Siempre me había llamado la atención la joven hija de la pescatera de mi barrio. Tendría unos 20 años, morena, pelo largo y unos ojos verdes preciosos, lo que no concordaba con su físico, ya que tenía unas caderas enormes y un culo demasiado y quiero decir demasiado, grande. Eso sí, tenía unas glándulas mamarias de impresión. La cosa fue, que empezó a cautivarme su bello rostro. Comencé a bajar a comprar pescado casi diariamente, para ir viéndola, pero el problema era que ella no trabajaba allí. Tan sólo de vez en cuando se acercaba para echar una mano a su madre. Con lo que no la veía muy frecuentemente. Un día me armé de valor y con mucho nerviosismo, le pregunté a su señora madre por su hija. Ella me lanzó una sonrisa graciosa como entendiendo por donde iba. Me dijo que al día siguiente bajaría por tener que irse ella a una revisión médica, que estaría todo el día ella sola, que se llamaba Susana y que ella también le había preguntado un día por ese cliente joven tan simpático y que debía de comer mucho pescado. Colorado y con una sonrisa me despedí. Al irme, vi como seguía sonriendo y le decía a una clienta: Esta juventud...
Con algo de miedo y con muchos, muuuuchos nervios bajé al día siguiente por allí. Me había pegado todo el día anterior pensando en que decir o que postura tomar. Así que decidí improvisar....Una vez entré me quedé un poco paralizado al verla, tan guapa como siempre ( todo lo guapa que puede estar con la ropa de trabajo) y es cuando me di cuenta de que no había nadie más en la tienda...
- Buenas tardes.- Dijo ella.-
- Buenas... Susana- dije de forma tan rápida que parecía un suspiro.
- Vaya, así que ya sabes como me llamo eh?. Algo me había dicho mi madre sobre un chico bastante que majo que había preguntado por mí nombre.
- Si, es que...- Clinc Clonc. Alguien entraba detrás de mí a comprar pescado.
- Buenas tardes Doña Elvira!!!- Dijo Susana saludando a la mujer mayor que acababa de llegar.
- Hola Susanita... que tal???- Contesto la anciana.
- Bueno caballero.- Dijo Susana dirigiéndose a mí.- Pásese sobre las ocho y tendré preparado su encargo. Vale?- Una vez formulada la frase me guiñó un ojo.
- Si, Si. A las ocho me pasaré . Muchas gracias y buenas tardes...
Estaba atónito, sin saber como, había quedado con ella esa misma tarde, o al menos eso me dio a entender. Ahora quedaba esperar hasta la hora señalada. Tiempo que se me hizo aún más largo por no estar seguro de lo que ella quería decir. Esperaba que realmente fuera una invitación.
Dadas las ocho de la tarde volví a pasarme por la pescadería. La persiana estaba prácticamente bajada y pensé que debería entrar y es lo que hice. Entré. Allí estaba ella, contando el dinero de la caja.
-Hola, has sido puntual, pensaba que igual no venías. Espera un momento que enseguida estoy contigo.
- Vale, vale, no te preocupes y termina. No estaba seguro de venir, no sabía si era una invitación, o que me estabas echando....
- No hombre, como voy a echar a alguien que se toma la molestia de hablar con mi madre para saber mi nombre?
Dicho esto, salió del mostrador. Era hermosa, no muy alta, 1,60 más o menos. Pasó al lado mío y fue directa a la puerta. Cerró la persiana del todo y al volver a pasar por mi lado.... Si, aunque no lo creáis, se me echó encima y me dio un beso más húmedo que un paraguas en día de tormenta. Yo me quedé un poco flipado, pero como es lógico no me aparté. Y así nos fundimos en un beso largo. Conforme la besaba y viendo lo lanzada que era, mis manos comenzaron a moverse solas, primero por su grande pero firme culo y fueron subiendo por su espalda para pasar por delante y tocar esas hermosas tetas duras como melones. Ella ni corta ni perezosa comenzó a bajar sus manos por mi culo y por mi paquete, que esos momentos pedía a gritos que le dejasen salir. Sin dejar de besarla, le desabroché la bata que llevaba, dejándola caer el suelo y viendo sus hermosas tetas que se mostraban ante mí en todo su esplendor, sujetas por un sujetador de lo más atractivo. Tan sólo dejé de besarla para poder chupar y degustar esas preciosas tetas. Sin apartarnos, le comencé a desabrochar el pantalón y bajárselos, junto con el tanga de color negro que llevaba. Mi mano fue directa a su almeja todo húmeda y le empecé un dedo despacito y suave mientras gemía. Con fuerza me agarró y dándome la vuelta me empujó contra el mostrador, donde me quedé medio inclinado por el empentón. Se acercó a mí y poniéndose de rodillas me desabrochó el pantalón y me bajo los calzoncillos de Mickey Mouse que llevaba ( si lo sé me pongo otros). Así de rodillas me comenzó a acariciar la polla que estaba grande y dura. Con suavidad se la fue acercando a la boca hasta que pude sentir su aliento sobre ella. Con ariño comenzó a chuparla. Del capullo a los huevos y viceversa mientras me miraba a los ojos con cara lasciva. Poco a poco fue chupando con más ganas y con más fuerza. Yo estaba disfrutando como un loco. Y al parecer ella también. La cogí de los hombros como pude, la levanté y la apoyé en el mostrador ahora le tocaba a ella. Quedándose de espaldas a mí, la aupé y comencé a cabalgarla por detrás. Era delicioso, ella gemía aturdida de placer y disfrutaba como un loco. Fue entonces cuando una voz nos interrumpió. Productos y gadgets de espias
-PERO QUE DEMONIOS PASA AQUÍ????
Sobresaltado y con un susto de muerte me aparte de ella, y por acto reflejo me puse la mano en mis partes que se había bajado de golpe. Era su madre. Que por lo que se ve había entrado por la puerta del almacén. Yo estaba rojo como un tomate, y Susana no decía nada. La madre de Susana se me acercó y yo no pude moverme de lo acojonado que estaba. Me miró de arriba abajo y me sonrío.
-Vaya, parece que se te ha bajado del susto... Habrá que remediar eso no crees??
Sin saber lo que pasaba realmente, Isabel ( que así es como se llamaba la madre) se agachó delante de mí, me apartó las mano y comenzó a besarme la polla. La cual no tardó en enderezarse y ponerse otra vez como un canto. De reojo miré como pude a Susana y vi como se sonreía. Yo estaba atónito. Susana se me acercó también y se agacho para echar una mano, o mejor dicho una mamada. Madre e hija una al lado de la otra comiéndome la verga entre las dos. En esto que Isabel se levantó, me miró, me dio un beso en los labios y me dijo:
- Eso está mejor, que seguro que tu eres capaz de saciarnos a las dos...
Mientras decía eso, se fue desabrochando la blusa. Isabel tendría los cincuenta, pero estaba muy bien, se notaba que le gustaba cuidarse. Algo más delgada que Susana pero con unas tetas bien puestas para su edad. Todavía apuntaban al cielo. Se fue desabrochando del todo la blusa y se quitó la falda que llevaba. Se quedó en bragas y sin sujetador. Se me acercó de nuevo y comenzó a besarme. Poco a poco me fue moviendo hasta dejarme tumbado en el frío suelo de la tienda. Susana seguía enfrascada en una estupenda mamada. Y su madre se puso de pie con una pierna a cada lado de mis hombros, flexionó sus piernas y con una mano se apoyó en el suelo y con la otra aparto un poco su braga dejando una hermosa almeja en mis labios que con gusto me comí. Como gritaba, había momentos en los que pensaba que nos debían de oír desde la calle.
Al poco, me levanté, agarré con fuerza a Isabel y la puse en el suelo boca arriba, abrí sus piernas y se la metí hasta el fondo. Que gustazo, tanto que con dos sacudidas noté como me venía, me incorporé, acerque a mi polla a las caras de las dos y me corrí en sus bocas chillando de placer.
Estaba exhausto, y al parecer ellas aún querían más. Me dieron un tiempo para descansar y fumarme un cigarro. Nos reímos de la situación ( yo ya estaba más tranquilo), charlamos un rato, y me confesaron que lo habían preparado entre las dos lo de esa tarde. Poco a poco me fui recuperando, y sin pensármelo dos veces comenzamos otra vez un polvo salvaje. Esta vez, si que quedaron satisfechas. Y desde entonces cada vez que bajo a la tienda, tengo pescado por ración doble.
Besos.
El Autor de este relato fué SWAK , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=3990 (ahora offline)
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2024-11-29
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