Relatos cortos eroticos Desvirgaciones Mis clases particulares

Tenía 20 años cuando recibí la llamada de aquella madre pidiéndome que le diera clases particulares a su hija, nunca pensé el lío en el que me metería. Me habló su hija también por teléfono comentándome lo que estudiaban en clase. Por su vocecilla no parecía tener 16 años. Pensé que me esperaba una cría.

 

 

 

Tenía 20 años cuando recibí la llamada de aquella madre pidiéndome que le diera clases particulares a su hija, nunca pensé el lío en el que me metería. Me habló su hija también por teléfono comentándome lo que estudiaban en clase. Por su vocecilla no parecía tener 16 años. Pensé que me esperaba una cría.

Al llegar el primer día a su casa me esperaba ella sola como bien me había dicho su madre. Al abrir la puerta me di cuenta de lo equivocado que estaba. Se me apareció ante mí una chiquilla impresionante. Bastante alta para su edad con un trasero increíble unos pechos tersos i redonditos i una cara.... Una cara angelical que poseía una de las mejores bocas que he visto con unos labios rojos i carnosos de lo más apetecibles.

Sabía que serían clases duras pero no me imaginaba cuanto. Los primeros días estuvimos calladitos e intercambiando sonrisas pero mas por la labor, el estudio. En seguida vi que era tremendamente inmadura, seguía aficionada a los dibujos animados y a todo tipo de chorraditas de niña. Pero también percibí en ella el deseo.

Todo cambió un día. Siempre estaba solo con ella puesto que su madre no llegaba hasta tarde así que aquellas clases daban lugar a todo tipo de juegos. Dos horas seguidas de las cuales acabábamos aprovechando nada más una.

Pero aquel día lo recuerdo bien todo cambió. Desde el principio la vi sumamente receptiva, sus miradas y tonteos así lo delataban. Más tarde vinieron los roces, yo no quería caer en su trampa juegos de niñas pensé. Pero cuando se levantó para preguntarme una duda y me pasó aquella larga cabellera sobre mi cabeza poniéndome un brazo encima del mío... No me pude resistir. Ya acabábamos la clase, así que tampoco me sentí tan culpable cuando deje el bolígrafo para agarrarla por el cuello i besar aquellos sabrosos labios. Ella se quedó quieta, paralizada. Pero no se resistió. Yo seguía besándola con fuerza hasta que sacié mi sed para entonces mi pene ya estaba mas que tieso. Ella sonrió y se enrojeció pero no actuaba se dejaba llevar. Se la veía nerviosa al no saber cual sería mi próximo movimiento.

Yo no la hice esperar, me levanté y la hice agacharse mientras me bajaba los pantalones. Ella estaba como hipnotizada, a mi merced. Al ver mi polla erecta la niña la cogió con las dos manos y comenzó a masturbarme. Entonces musitó: “És muy grande...”. La niña se encontraba totalmente desbordada, emocionada había conseguido lo que quería y ahora apenas sabia que hacer. Mientras seguía frotándome el falo con sus finas manitas acercó su linda boquita y con la lengua empezó a lamerme el glande. Ello me produjo un leve suspiro de gozo. Notaba su boca cada vez mas cerca así que empujé suavemente hasta que le introduje el pene suavemente. Su lengua empezó entonces a moverse nerviosa paladeando cada rincón de mi miembro humedecido. Cerró sus labios sorbiendo y sorbiendo mientras sus ojos se fijaban en mi cara de placer. Mis manos la agarraban por detrás de la cabeza y hasta entonces se habían mostrado dulces y afables pero al verla lamiéndomela de aquella forma comencé a menear su cabeza adelante atrás a la vez que empujaba mi pene hasta el fondo. Apresada por mis movimientos abrió bien la boca para dejar pasar mis embestidas contra su garganta a las cuales ella respondía con un chillido. Estuvimos un minuto eterno así hasta que me corrí dentro. Saque mi pene y ella cerro la boca pero una gotita de semen le salió de entre los labios. Se la enjuagó. Su cara denotaba sorpresa, estupor. Creía que nunca más volvería a darle clases que acabaría en la cárcel que se yo. Lo único que le dije fue bueno ya sabes lo que me has de traer hecho para la semana que viene y ella asintió. Tratamiento para alopecia areata

Estuve toda la semana nervioso esperando una llamada de su madre, de la policía, mi detención, pero no ocurrió nada así.

A la semana siguiente me volví a presentar en su casa temeroso de que me esperara su madre pidiéndome explicaciones o algo peor. Pero no, me volvió a abrir aquella moza. Se sonrojó levemente al verme y me hizo pasar. No había dicho nada y ella parecía dispuesta a seguir conmigo después de aquello. Pronto me di quanta de que ella pedía más. Aquel día vestía una falda tejana que le llegaba hasta las rodillas y una camisa corta. Un conjunto que me pareció atrevidillo para la situación en que estabamos. Pero yo había decidido que no le haría nada, me había concienciado, ya me había aprovechado mucho la otra vez y no quería que se repitiera algo parecido. Así transcurrió la primera hora tranquilamente Nada hacia temer lo que se me vino encima. De repente empezó a mostrárseme cansada y me dijo si no quería parar yo también. Yo le dije que no era plan claro está pero ella insistió hasta tal punto que se levantó de la mesa y se fue a buscar un refresco. Cuando volvió, pasó cerca de mí rozándome y entonces se agachó enfrente para coger algo de la mesa del comedor. Tan magnífico trasero me mostró que mi pene otra vez se levantó. No podía ser volvía a ocurrirme otra vez. Pero había decidido resistir, no hice nada. Ella se estiró en el sofá y encendió la tele. Yo me quedé mirándola y le dije que no quería volver a perder el tiempo a lo que ella contestó si me venía con ella. Yo me levanté y le dije contaré a la de tres si no te levantas te levanto yo. Ella ni se movió. Yo respire hondo y fui hacia ella la agarré fuerte y la hice caer del sofá. Riendo se me revolvió y me hizo caer a mi también. Se puso a pegarme a lo tonto haciéndose la enfadada y yo ya no pude más agarre aquella falda y estiré dejándola en bragas. Ella se quedo quieta al instante ya había comenzado su maestro y no quería entorpecer, la desnudé por completo y la hice ponerse a gatas. Mientras le manoseaba los senos que se agrandaban a cada momento busqué con mi pene su vagina pero allí estaba aquel culito tan increíble... No me pude resistir me cogí bien la polla y la puse en su ano e hice una fuerza endiablada. Ella gimió como nunca pero yo la agarré fuerte de los pechos y me puse a embestirla frenéticamente. Pasó de los gemidos a los jadeos inmóvil no podía hacer otra cosa que esperar a que me corriera y así fue. Me quede medio minuto con todo el pene introducido en su ano mientras acababa de descargar mi leche. Ella sollozaba pidiéndome que lo sacara que ya estaba cansada y le dolía al fin así lo hice. Le solté los pechos y extraje la polla y entonces pude ver su ano abierto y desgarrado. Ella se vistió pronto y me hizo marchar. Nunca más volvimos a intimar ella no contó nada pero siempre me quedará el recuerdo de aquel día en que yo le reventé su culo cada vez que pienso en ello me echo a reír.

El Autor de este relato fué BatFactor , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=1691&cat=craneo (ahora offline)

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Tenía 20 años cuando recibí la llamada de aquella madre pidiéndome que le diera clases particulares a su hija, nunca pensé el lío en el que me metería.

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2021-05-19

 

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