Por fin acabábamos en aquel colegio del barrio. Estaba realmente feliz, no solo por dejar esa estúpida escuela sino porque llegaban las vacaciones de verano y como siempre, las pasaríamos juntos en la Torre que alquilaban nuestras familias.
Por aquel entonces éramos muy amigos, nos lo contábamos todo. Me reía sin parar de tus bromas y sé que tu estabas feliz que estuviera contigo. Pero aquel verano del 96 nos dimos cuenta que nuestra amistad infantil daba paso al amor adolescente tan loco y tan lujurioso como cuentan los genios literarios.
Me di cuenta de que tu habías cambiado, ya no eras aquel niño enclenque de 8 años, eras un chico alto y bien formado luciendo algunos músculos de tu torso y brazos. Tu también te diste cuenta de mi cambio, mi cuerpo se dibujaba redondeado con mi bikini y mis pechos estaban en su apogeo creciente. Mis caderas estaban bien contorneadas y mi culito respingón y bien proporcionado.
Veía como me observabas desde tu cuarto todas las noches, me invitabas con tu mirada a que acudiera a nuestra cita erótica pero nunca me atreví a ir.
Con el sol y el viento cálido pronto nos pusimos morenos sobretodo tu. Tu cuerpo bronceado me hacia suspirar cada vez que aparecía por casa. Mi cuerpo se descontrolaba y me imaginaba que me tocabas con esas finas manos todo mi cuerpo mientras yo te besaba locamente.
Cuando volvía a la realidad, te veía hablar con las chicas del vecindario, ellas tampoco pasaron por alto tu cambio y fueron como lobas a buscarte. En el fondo tenía la seguridad de que tu, solo tenias ojos para mi.
Casi no salía a la playa, no quería verte tonteando con las chicas del lugar, así que me quedaba en la habitación escribiendo en mi diario. Una noche te sentaste en mi cama y me lo cogiste. Yo loca de vergüenza fui a por el, sin darme cuenta de que me había tirado encima tuyo como cuando éramos párvulos. El leyó unas cuantas frases, las peores, porque explicaban como me gustaba su cuerpo moreno. Me quise quitar de encima de el pero sus brazos me lo impidieron. Abrazándome, me quito el flequillo de la cara y me dijo- Estas guapísima esta noche- y añadió - Me estas matando con tu mirada de gata, te necesito...- Sus palabras apuñalaron mi corazón dejándome KO. El me levanto y me sentó en sus piernas mientras me besaba suavemente los labios. Le seguí con más pasión y como desesperados caímos otra vez al lecho, esta vez besándonos como locos. El solo llevaba un bañador corto así que noté como su miembro se disparaba con mis caricias.
El me empezaba a desnudar muy suavemente, tocando toda mi anatomía.
Nos quedamos desnudos pero llenos de pasión, parecíamos dos gatos en celo.
Harta de que tomara el la iniciativa, le tumbé en la cama y con mi boca lamí todo su miembro viril como pude (al ser inexperta no sabia muy bien como se hacia) a él le gusto mucho porque me decía - No pienses mal pero parece que tengas experiencia en esto- No me lo tome nada mal así que continué lamiéndosela, cada vez con mas desfreno. Recetas faciles y rápidas
El me pidió que parara porque si seguía así seguramente se correría al instante.
Me invitó a que me tumbara yo en la cama, me abrió las piernas y examinó mi sexo. Con su lengua de principiante lamió mi clítoris y entonces gemí de placer. Con su boca me comió todo mi sexo mientras yo jadeaba y le pedía que siguiera pero no lo hizo. Tras esto nos observamos mutuamente, el tenia la cara sudada lo cual me hacia desearlo con mas impaciencia, su sexo estaba tremendamente grande queriendo vaciar todo sus fluidos en mi. El me miraba jadeante, nervioso, quería hacer el amor conmigo y yo no puse ningún impedimento, es más, creo que lo deseaba tanto como el.
Los dos sabíamos que éramos vírgenes, así que con cuidado pusimos una toalla azul marino en la cama por si salía sangre.
Después de eso nos tumbamos en la cama, me cogió la mano y me susurro - te quiero y quiero que seas mía esta noche-
Saltó encima de mi y tumbándose lentamente me besó en los labios mientras conseguíamos que su sexo encajara perfectamente con el mío. Me empezó a penetrar suavemente, no sentía dolor mas bien una presión que me daba todavía mas gusto. Cuando llegó hasta el fondo note que algo se había roto pero no le di importancia, así que empezamos a movernos, a rozar nuestros cuerpos para sentir un goce que antes no habíamos sentido jamás. Le noté dentro de mi, éramos una sola persona, una fusión animal presta a nuestros sentidos.
Me dejé llevar por la situación, mi cabeza se quedo en blanco solo así pude sentir todo el goce del sexo. Mi orgasmo no tardaría en llegar, notaba que algo explotaba dentro de mi y en un agudo grito deje escapar toda mi energía sexual. Él al oírme gritar no pudo reprimir su orgasmo y se corrió dentro de mi.
Nos volvimos a tumbar uno al lado del otro en la cama, y entre risas y jadeos me dijo -estoy contento de haber perdido mi virginidad contigo- lo que yo respondí - ha sido una experiencia que nunca olvidaré- y le abracé cariñosamente. Me sentía mas unida a el que nunca. Nos dormimos así, desnudos en aquella habitación esperando un nuevo día para amarnos.
Siempre recordaré estas vacaciones, no solo por mi virginidad sino porque fueron las últimas que pase con él ya que. por razones de trabajo de su familia. se tuvo que ir al extranjero a estudiar. Quizás ahora ni me recuerde, tendrá una novia formal y todo eso, solo quiero que cuando piense en España recuerde que su virginidad la perdió conmigo, su mejor amiga de la infancia.
El Autor de este relato fué Anisayrc , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=380&cat=craneo (ahora offline)
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2024-10-06
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