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“Mi descubrimiento”

Me llamo Carmen y tengo 38 años. Mi vida sexual la descubrí se puede decir que sola, porque por aquel entonces mis amigas del colegio estaban aún más confundidas que yo. Nuestros padres, no nos hablaban del tema, no existían publicaciones, y menos aún internet, para poder hacer esas tipicas preguntas que nos hacemos por primera vez sobre sexo. Mis estudios también hicieron que no me interesara mucho este tema, en los que me sumergía y desconectaba de la realidad.

Tenía 18 años cuando sentí mi primer orgasmo, y no me da vergüenza decirlo. Y ocurrió una tarde de un fin de semana, cuando me preparaba un examen en mi dormitorio para el lunes siguiente. Esa tarde mis padres fueron al cine y luego a cenar fuera y así me dejaron la casa para mi sola durante varias horas. Estaba cansada de repasar a los sabios griegos y decidí estirar las piernas, que ya llevaban horas dobladas. Me dirigí a la estantería que hay en mi salita y allí localicé un libro que ya ojee otras veces, pero sin llamarme mucho la atención. Era un libro que estaba en la parte de arriba, colocado estratégicamente por mis padres para que no lo encontrara fácilmente. Trataba de la salud, y aparecía un apartado de órganos sexuales, de su descripción y sus enfermedades, de su funciones y la reproducción. Comencé a ojear aquellas fotos y esquemas con detenimiento, y no sé si serían los biorritmos, la edad o algo que comí pero dentro de mí las palpitaciones del corazón se hicieron más intensas. No me lo explicaba, porque como digo, ya sabía de la existencia de este libro, pasando de él. Contemplé dibujos y fotos de vaginas y penes, sus partes, el prepucio, el escroto, el frenillo, explicación de una circuncisión, las ablaciones femeninas, el clitoris. Comencé a suspirar muy profundamente, sin caer en la cuenta de que me estaba excitando. Pasé al capítulo de la reproducción, en donde un dibujo muy realista se veía un pene en erección estaba completamente dentro de la vulva. Pensé cómo algo tan largo y gordo podría entrar allí dentro. . . seguro que dolería! Una mezcla de miedo, curiosidad y morbo hizo que me pasara la idea de probar algo así y meterme los dedos dentro de mi vagina. Miré el reloj para comprobar que tenía a mi disposición unas cuantas horas para mi soledad y asegurarme de que no me pillarían haciendo algo raro.

 

Regresé a mi cuarto y me bajé la falda y las braguitas, comtemplando que estaban algo más húmedas que otras veces. Me senté en la cama. usando el cabecero como respaldo y me abrí de piernas, y acariciendo mis muslos, contemplé mi vulva. Lógicamente, no era la primera vez que la veía, pero esta vez no era como algo que tenía que asear y limpiar cada vez que hacía pipi. Me separé los labios y la ví muy húmeda. Mi clitoris lo masajeé y aunque al principio me molestó algo, en cuanto estuvo algo mojado por mis jugos vaginales, la sensación se volvió más agradable. Decidí continuar con este juego y comprobe que el rozarlo con mis dedos de un lado a otro era una sensación que no había sentido antes, una especie de cosquilleo. No sabía si aquello era un orgasmo, lo que sabía es que aquello era excitante. Pasé a introducirme la punta de mi delgado dedo índice en la abertura de mi vagina. Hasta ahí, ninguna novedad, ya lo había hecho en el aseo diario. Pero esta vez me atreví a explorar más adentro. Con suma facilidad debido a la lubricación de mi excitación, entró hasta la mitad, y me quedé parada, como con miedo a perder mi virginidad ¡esa virginidad!. “Tonterias”, pensé. Solo bastó un movimiento suave para que el dedo desapareciera hasta el nudillo. “¡Cuidado, he de quitarme el anillo, no sea que se quede dentro!” Moví con cuidado mi dedo dentro de mí y sentí algo nuevo.

 

Miré de reojo el libro que estaba sobre la cama, abierto en la página que mostraba aquel gran pene dentro de la vagina, y pensé que debería ser un gustazo meterse todo ese trozo de carne caliente dentro. Tras este pensamiento, saqué lentamente mi índice humedecido y seguidamente me lo llevé a la nariz para percibir su suave aroma. Estaba descubriendo sensaciones nuevas. ¡Y yo perdiendo el tiempo con Kant y Aristóteles!

Tras quitarme el anillo de plata, volví a introducirme el dedo, esta vez con más decisión, y comencé a moverlo de dentro a fuera con cierto ritmo. Aquel roce me entusiasmó, sobre todo cuando en las entradas mi dedo pulgar rozaba el clitoris, que me recordó que estaba allí pidiendo que lo acariciara, cosa que hice nuevamente, de lado a lado, más rápido, me gustaba!, y más!, y más!. . . súbitamente mi cuerpo sintió un calambre que me recorrió desde mis piernas hasta la nuca y una rigidez que me quedé temblorosa por unos instantes, con la mano metida entre mis muslos, y tras retorcerme en la cama, comprendí que aquello era un orgasmo ¡por fin sabía lo que era! ¡Había sido fantástico! Juguetes educativos

Tras quedarme totalmente desparramada en la cama y pasados unos minutos ausentes, volví a la realidad y me miré, desnuda de cintura para abajo, la mano empapada, pero no me importó, habia descubierto algo nuevo que los libros no me lo enseñaron.

Me fui al baño y me lavé las manos y me dispuse a sentarme en el bidé, para asearme. Con el roce de mi mano llena de espuma acaricié de nuevo mi sexo y estaba más sensible que nunca, mi excitación volvía a la carga. Pero esta vez quería saciar mi agujerito como el de aquella foto. Pero ¿qué podía meterme dentro que no me hiciera daño? Pensé en algún lápiz, pero no me convenció, pues mi dedo era más grueso, y sería rebajarme en tamaño. Además era demasiado rígido. Me sequé rápidamente, salí del baño y comencé a recorrer la casa en busca de algo que me sedujera, allí yo con el culo al aire como una gata en celo, de un lado a otro. . . vaya pinta, aun lo recuerdo y me rio de aquella escena. Por fín, en la despensa encontré un guante de goma, y pensé que el dedo índice largo relleno de algodón podría servirme. Comencé a rellenarlo con paciencia infinita, apretándolo bien para que se hinchara al máximo, y lo rematé con un trozo de hilo. Aquella preparación me puso a tono, pensando en mi pene prefabricado a gusto de la consumidora. Me subí de nuevo a mi cuarto y, tras ver que manché la cama de mis jugos en el anterior juego, pensé “¡Auténtico zumo de Carmen!”. De nuevo adopté la posición de antes, esta vez casi iba con más ganas de saciar mi curiosidad que de satisfacerme. Comencé a introducirme la punta, pero el latex de “mi pene” estaba demasiado seco y la humedad de mi coñito no era suficiente. Me incliné un poco y haciendo bastante saliva en mi boca la dejé caer certeramente en mi agujero. Esto fue suficiente para que la mitad de mi consolador entrara sin dificultad, y sentí su grosor como separaba mis entrañas. Comencé el movimiento de entrada-salida y así la lubricación se hizo mayor, permitiendo que el dedo de goma entrara completamente, mientras mi excitación se hacía más fuerte. Creo que perdí el control, porque la velocidad del mete-saca se volvió frenética, y viendo que aún me quedaba la mano izquierda libre, decidi usarla para consolar a mi clitoris. Solo bastó 10 segundos más de movimientos rápidos para que de nuevo recibiera esa sensación de orgasmo, que esta vez ya no me pillo desprevenida, y lo gocé aún más que antes al saber de qué se trataba.

Me quedé sin fuerzas tras tan intenso ejercicio y me quedé dormida.

Un portazo me despertó y dirigí la mirada al despertador. Caí en la cuenta de que habían llegado mis padres y yo me encontraba desnuda encima de la colcha mojada, con las manos pegajosas y mi “hombre” allí al lado, siempre erecto. Rápidamente alcancé el albornoz que estaba detrás de la puerta y me lo coloque como pude, y oculté mis manos en los bolsillos para que su olor no me delatara. Con un puntapie escodí mi ropa y mi “pene” debajo de la cama.

- “Hola mamá, papá. ¿Qué tal? Me iba a la ducha.”

- “Hola hija,¿has aprovechado la tarde?”

- “¡No lo sabes tu cuánto, mamá! ¡He aprendido cosas nuevas!”

El lunes fue el examen, y aseguro que fue el más relajado que he hecho en mi vida, y para celebrarlo, ese mismo día me dí otro homenaje, pero más consciente y experta. De esta forma, creo que he llegado a conocer mi cuerpo muy bien y desde entonces hasta ahora disfruto de un sexo muy saludable con mi pareja.

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Espero que os guste. Necesito vuestros comentarios para sobrevivir. Gabi

El Autor de este relato fué Gabi , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7769&cat=craneo (ahora offline)

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2021-08-24

 

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