Comienzo a estar borroso...
Aún no había llegado otoño y mis hojas ya habían empezado a caer, no podía explicármelo. Estaba confuso, pero a la vez feliz y agitado, pues por fin veía el color de las hojas que caían de mis ramas, eran de un hermoso tono púrpura azulado, nunca había visto un color tan hermoso, estaba orgulloso de que aquel color fuera mío, era un matiz triste, pero tan bello, expresaba tanto... Había algo extraño en mis hojas, a pesar de su hermosura, no podía observarlas claramente, a veces incluso no se distinguían unas de las otras, estaban sumidas en una especie de disipación que me dejaba perplejo, cuando las miraba, era como si viviese un sueño, como si el color estuviese de alguna forma diluido, emborronado. Creí que aquello era parte de su hermosura, de su encanto, una fantasía de tonos violetas endulzados con una pizca de color azul que se escapaban de la percepción despejada que solían tener las demás cosas... Más tarde me percaté de mi error, cuando empezaron a caer mis ramas. Mis ramas se deshacían de la manera más triste, no se rompieron y cayeron al suelo, tampoco me las arrebataron en un golpe de viento, simplemente, se deshacían. Recuerdo una parte de mí en especial, una de mis ramas, la cual siempre había tenido un color levemente más oscuro que las otras, fue la primera que cayó, como la lluvia borrando el significado de miles de páginas escritas, pero nunca leídas. No entendía qué estaba ocurriendo, cada vez veía menos de mí, estaba borroso, y una increíble sucesión de hilos marrones emergían de mis ramas queriendo escapar de mí ser, el hermoso color púrpura, antes un violeta espléndido, empezaba a dividirse en rojo y azulón. Mi esencia desaparecía y con ella mi alegría, dentro de la encantadora tristeza del tono de mis hojas, las cuales seguían cayendo, al mismo ritmo que yo caía y dejaba una especie de abismo blanco y luminoso encima de mí. Pensé de nuevo y comprendí. No era un árbol de verdad, era un simple reflejo de árbol hermoso, no era un árbol hermoso y estaba desapareciendo, jamás volverían a pintarme, alguien se rindió antes de rectificar esa rama oscura que era, al fin y al cabo, parte de mi ser, me diluía, y por muchos nuevos árboles púrpuras que brotaran pintados de manos virtuosas, nunca sería yo el que iba a ocupar el espacio en blanco que se agolpaba tras de mí. Desaparezco, no estoy muriendo, sólo desaparezco..
El Autor de este relato fué In%E9s , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=2374&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos terror Pesadillas El árbol color púrpura
Aún no había llegado otoño y mis hojas ya habían empezado a caer, no podía explicármelo. Estaba confuso, pero a la vez feliz y agitado, pues por fin veí
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2024-10-01
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