Sylvia era una chica delgada, de pelo castaño oscuro, largo y algo rizado. Era muy hermosa y tenía unas largas piernas que me excitaban mucho. Su culo era pequeño, pero firme. Tras acabar una noche de fiesta, vino a mi casa a dormir y nos quedamos charlando en el sofá. No tardamos en comenzar a besarnos apasionadamente. Yo apretaba con fuerza su culo y acariciaba sus largas piernas hasta llegar a sus finos y suaves pies. Podía ver a Sylvia muy excitada pero cuando quise desabrochar su camisa ella se apartó de mí. Me sentí un poco incómodo por si la había ofendido y, tras disculparme, Sylvia me explicó que tenía un problema con sus pechos.
- Practiqué gimnasia rítmica durante muchos años y me dieron sustancias para retrasar mi desarrollo. A los 18 años lo dejé, pero mis pechos se desarrollaron de forma diferente. -Me dijo.
- Pero, ¿cuál es el problema? -pregunté
- Pues me da mucha vergüenza decirlo -contestó Sylvia, pero es que uno de mis pechos es mayor que el otro.
Yo traté de animarla diciéndole que me parecía una chica bellísima y que algo así no era motivo de vergüenza. Cuando le pedí que me dejara verlos, Sylvia se quitó tímidamente su camisa. Al descubrir sus senos comprobé que, aunque eran bastante grandes, su pecho izquierdo era mayor que el derecho. Sin embargo, esta diferencia hizo que aún me excitara más. Notaba como mi pene estaba a punto de reventar en mis pantalones. Acaricié sus pechos, y sus pezones rápidamente se endurecieron. Sylvia, aunque un poco reprimida, también estaba muy excitada.
- Mira Sylvia, yo también tengo algo que contarte. Al principio estaba un poco acomplejado también por mi problema, pero una amiga me hizo ver lo mismo que te he dicho a tí.
Entonces comencé a quitarme los pantalones. Sylvia, aún con sus ajustadísimos vaqueros puestos y con los pechos al aire, observaba muy excitada. Me quité completamente la ropa y le mostré mi pene, totalmente empalmado.
-Ves, mi pene está un poco inclinado hacia la izquierda, y eso me acomplejaba, pero puedo tener relaciones completamente normales y ahora ya no me avergüenzo.
Sylvia miraba mi pene con excitación.
-Es enorme -me dijo, ante lo que sonreí. Nunca había visto nada así. ¿Puedo tocártelo? -me preguntó.
Yo le dije que por supuesto y ella lo sujetó con fuerza. Su pequeña mano no llegaba ni si quiera a la mitad y Sylvia entonces se agachó y comenzó a besarlo y chuparlo.
Yo estaba al borde del orgasmo, pero no iba a terminar sin antes penetrarla. La sujeté frente a mí, mientras permanecía sentado en el sofá. Bajé sus pantalones y su vagina quedó justo a la altura de mi cabeza. Tenía unas piernas largúisimas y muy esbeltas. Sus años de gimnasta se reflejaban perfectamente en unos muslos bien formados y musculosos. Acerqué entonces mi lengua a su vagina y comencé a lamerla, mientras sujetaba sus pechos. Juguetes educativos
-¿Aún sigues conservando la flexibilidad de la gimnasia? -Le pregunté. Sylvia a penas podía hablar de la excitación. Entre gemido y gemido, contestó que sí. Entonces yo la acerqué hacia mí, sujetándola por la cintura. Sylvia se subió al sofá con las rodillas a ambos lados. Buscó mi pene con su vagina y se sentó por completo sobre él. Gritando de placer. Entonces Sylvia comenzó a estirar sus piernas hacia los lados. Primero colocó su pierna derecha sobre un extremo del sofá, y luego la otra, quedando abierta de piernas casi por completo, mientras yo la sujetaba de la cintura y mi pene continuaba dentro de ella. Yo no podía dejar de besas sus pechos. Le confesé entonces que la diferencia de sus senos hacía que fueran los pechos más excitantes que hubiera visto jamás. Sylvia, que continuaba abierta de piernas sobre mí, no paraba de moverse hacia arriba y hacia abajo. Sus gemidos cada vez eran más seguidos.
- ¿No te duele el estar tanto rato así? -pregunté.
-¡Si, si, pero me excita muchísimo! -me gritó sin parar de moverse. ¡Es tan grande! Y lo que dices de mis pechos me excita aún más. ¡Llevaba muchísimo tiempo sin hacer el amor!
Sylvia, entonces, comenzó a moverse aún más rápido. Yo estaba a punto de explotar y, en cuanto lo hice, Sylvia comenzó a gritar
-¡Lo estoy notando, lo estoy notando!, ¡me voy, me voy, me voy!!
Y, por fin, Sylvia se detuvo sobre mi completamente agotada. Sus piernas seguían totalmente abiertas, sobre los extremos del sofá. Era una postura de verdadera contorsionista. Se echó sobre mí, y apoyó su cabeza sobre mi pecho. Yo agarré con fuerza su culo, completamente separado por la postura. Mi pene aún seguía dentro de ella y Sylvia aún movía suavemente en círculos sus caderas.
-Me duelen muchísimo las piernas -me confesó entre risas. Hacía mucho que no practicaba. Es la primera vez en más de un año que hago ambas cosas.
-Y ¿qué tal? -Pregunté sonriendo yo también.
-Pues que quiero practicar más para tí, para que la próxima vez me veas tan abierta de piernas como cuando entrenaba.
-Entre tu flexibilidad y tus pechos, estoy seguro que la próxima vez seré yo el que grite de placer.
El Autor de este relato fué Alexito , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=15353&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos eroticos Hetero Mis amigas: Sylvia
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2025-01-01
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