PI, fe en el caos
Hay una graciosa anécdota en un capítulo de Futurama, esa serie que parece un cajón desastre (de valor incalculable) de las mentes más preclaras que han engendrado los Simpsons, en el que el profesor inventaba un sombrerito para que un mono tuviera inteligencia humana: el mono al final decide entre vivir en la selva o vivir con la inteligencia de un humano. A lo largo del capítulo descubre que el saber también es dolor y decide vivir en la selva. Hay esa contradicción en todos los campos del saber: es muy probable que cuando más sepamos más infelices seamos, y más mecanismos tengamos para observar el caos que hay a nuestro alrededor. Esta es la premisa de la que parte “PI, fe en el caos”, un caso más de la saludable tendencia de la novísima ficción con toques generosos de ciencia (Cypher, Cube, 12 monos, Eternal Sunshine of the spotless Mind y, porque no, Como ser John Malkovich, entre muchas otras).
Es la primera pelicula importante de Darren Aronofsky (conocido más por el sobrevalorado relato yonki de Réquiem por un sueño) y en ella Sean Gullette da vida a un excéntrico matemático que vive encajonado en su miniapartamento, rodeado de basura y de microprocesadores e intentando, durante las 24 horas del dia, encontrar la clave, el orden que controle la bolsa para así poder predecir sus inesperados cambios. Es esta pelicula un viaje iniciático a la inversa en el que el protagonista hurga en su interior hasta llegar a un punto muerto de no retorno. Un viaje a ninguna parte, a un caos demasiado grande donde a pesar de todo aún llegan destellos de esa solución soñada por el protagonista. Y la verdad es que encuentra esa solución pero, como suele pasar, esa solución no és más que un nuevo inicio en el caos... En este viaje el protagonista observa el desastre continuo en el que ha de vivir, en lo insatisfactorio que resulta todo cuando se descubre su funcionamiento lógico y por lo tanto decide tomar un camino similar al del mono de la anécdota inicial.
Es este un cine tecnológico, innovador, o por lo menos intentando buscar unas señas de identidad propia utilizando el formato digital en blanco y negro de aspecto sucio y descuidado (alejado del contradictorio maniqueísmo al que se ven arrojados todos esos Dogmas que corren por ahí y que al final resultan ser más esclavas de la técnica que el cine de Cecil B de Mille), que utiliza nuevos ambientes sonoros como unos títulos de crédito soberbios animados con drum & bass, y algunas escenas con cortes de Orbital y grupos importantes de buena música electrónica, y pese a todo con un rigor científico destacable.
Prominente muestra de un nuevo cine de ciencia-ficción inteligente, rara pieza de narración de la postpostpostmodernidad, original y tan breve (menos de 80 minutos) como fresca, al final su innovadora estructura acaba enlazando con el proverbio medieval del enseñar deleitando y demostrando una vez más que sí, que el caos es mucho más cíclico y lógico de lo que siempre habíamos pensado.
0zero0
El Autor de este relato fué 0zero0 , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6887&cat=craneo (ahora offline)
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Hay una graciosa anécdota en un capítulo de Futurama, esa serie que parece un cajón desastre (de valor incalculable) de las mentes más preclaras que han en
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2024-11-19
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