El gran día había llegado, aquella noche se iba a cumpliar aquel sueño que yo anhelaba desde hacía tanto tiempo. Quince años de espera habían sido esa tortura que yo tanto había temido. Pero ese sufrimiento interior ya había acabado. Ese día ya era libre, éra mayor de edad, tenía 18 años. Ya nadie podía oponerse a que impusiera mi libertad ante el resto del mundo, me sentía viajando reposado en una nube que me conduciría a un mundo donde reinaba la libertad.
Las estadistícas afirmaban que el 77% de los jóvenes se iniciaban al sexo a los 16 años. Yo también hubiera deseado ser alguien como tú y llevar una vida, a mi parecer, normal. La causa de que ese periodo de mi vida no hubiera transcurrido de esa manera \"normal\" fue a causa de mis severos, estrictos y religiosos padres. Impusieron, como todo padre hace, sus reglas en mí. Las cuales eran, como anteriormente decía, religiosas. Tenía que hacer lo que todo religioso hace: ir a misa los domingos, etc. Y, además yo no podia practicar el sexo hasta los 18 años (la mayoría de edad) donde todas esas severas normas desaparecerían. Una persona muy cercana a mí, esa persona era mi novia. Los padres de la cual, no eran tan severos, estrictos y religiosos como los mios, aunque ella era 3 años mayor que yo.
Esa noche ella se había puesto una vestimenta muy adecuada para tan esperada ocasión: un conjunto de falda y top azules, la minifalda azul marino y el top, azul celeste. Me provocaba en cada movimiento de cadera que hacia, esos labios rosados y marcados que tenía me hacían entrar en esa tremenda lujuria que me llenaba de deseo y atracción hacia ella. No podía resistirme, la pasión me conseguía vencer, quería tocarla, acariciar su suave y blanca piel que tantas veces había besado a escondidas, temiendo que alguien separase nuestras tan unidas vidas.
Después de mi fiesta de cumpleaños, a la cuál había conseguido sobrevivir con todos mis deseos de hacer el amor con mi chica, a la que quería con locura.
A las 20:43, que fue la hora dónde la fiesta llegó a su fin; cogí el coche junto a mi novia y nos dirigimos a una casa turística que habíamos reservado dos días antes. Mientras subíamos las escaleras, yo la desnudaba con la mirada, no podía dejar de pensar cómo sería desvestida, sin nada que tapara sus miembros femeninos. Sentía deseo de besarla, de besar cada rincón de su esvelto cuerpo que me llenaba de pasión.
Al fin llegámos a la habitación que nos resguardaría del frío invierno y de la temible nieve que brotaba en el mundo exterior a esa casa. Y, es que, para mí, esa casa era un mundo, un mundo donde se respiraba la libertad, con su rústica decoración, que hacía sentirse alejado de los miedos y los temores, sentirse resguardado en cada una de sus diminutas pero acogedoras habitaciones. Aunque a la gente esa casa le pareciera decadente y pésima, para mí, era todo un lujo. Me sentía a gusto, confortado e ilusionado. naturality.es
Llegó el gran momento, ella se tumbó sobre la cómoda cama y se quitó el top, siguió con el sujetador y así sucesivamente. Yo la imité, me desnudé, también para ella era la primera vez.
Con un sensual movimiento de dedo me indicó que me acercara, le obedecí. Le pregunté que que deseaba que le hiciese, ella me respondió que todo. Me hice una idea de lo que aquella indirecta respuesta significaba y me fui acercando a ella más y más. se abrió de piernas, dispuesta a que la penetrase. Pero mi rumbo era distnto, mi boca comenzó a besar su cuello y se fue dirigiendo hacia abajo, hizo una parada en sus firmes y perfectos pechos y demostró su valor, lamiéndolos suavemente, ella gritaba y gritaba, rogándome que explotaba de deseo y que necestitaba que la penetrara ya, no aguantaba más, moría de deseo. Yo me contube y seguí bajando y bajando, hasta que mis carnosos labios se encontraron con su preciosa y virgen vagina, mi lengua se adentró y jugó con él, María, mi novia llegó al orgasmo con ese inocente juego y mi cuerpo ya no resistió más. La penetre, ella me agarró por los cachetes y me movió con fuerza hacia adentro y hacia afuera, yo hice lo mismo, mi pene erecto temblaba de placer, los ojos se me quedaban en blanco y mi cara reflejaba mi satisfacción. Llegámos al orgasmo rápidamente y seguimos practicando sexo hasta quedar agotados, nuestro deseo, no cesaba, seguíamos deseando seguir con aquel placentero milagro. Entonces ella me pidió que me tumbara en la cama, y eso hice, ella dirigió su boca a mi todavia ercto pene, y subió y bajó, en este caso con sus labios, yo gemia y los dos volvimos a llegar al orgasmo.
Ella estaba muy sensual y provocativa.
Sin duda, fue la noche más maravillosa de mi vida.
El Autor de este relato fué Jacky , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=1534 (ahora offline)
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2021-07-16

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