Se apeó del taxi un hombre alto, ya entrado en años. Vestía impermeable y sombrero negro y llevaba en la mano una desvencijada maleta. Pagó al conductor, se volvió y permaneció inmóvil, con la mirada fija en la casa.
Max von Sydow, negro como una sombra, de pie en la entrada, con la niebla envolviendo la casa; y él, maleta en mano, con la cabeza alzada hacia la luminosa habitación de Regan es una de las escenas más famosas de El Exorcista.
Luego vienen las demás: levitaciones, rotaciones de cabezas, blasfemas obscenas, trabajo inagotable para el maquillaje y vomitonas de puré de guisantes. Escenas plagiadas por otras películas, o series, y por supuestos poseídos sugestionados; e incluso parodiadas por Cruz y Raya. Se imita lo que se admira así que deduje que El Exorcista es uno de esos clásicos (modernos) que hay que ver.
Tras un ameno desayuno (nada de guisantes) agarré el libro de William Peter Blatty (escritor de la novela, guionista y productor de la película. Aún le debe durar el dinero del filón ). Empleé unas ocho horas en la lectura del volumen. No era la primera vez, ni creo que sea la última. Luego, a la medianoche, con las persianas echadas y las luces apagadas, dejé rodar el film ante mis ojos; un par de horas más.
El tópico sería decir: - Oh, ya bueno, el libro es mejor.
Y coger ese aire, que aún tienen algunos, que el cine no es un arte, sino un entretenimiento para borregos que quieren ver pechos, explosiones y disparos.
Comparar libro y película es un error, pero sumergirme durante diez horas en la historia y no hacerlo, es desaprovechar el tiempo. Así que, aquí van unos torpes comentarios:
1.- La película no es una plasmación del libro. El guión no poda la historia, para reducirla, sino que en gran parte la mutila. (Los personajes son bocetos: desde el trastornado padre Karras, hasta al mismísimo Diablo, pasando sin duda por Chris (la madre) son cortados sin miramientos y nos perdemos en muchos casos las razones de los porqués; por no hablar del paso fugaz de Burke Dennings (el director de cine que se cae por la ventana), la presencia inoperante de Sharon (la secretaria/canguro), la obligada pero inútil aparición del detective, y sin duda y más terrible, la mutilación de la historia en lo que refiere a la trama de los criados y su secreto).
2.- El libro, un ejemplo perfecto de lo que sería la estructura para mantener la tensión (intercalando los episodios sobre la Regan/Diablo, con los del hundimiento de Karras primero y la investigación del detective después; con un punto álgido en cada final de capítulo (ruidos en el desván, la cama q se mueve, el presagio de muerte del astronauta en la fiesta, la bajada invertida por las escaleras, el giro de cabeza, y la aparición final de Merrin (el exorcista). Ese mismo libro, perfecto como estructura, llega en pasajes al tedio, por la excesiva información que vomita Blatty, de quien no voy a negar que desde luego investigó, y mucho, para escribir la novela, quizás incluso demasiado en aspectos médicos algo que la película reduce y resume de forma mucho más admirable y amena.
3.- De casi todas las adaptaciones de novelas al cine (que haya leído la novela antes, después o incluso durante la película-) algo que suele ocurrir es que los inicios son pausados y tranquilos, y luego el final siempre viene de sopetón, parece que no hay tiempo, y se va tan directo que se pierde toda emoción.
En el caso de El Exorcista, el punto álgido de la novela es el exorcismo. Hay una lenta pero continuada excitación emocional y de tensión que va creciendo (con los finales de capítulo impactante, que dejan al lector con la misma atracción y miedo, de girar la página y seguir leyendo). En la película el punto álgido es para mi- la bajada de escaleras de la Regan al revés (escena vista mil veces en cortes y flashes de cine de terror, pero que dentro de su contexto sigue impactando). Luego, la apresurada petición del exorcismo, y sin duda la investigación y preparación de Karras respecto al tema, van más aceleradas que dos adolescentes en un ascensor. Merrin aparece de repente, el exorcismo se intenta alargar, pero como el guión ha mutilado los nexos entre los personajes que en la novela convierten al Diablo en el corazón y el alma de todos los demás, ni siquiera el final-final, se salva de la sensación de estrés apresurado de los últimos minutos.
También destaca que en la novela la muerte/salvación es en off. Vemos (leemos) lo ocurrido a través de la madre de Regan que entra en la habitación y observa el panorama. En el film se ve, se ve todo, con lo cual se pierde la emoción final. Y el batacazo no es más que algo previsible en la película, casi como una venganza de Karras, más que como un acto de devoción al Dios en el que había perdido la fe.
El colmo del horror, es que en un intento de parecerse más a la novela, el film reproduce el mismo episodio (post-exorcismo) entre los supervivientes. Algo, que quizás debería haberse alterado dejando el final-final como la salvación de Regan, sin ese guiño cinéfilo del detective que en la película pinta poco más bien nada. summerday.es
4.- ¿Y el por qué? Hay historias que no tienen porqué. El exorcista es una de ellas, en parte. Regan, la niña poseída, no tiene nada de especial para ser la elegida. Karras y Merrin hablan de ello, durante un descanso, y llegan a la conclusión que, el Diablo, más que usar a la niña como víctima la usa como instrumento de tortura con los que se acercan a ella.
El único punto explicativo de la entrada del Diablo en la vida de Regan es un tablero ouija, con el que la niña solitaria juega en el sótano. Lo he encontrado, dice cuando su madre le pregunta. En la novela, no sólo se nos explica que fue la madre la que adquirió la susodicha tabla sino que ella jugó con ello previamente. (Más otro trastorno de la madre, un hijo suyo que murió repentinamente por un mal diagnostico y su miedo a los médicos y a las enfermedades y/o a no ser/estar lo suficiente por su hija Regan algo omitido en el film). Aún así, no todo aquél que juegue con una ouija será poseído por el Diablo (¿verdad Darthpitufina?).
La película, aunque parece que la esté echando por los suelos, tiene aspectos muy agradables. Va envuelta en un pack de intranquilidad del que se perciben flashes sombras antes que un personaje encienda la luz, rostros diabólicos en milésimas, murmullos mortecinos (y paso de la leyenda negra que tiene el film, extraños accidentes ocurridos y otros aspectos, en los que uno nunca llega a saber qué parte son o fueron reales, y qué parte eran sólo para apuntalar con publicidad el film, y perpetuar su vida). La música provoca una sonrisa cómplice (menos cuando suena en el móvil de alguien, y siento de repente las ansias de ¡matar!).
La atmósfera oscura, negra, del film se extiende más que la sotana de Karras, su pelo negro negrísimo (en una escena de charla de bar, dónde su cara aparece entre la oscuridad del pelo y la sombra del reservado), las sombras de la habitación, el clima otoñal e invernal de la ciudad de Georgetown, donde transcurre el film, así como el propio color entre rústico y abrillantado con esmero, de los muebles de la casa.
Tres actores sobresalen: El trastornado y perdido padre jesuita es clavado por el actor que lo interpreta, con un físico entre eterno perdedor y amargado sumiso siervo de Dios.
Toneladas de maquillaje aparte, la actriz que se esconde bajo la poseída Regan, está maravillosa (cierto q su tono de niñita repelente de mamaíta, papaíto del inicio no me despierta grandes simpatías, pero eso ya viene del personaje), luego, antes de la transformación, tiene un par o tres de admirables momentos de inocencia (charla con su mamaíta), de locura (la despersonalización en la consulta del médico) y de dolor interno en una escena en que lo único que hace es cambiar de camilla.
Dicen que no hay nada más difícil para un actor que no hacer nada. El momento en que pasa de una camilla a la otra su rostro es una mezcla de: cansancio, dopamiento intravenoso, dolor interno y preocupaciones (Quizá es que la actriz ya estaba hasta su maldito coño de repetir la jodida escena una y otra vez, y su cara era de: ¡estoy harta, harta! Pero el caso es que al personaje le va como anillo al dedo, y traslada de maravilla la mezcla de sufrimiento interior y dolor indescriptible apaciguado por docenas de calmantes).
El tercer actor que sobresale es Max von Sydow, en el papel del exorcista padre Lankester Merrin, sobresale más que nada, ¡porque nunca me había parecido tan alto! ¡Leñe! Subiendo la escalera hacia la estancia de Regan, parece el chino ese que juega en la NBA.
Como película, no acaba de encajar sin chirriar, porque todos los personajes tienen más que decir y que hacer (y eso, hay que buscarlo en la novela). Aún así, la fama de clásico moderno, esta ahí, y merecida. No es, o al menos yo así lo creo, un film de terror. Tampoco sería un tonto film de sustos. Tiene un atmósfera y una vida propia (vida mutilada y aún así, intranquilizadora). En el año 2.003 y pese a que las grandes escenas ya han sido explotadas hasta la saciedad, el tramo desde el inicio del episodio de Georgetown, hasta la bajada de Regan por la escaleras al revés y a cuatro patas sigue no dejando indiferente.
El error, quizá, es intentar ser fiel al libro hasta en detallitos (como el extenso episodio de las ratas en el desván, o los chistecillos del detective) y al mismo tiempo buscar la solidez de algo independiente del texto inicial.
Yo no escogería entre ver o leer, sino que apostaría por los dos, aunque eso suponga gastar unas diez horas de vida. Y que mi clamor llegué hasta TI.
21-11-03
Leo Bennacker
"10 horas de "El Exorcista"
El Autor de este relato fué Leo Bennacker , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=2740 (ahora offline)
Relatos cortos criticas Criticas de Cine 10 horas de "El Exorcista"
Se apeó del taxi un hombre alto, ya entrado en años. Vestía impermeable y sombrero negro y llevaba en la mano una desvencijada maleta. Pagó al conductor,
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2020-04-13

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