No sé cómo empezar a relatar la historia de cómo una vida de una mujer decente y corriente pasó a otra cosa bien distinta. Mi nombre es Janeth, tengo 39 años y me casé a los 20 con un hombre 10 años mayor que yo. Vivo en Asturias, España.En principio deslumbrada, por alguien con una buena posición social y económica muy distinta a los jóvenes de mi edad. No se si le podría llamar amor pero me cautivó. Ignoraba la realidad de este señor maduro que me llevó al altar. La verdad la supe cuando fue tarde. Se casó para acallar las habladurías, por que en su posición necesitaba tener una esposa, Yo, como dije antes desconocía todo esto aunque tuve una venda en los ojos durante muchos años.
Sexualmente de lo más corriente aunque no tenía con qué comparar en este tema. En la cama, salvo los tres hijos que hemos tenido, me evitaba (y luego dicen de las jaquecas femeninas) y yo creyendo que esto era de lo más normal.
Cansada de mi trabajo y de la monotonía de mi vida de casada, decidí pasar unos días en la costa en un viaje organizado, para dejar al lado esa monotonía (y vaya si lo conseguí), mi esposo me dijo que por motivos de trabajo no podría venir conmigo, así que me tocó viajar sola, bueno hay un refrán que dice más vale sola que mal acompañada, cogí la maleta y me propuse disfrutar de estas vacaciones. Mis hijos quedaron en compañía de su abuela. Yo quería tranquilidad, quería disfrutar.
Me subí en el autobús y la primera persona que vi fue a mi compañero de trabajo, a quien denominará simplemente P y me puse en los primeros asientos para alegrarme la vista con ese hombre que me atraía por su trato permanente en nuestras oficinas. P me contó que para descansar, también había decidido hacer ese viaje solo. O sea que se trataba de una maravillosa coincidencia.
Cuando llegamos al hotel, luego de un largo viaje de más de 12 horas, inicié conversación con P, de que no conocía la ciudad y que me aburriría mucho y como él ya había estado en otras oportunidades en esa región costera, se ofreció como guía para enseñarme los sitios más bonitos.
Para el primera día me puse muy sexual, tuve que buscar urgentemente una boutique donde vendieran ropa más sexy que la que yo llevaba. Vestidos ajustados, sedas y, sobre todo, minifaldas, mul altas, yo creo que a P le encantaban mis piernas porque no faltaban ocasiones en que yo me daba cuenta de ello. A mi edad tengo unos pechos generosos y nada caídos, mido 165 y un trasero algo respingón, creo que soy una mujer deseable y sensual.
P estaba en el hall del hotel y me llevó a pasear, y al final terminamos en una discoteca bailando, pusieron música lenta y nuestros cuerpos se juntaron, qué maravilla sentirle tan cerca, mis vellos se pusieron de punta y por primera vez en mi vida mi sexo se humedeció. Le deseaba pero mi timidez y los prejuicios de ser infiel a mi marido me jugaron una mala pasada, más tarde me dijo que estaba algo cansado por el viaje y yo también le dije igual. Nos dimos un beso en la mejilla y quedamos para el día siguiente.
Me acosté y casi sin darme cuenta mis manos recorrían mi cuerpo, con suavidad, primero en los pechos haciendo círculos alrededor de unos pezones ya duros. Me estremecía al pensar que eran los dedos de P los que bajaban por mi vientre. Mi mano era su mano y mis dedos y sus dedos jugaban con mi sexo en un bosque de placer, en los labios exteriores de mi vagina y poco a poco se introducían en la morada donde quería dar cobijo a su ser. En mis pensamientos no había otra cosa que no fuera él. Cerré mis piernas aprisionando a mis manos y un dulce y profundo orgasmo se apoderó del resto de los sentidos. Me masturbé como en la vida lo había hecho.
Sonó el teléfono, era mi marido. ¿Qué te pasa en la voz?. Nada, es el aire acondicionado. Ten cuidado no ve vayas a resfriar (si él supiera lo caliente que estaba).
Al siguiente día me encontraba nerviosa. Quería seducir a P con armas de mujer, poseerle y ser poseída, pero no sabía como abordarlo, mi estúpida timidez evitaba dar el paso definitivo hacia un encuentro más íntimo, pero a la vez disfrutaba de su compañía. Me parecía imposible que no notara mis sentimientos al mirarle a sus ojos o tal vez esperaba mi rendición total y absoluta.
Llegó la noche y en la puerta de mi habitación nos despedimos con un nuevo beso en la mejilla y al cerrar la puerta me maldecía una y mil veces por no haber sido capaz de contárselo.
Ya me disponía a acostarme cuando sonó la puerta y al abrirla allí estaba P, mi corazón casi me da un vuelco, nos miramos a los ojos y sus manos rodearon mi cuerpo en un abrazo desesperado, sin palabras. Nuestros labios se unían en un beso interminable y sus manos comenzaron a acariciar mis pechos, primero sobre la tela de mi vestido hasta que suavemente bajó la cremallera y cayó al suelo. Yo ya sentía el roce de su sexo, me urgía desnudarle y lo hice sin perder tiempo, mi timidez estaba superada. Sus dedos bajaron a mi vagina (esta vez no eran unos dedos imaginarios) echó a un lado mi panty que parecía recién sacado de la lavadora de lo mojada que estaba y empezó a acariciarme ¡¡¡qué dulzura!!!. Yo deseaba tremendamente a P. Utensilios de cocina
Con los brazos me aferré a su cuello y de pie como estábamos agarró mis muslos hasta acercar su verga a la entrada de mi vagina. Introdujo la punta de su glande me miró a los ojos como diciendo aquí estoy yo y sin más me la clavó toda hasta el fondo. El grito que di lo debieron de oír en la China y empecé a susurrarle al oído - te deseo, te deseo, haz de mí lo que quieras - y lo hizo. Con nuestros sexos unidos me llevó a la cama, abrió mis piernas al máximo y continuó taladrándome. Yo ya empezaba a notar lo que era un orgasmo, no era una palabra vacía, era un estremecimiento de todo mi cuerpo - sigue mi amor, me viene, qué gusto, me viene, no pares.
P era el dueño de la situación- toma mi verga, vas a sentir lo que es un hombre de verdad y no el cornudo de tu marido, te voy a comer como nunca te han comido - Mientras tanto su verga entraba y salía muy despacio, la sacaba hasta dejar su punta en los labios exteriores de mi vagina, quieta y de repente se metía muy lentamente hasta que notaba que sus testículos me rozaban. Me estaba volviendo loca de placer. Cuando la tenía toda dentro se paró y me enseñó a contraer las paredes de mi coño para que notara su verga dura. Estaba húmeda muy húmeda y hacía que su polla se deslizara con una suavidad desconocida para mí. Yo, Janeth, aquella mujer casada y recatada, no tenía noción del tiempo, no existía, solo dos cuerpos unidos por sus sexos. Yo ya me había corrido no sé cuantas veces y él seguía allí con su verga dura Sin sacármela nos volteamos y me puso encima suya, para mí todo empezaba a ser nuevo, hasta la fecha una relación sexual constaba de bajarme las bragas, abrir algo las piernas y por último dos minutos (escasos) de penetración, que no me daba tiempo ni de gemir y un ahhh tímido anunciaba su descarga. Esto era todo lo contrario con P no se sabía cuando podía acabar (ni me importaba) y los gemidos y comentarios obscenos no paraban como ahora Janeth trágate mi verga, es tuya, trágatela toda que tienes hambre atrasada de verga. Sus manos se posaron en mi culo para que no parara de moverme y su boca dirigió su ataque a mis pechos primero con la lengua y después con la boca y los dientes dándome mordisquitos en los pezones produciendo el delirio - ayyy, qué gusto mi amor, qué grande y dura está, me vas a matar de puro placer, que rico, que delicia es todo esto, te deseo.
Ahora Janeth vas a saber como se folla una vagina desde atrás -. Me hizo ponerme a cuatro patas y cerró algo mis piernas para sentir más el roce de su verga al entrar en mi interior. La punta empezó a jugar con mi clítoris y mis labios exteriores y a veces subía hasta mi ano volviendo a bajar para hacer círculos con mi sexo - no me hagas sufrir más y métemela ya - , y parece que oyó mis súplicas y metió su verga de un golpe. Nadie me había comido por el culo, siempre pensé que sería algo muy doloroso, pero P me hacia vibrar de placer
Qué mojada estás, si quieres mi semen pídemelo - síííííí, dame tu semen, métemela hasta el fondo, rico, córrete. Me agarró de las caderas, embistió y yo creía que me iba a sacar por el estómago. Qué manera de correrse, qué maravilla y después nos quedamos exhaustos y nos dormimos.
Me desperté con los primeros rayos del día, estaba abrazada a P que todavía dormía, empecé a observarle y me fijé en su verga, otra vez dura, mi mano se posó en ella y volví a excitarme, se despertó y me dijo - Ahora te vas a tomar el desayuno - , no me lo pensé, mis labios y mi lengua comenzaron a recorrerlo desde su base hasta la punta hasta que me agarró la cabeza - chúpamela es toda tuya - abrí la boca y me la empecé a tragar y ya sabíamos que vendría después, me tumbé con las piernas bien abiertas y nuevamente comenzamos a hacer el amor. Vaya fiesta de sexo.
Pasamos toda la mañana en la habitación haciendo el amor sin parar, él ya era mi amo y yo ya estaba dispuesta para hacer, decir, tocar o chupar lo que me ordenara. Me hizo afeitar mi sexo dejando unos pocos pelitos en el Monte de Venus y, a partir de ese momento cuando estuviera con él no debía llevar bragas para tener libre acceso cuando se le antojara, P clávame la verga hasta el fondo que me quiero correr por favor mi vida comeme como anoche, comeme muy rico, sigue, no pares, dame máááássss verga
Las vacaciones acababan, no quería separarme de P, le quería para mí todo el día.
El Autor de este relato fué Jane , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11334&cat=craneo (ahora offline)
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2024-11-28
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