Sábado 5 de enero del 2,002
El primer sábado de las vacaciones, de "nuestras vacaciones".
Las nínfulas llegaron cargadas de maletas y mochilas, acompañadas por mi tía y el padre de Anita.
La mañana se fue en ordenar el cuarto reservado para las dos. Yo me acercaba y observaba el esmero que ponían en su labor, ellas me dirigían miradas y sonrisas cómplices a escondidas de sus padres.
Todo siguió su curso natural y yo me encerré en mi cuarto a tomar una siesta. El tiempo pasó sin enterarme de nada hasta que un ligero golpeteo a la puerta me despertó y aún adormilado tanteé esa presencia.
- ¿Quién es?- inquirí curioso.
- Somos nosotras.- dijo una voz. ¿Estabas durmiendo?
- Este... sí pero no importa, ¿qué sucede?- pregunté.
La puerta crujió al ser abierta y dos rostros se asomaron curiosos.
- Bueno, ¿y cómo has estado?- preguntó Stefany.
-Pues muy bien.- contesté sencillo. Aprobé mi exámen aplazado, y ahora disfruto mis vacaciones tal como ustedes.
Ellas me miraban algo confundidas hasta que unas sonoras carcajadas inundaron mi cuarto.
- ¿Porqué te ríes?- inquirió Anita.
- Si hubieran visto sus rostros colmados de perplejidad, se estarian riendo.- contesté aún con la sonrisa en los labios.
- Bueno, entonces ¿qué?- preguntó mi prima.
El tiempo transcurría lento y yo me fui acercando a las pequeñas que se encontraban sentadas al borde de la cama.
- ¡Las extrañé mucho!- dije.
- ¡Nosotras también!- contestaron al unísono.
Me acerqué lo suficiente para abrazarlas y besarlas, ellas cerraron los ojos y se dejaron llevar dóciles.
- Supongo que estamos sólos.- susurré.
- Sí.- contestó Anita.
- Nuestras madres se han ido a una reunión familiar.- dijo Stefany aclarando.
Mis caricias se incrementaron, y una a una nuestras ropas fueron cayendo al suelo como hojas en otoño.
- No se imaginan cuanto había esperado este momento.- dije excitado.
- Y nosotras también, ¿cierto Anita?- contestó Stefany mirando a su amiga.
- Asi es.- dijo ella.
Los tres nos encontrábamos de rodillas acariciándo cada parte de nuestros cuerpos. Tomé a mi prima y la acosté, echándome encima.
- Me gustas primita.- dije mirándola a los ojos, mientras frotaba mi pene erecto contra su clítoris.
- Tú también me gustas.- contestó ella, encantada con mi juego.
Besando sus labios, fui deslizándome por su cuerpo de niña-mujer y el paraíso se expuso una vez más ante mí. Cada rincón volvía a ser explorado con afanoso ímpetu por mi lengua. Su clítoris resaltaba palpitante esperando mi acometida.
- Ah,ah,ah... sigue, no te detengas, primo.- gimió Stefany, arqueando su cuerpo.
Proseguí por un rato más hasta percatarme que estaba lo suficientemente excitada para poseerla. Anime en Español
- Abre bien las piernas.- dije ordenando, mientras volvía a echarme encima.
Con ayuda de ella dirigí mi pene hacía su pequeña vagina. La tensión de la primera vez se repetía pero fue vencida con un poco de esfuerzo.
- Ah,ah,ah, se siente tan rico, ay.- dijo ella.
- A mí también , uhm, me gusta.- contesté embistiendo. ¿Ya no te duele?
- Ya no, ah,ah,ah,... sólo un poco, ayyyyy...- gimió.
- Lo siento pequeña.- dije besando su frente. Parece que aún te duele.
- Bueno, sí... ay,ay,ay... pero me gusta.- dijo ella cerrando los ojos.
Seguimos por un largo rato con fruición, deseo y cariño hasta que un ronco gemido marcó el final. Esperé unos minutos hasta recuperarme totalmente y a un lado la otra nínfula se mostraba candorosa ante mí.
- Mi pequeña Anita.- dije acostándola. Ahora te toca a ti.
- Ya era hora.- dijo sonriendo, mientras hacía un mohín con su nariz.
Empezé a jugar con sus cabellos revolviéndolos, mi dedo se deslizó por su frente, nariz, boca y cuello hasta llegar a sus tiernos pezones. Con rapidez logré que se endurecieran como unas dulces cerezas. Continué el recorrido a través de su vientre hasta adentrarme en la espesura de sus vellitos púbicos. Mi dedo travieso se entretenía haciendo remolinos rubios que Anita parecía disfrutar.
- Te está gustando, ¿cierto?- pregunté curioso.
- Aja, aunque me gusta más con tu lengua.- dijo pícara.
No demoré en acatar sus ordenes y su clítoris se revolvía al compás de mi lengua.
- Ah,ah,ah... que rico, ahhhhhh... sigue.- gimió.
- Está tan saladita como la primera vez.- dije sin descuidar ningún pliege.
Después de un rato de saborearla, me coloqué de rodillas y deslizé mi pene en su vagina, lo cual ocurrió con suma facilidad.
_ Ay,ay,ay... ya entró.- dijo la pequeña. ¡Y muy rápido!
- Sí, y es porque estás bien lubricada.- comenté mientras me echaba encima de ella.
Mis caderas comenzaron un delicioso y cadencioso ritmo. Y ella lentamente cruzó sus piernas por mi espalda.
- Uhm, que buena idea has tenido.- dije.
- Sólo... ah,ah,ah, sentí que debía hacerlo.- contestó.
- ¿Y sientes esta?- pregunté, mientras incrementaba la fuerza de las arremetidas.
- Sí... ay,ay,ay, está grande, ah,ah,ah... y dura.- dijo apretando los labios.
Sientiendo esa dulce opresión de la primera vez, no me fue difícil volver a alcanzar el orgasmo.
Extenuado por la sesión amatoria, mi cuerpo cayó entre los de las niñas, y abrazados sellamos nuestro reencuentro.
El Autor de este relato fué Laszlo , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6705 (ahora offline)
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