrezas sexuales que manifestarían en su adultez, para suerte de sus acompañantes de turno. Y mientras tanto, yo me veía como el afortunado que disfrutaba de sus precocidades en un mutuo aprendizaje de alumnas-profesor. ¡Qué buenas eran estas niñas cachando!
Una copiosa lluvia láctea salpicaba a más no poder su conchita, apagando las llamas de su fuego interior.
- Vaya, pequeña, me has hecho disfrutar mucho.- alcancé a decir ahogado por la sesión coital.
- ¿De verdad profe le gusto?- preguntó admirada de sus propias habilidades.
- Es en serio, Valeria.- dije tocando su cuerpo. Ha sido una cogida que voy a recordar por siempre.
- Lo quiero mucho, profe.- dijo la niña besándome los labios.
- Yo tambíen te quiero mucho.- contesté metiendo mi lengua en su boca. Y las quiero a todas ustedes en general.
Ya con la premura del tiempo encima, las niñas procedieron a vestirse, lo cual dada la cantidad de ropa amontonada en un solo lugar, era un verdadero desastre. Unas a otras se lanzaban los calzones, medias y sostenes, confundidos en el revoltijo, mientras Fátima y yo éramos divertidos espectadores de tamaña lucha por decirlo de una manera. Al estar listas, se fueron despidiendo de mí en fila india con un beso en la boca, agradecidas por la tarde de goce que les había dado. Aunque las gracias eran mías pues sin querer me hicieron partícipe de una orgía que sólo en sueños se puede vivir, y yo la tuve con tres niñas inexpertas pero deseosas por graduarse como verdaderas doctoras en la materia. Ya habría la oportunidad de estar con las cinco al mismo tiempo y eso sí que sería algo que tal vez no podría resistir pero que yo me encontraba dispuesto a probar.
Aunque esperaba que más gente dejara sus comentarios, me siento muy contento de los que sí lo hicieron y como les prometí ahí les dejo mi msn para que me agregen. [email protected]
Espero más comentarios para continuar con mi relato pues lo que he contado hasta ahora es de marzo y las primeras semanas de abril, y recién las estoy publicando en julio, o sea ya pueden ir haciéndose una idea de todo lo que ha pasado en este tiempo. Y si así lo desean, contaré algunas experiencias previas antes y después de mi llegada a Lima, dónde conocí a muchas mujeres de distintas edades que me hicieron conocer las delicias del sexo de forma divertida, espontánea y hasta extraña. Bueno, eso ya se los contaré a su debido momento. Muchas gracias por leer mi relato.
P.D.- En la primera parte de mi relato se filtró el nombre de Sandra en lugar del nombre de Fátima, que es el que debía ir, y se debió a que mientras pensaba como relatarles esa parte del diálogo recordé a mi primera enamorada allá en Chincha y cuyo nombre ya se imaginarán es Sandra. Ya les contaré cómo fue que me conocí con ella cuando aún éramos unos adolescentes descubriendo sus cuerpos.
El Autor de este relato fué Miguel , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11478&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos eroticos Desvirgaciones Esas Niñas III
Con cuidado le fui retirando mi verga de su agujerito, y al sacarlo por entero pude ver su hoyito dilatado por el intruso desmesurado que había recibido hace
relatoscortos
es
https://cuentocorto.es/static/images/relatoscortos-relatos-cortos-eroticos-desvirgaciones-esas-ninas-iii-397-0.jpg
2025-02-10

Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente