Relatos cortos eroticos Hetero Nuevas Experiencias

 

 

 

Entrada la noche en la ciudad una figura se movía en silencio hacia una puerta escondida en un callejón, picó tres veces, paró y picó dos veces más, entonces se abrió la puerta. Detrás había una sala tapada con una cortina. Un hombre muy alto y ancho flanqueaba la puerta y le preguntaba qué había venido a ver, la figura le respondió que el espectáculo, el portero sonrió y le apartó la cortina.

La sala que había detrás de la cortina estaba oscura y hacía bastante calor. El hombre se quitó el abrigo mientras sus ojos se acostumbraban la penumbra y sus oídos a un sonido bajo y continuo. Cuando ya veía con total claridad vio que se encontraba en una sala circular en la que había seis sofás repartidos por las paredes y una gran cama redonda en el centro. El espectáculo que vio e ese momento hizo que se le pusiera dura al instante: dos de los sofás que había en la sala estaban vacíos, pero no los cuatro restantes. En uno de los sofás había dos chicas, una morena con grandes senos y coñito peludo, y otra rubia con una larga melena, con menos tetas y el coño totalmente rasurado. La rubia estaba tumbada en el sofá con el coño peludo de la otra en la boca, y con la cabeza de la morena entre sus piernas. La morena además tenía un gigantesco consolador que se lo estaba metiendo a la rubia.

 

En otro sofá, había una mujer negra con trenzas en el pelo a la que un hombre casi albino le estaba dando por el culo, mientras le chupaba los pezones y ella le mordía la oreja. En otro de los sofás había tres hombres pajeándose sobre una mujer morena que se estaba masturbando. Con una mano se estaba tocando las tetas y con la otra se masajeaba el clítoris y se metía dos dedos. Mientras el hombre miraba los protagonistas acabaron sobre la boca, las tetas y el pelo de la mujer. En el último sofá solo había dos hombres, uno le chupaba la poya al otro, y el que chupaba le metía por el culo algunos de sus dedos.

En la cama redonda, había cinco hombres y tres mujeres. Uno de los hombres estaba tumbado en la cama y penetraba por el culo a mujer que estaba estirada encima de él, encima de ésta había otro hombre que le llenaba el coño con su polla. A este hombre le estaba dando por detrás un tercero que estaba de rodillas que a la vez le comía el coño a otra. Esta mujer estaba de pie y la estaban penetrando desde detrás por el coño, otra mujer estaba al lado del que le estaba dando por culo al hombre y alternaba morreos con el hombre con comerle el coño a su compañera, se lo lamía y le lamía la poya al que se la estaba metiendo.

Cuando consiguió darse cuenta de que llevaba mirando con la boca abierta y la poya dura más de un cuarto de hora, se acercó a una pequeña sala donde había una caja registradora y dio el nombre que le habían recomendado: Annez. El hombre que había detrás de la caja le indicó el camino a una pequeña sala compuesta solo por una tarima un poco más alta que su medida sentado, y un sofá con forma de semircírculo. Al minuto de estar pensando si pajearse ya, una chica desnuda con una impresionante delantera y un coñito bien depilado vino y le preguntó si quería algo de beber. Él en ese momento se dio cuenta que tenía la boca seca y pidió un whisky doble. Al poco tiempo llegó de nuevo la chica y le trajo el vaso. En ese momento se apagaron las luces.

Su poya se puso aun más dura aunque no sabía que le esperaba. De repente se encendieron las luces de lo que antes le pareció una mesa y un cuerpo escultural apareció iluminado desde debajo. Este perfecto cuerpo, Annez, llevaba puesto unos zapatos de tacón alto y fino negro, unas medias negras de encaje que le llegaban hasta medio muslo y que se le aguantaban gracias a un ligero, también negro. Llevaba un tanga muy pequeño todo él de encaje que dejaba poco a la imaginación. El sujetador que llevaba era liso, negro y transparente, escondía unas tetas perfectas de las que se veía con perfecta claridad el pezón. Health Tips

 

En ese momento Annez empezó a bailar. Se movía muy lentamente moviendo las caderas a un ritmo que acababa de empezar a sonar. Lo primero que hizo él fue cogerle la pierna y besársela, pero ella le dio una patada y se soltó. El mensaje había sido captado, solo se podía mirar.

Ella se puso de espaldas y se agachó doblándose por completo y dejando su culito abierto y a la vista de él. Estaba que reventaba, así que se sacó su polla del pantalón, le dio un trago al whisky y empezó a machacársela. Ella, aun en doblada se quitó el sujetador y dejó sus enormes, perfectas y preciosas tetas apuntando hacia él. En ese momento se corrió. Cerró los ojos, disfrutó del momento, y cuando los abrió y vio que ella seguía bailando entendió que aun quedaba mucho por delante. Annez se pasó el sujetador por todo su cuerpo: pasó por su lengua, su ombligo, su coño, y acabó a sus pies. Lo siguiente que hizo, estando de pie fue magrearse los pechos con las dos manos mientras dejaba escapar gemidos de placer. Después se bajó el tanga bailando, ya estaba mojado y se lo regaló a su público personal.

La poya del hombre que miraba, después de una corrida estaba bastante flácida, pero volvió a coger consistencia con el regalo. Ella siguió bailando mientras se tocaba ahora las tetas ahora el coño, cuando de repente se apagaron todas las luces. Él se sentía bastante defraudado al pensar que ya se habia acabado, pero no fue así, porque en ese momento apareció en la oscuridad un largo y ancho tubo que relucía en la oscuridad. El tubo se acortaba y se alargaba en la oscuridad. El hombre turbado comprendió que se acortaba por que se metía por el coño de Annez. En ese momento una luz muy débil llenó la sala y se vio a la bailarina agachada metiéndose el tubo por el coño, masajeándose los pechos con una cara de placer como pocas. Él se volvió a pajear mientras veía como una ninfa se masturbaba delante de él solo vestida con zapatos altos, medias y liguero. Él movía su mano arriba y abajo, moviendo con otra mano sus testículos mientras gemía por lo bajo. Ella no tardó en correrse, y el hombre al ver los espasmos de su coño y su cara de placer no pudo evitar correrse también lanzando un chorro de su semen a la bailarina, que le llegó al muslo. Ella cogió los restos con dos dedos y se llevó la leva a la boca. Se apagaron las luces y al volverse a encender el hombre estaba solo en la habitación con la poya en la mano.

Salió de la sala por donde había venido y se acercó al hombre que había al lado de la caja, éste le cobró y le dio un papel. En éste ponía: “me has gustado, esperame a las 11 en la puerta”. Él salió pensando que otro día quería probar esa cama circular llena de gente, y lo que pasó a las 11 fue….

El Autor de este relato fué Lavoisier , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=9924 (ahora offline)

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2020-07-16

 

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