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Mi verdadero debut sexual

Empecé desde los 14 años en las cosas del sexo, gracias a nuestro oportuno traslado familiar desde la provincia de mi país a las cercanías de la capital. En la vecindad de mi nueva casa había un hombre de 22 años que desde que me vio se mostró interesado en mí. No pasaron seis meses antes de que diéramos rienda suelta a nuestros deseos carnales en su propia cama. Yo era virgen y me fascinaba la idea de coger con un hombre ocho años mayor. Durante tres años cogimos en su casa, adonde yo llegaba expresamente para eso.

Me gustaba mucho tener una vida sexual activa a temprana edad, pero mi amante no era precisamente lo que se puede llamar el mejor sexólogo del mundo. Disfrutaba coger con él, pero sabía perfectamente que había cosas mejores, así que cuando consideré que había sido suficiente, me propuse tener sexo del bueno. Gracias a los polvos que me había echado en esos años, mi cuerpo había desarrollado como el de toda una mujer ya a los 16.

 

Una de las primeras ocasiones (porque una vez tomada mi decisión no perdí más tiempo) en que ya pude disfrutar como una mujer se lo merece, fue con dos de mis compañeros de estudios: Edgar y Luis.

Estos dos amigos habían notado que no había una pizca de inocencia en mí y parecía que se disputaban el primer turno para coger conmigo, y yo no pensaba defraudarlos.

No perdían oportunidad para hacerme comentarios eróticos, decir lo bonitas que eran mis nalguitas y lo rico que sería darle una mamada a mis grandes y redondas tetas.

La oportunidad llegó cuando el maestro de inglés nos dejó un trabajo que debíamos hacer en grupo. No vacilamos en formar grupo los tres y ponernos de acuerdo en cuál casa haríamos la tarea.

Llegué a mi casa rápido y sólo tuve tiempo para comer y bañarme porque tenía que regresar a la casa de Luis, donde convenimos reunirnos.

Sabía que esta era mi oportunidad de darle un poquito de sabor a mi vida sexual. Me puse una falda muy corta que facilitara las cosas, además de una blusa con la que no necesitara sujetador, también elegí el más diminuto de mis calzoncitos, porque quería dejar una muy buena impresión en mis amigos para que tuvieran deseos de volver a coger conmigo.

Cuando llegué a la cada de Luis, Edgar ya había llegado y estaban en la sala esperándome. Cuando me vieron supe que había hecho una buena elección con mi ropa, porque por un momento se quedaron mirándome de pies a cabeza sorprendidos. Me enteré de que éramos los únicos en la casa y que nadie llegaría en el resto de la tarde. Les dije que necesitaba entrar al baño, pero en realidad sólo era parte de mi plan, pues lo que deseaba era quitarme el calzoncito, el cual escondí detrás de un espejo, porque no quería perder tiempo cuando comenzara nuestra pequeña orgía.

Platicamos y bromeamos por espacio de media hora de la forma que acostumbrábamos, y yo sólo esperaba el momento en que empezáramos la acción. Ellos me miraban con deseo y trataban de ver bajo mi pequeña falda. Yo coqueteaba y abría las piernas por momentos para calentarlos y así tomaran la iniciativa.

El tiempo se nos estaba escapando y yo empezaba a pensar que no iba a pasar nada de lo que estaba deseando. Decidí que no iba a desperdiciar la primera oportunidad que se presentara para hacer algo al respecto.

Luego de un largo silencio, cuando ya los tres entendíamos que sólo faltaba que alguien hiciera la propuesta final, con tono serio Luis me dijo que le gustaría chupar mis lindas tetas y Edgar que quería darme un beso en el culito. Dispuesta a no perder más tiempo, les dije que no había razón alguna para quedarse con las ganas, porque era lo que yo quería desde hacía tiempo y para lo que había llegado.

 

Me levanté y me dirigí a Edgar, él extendió los brazos cuando vio que me acercaba. Cuando estuve a su lado, me di la vuelta para que me abrazara por la espalda. Me tomó por las caderas y me jaló hacia él, pude sentir su verga bien parada en mi culo. Empezó a besarme el cuello y la oreja. Yo estaba muy caliente. Conduje sus manos hacia mis tetas y empezó a acariciarlas. En ese momento supe que me había anotado un 100, porque se acercó a mi oreja y sólo atinó a decir: “Aaaayyyy Isabel, que riiiico”. Health Tips

Luis se había acercado a mí de frente, me tomó por la cintura y me besó en la boca. También se deleitaba viendo cómo Edgar tocaba mis ricos melones. Pensé que ahora me tocaba darle su premio a él y tomé sus manos y llevé hacia mi cuchita, que para entonces ya estaba empapada. Las metió bajo mi falda y notó que no traía nada puesto. Me sobaba con la palma de la mano de arriba hacia abajo y metía uno de sus dedos. Esto me gustó mucho, así que yo misma dirigí su mano para que su dedo entrara todo.

Empecé a sacar sus vergas, mientras ellos me acariciaban. Empujé hacia atrás a Edgar para que se sentara otra vez en el sillón, luego me senté en su cañón y empecé a disfrutarlo. Subía y bajaba sobre su deliciosa pija, él me ayudaba haciendo fuerza con sus brazos. Luis se paró frente a mí y su cañón me quedó justo a la altura de la cara. Empecé a chupárselo como siempre había deseado chupar uno. Era la primera vez que tenía uno en mis labios, pero ya había practicado en mi casa con un banano para no quedar mal cuando se diera la ocasión. Las lecciones habían sido provechosas, ya sólo tuve que repetir lo que había practicado.

Me la estaba pasando de maravilla, estuvimos así por un momento pero decidí que ya era hora de que Luis también probara mi rica conchita. Me paré, lo acomodé en el sofá y me senté sobre él para disfrutar de su rica pija. Nunca supe cuál de las dos vergas que estaba probando era la más rica, pero en realidad me tenía sin cuidado porque estaba disfrutando las dos por igual.

Estando sentada sobre Luis, le dije a Edgar que se pusiera frente a mí, o sea atrás del sofá, lo cual hizo sin vacilar porque sabía que ahora era a él al que le tocaba que se la chupara. Cuando hacía esto, Luis se encargaba de darle una linda chupada a mis tetitas. Estuvimos cogiendo por un largo rato, cambiando de posiciones, porque yo los quería gozar a los dos de todas maneras.

Mis piernas estaban mojadas ya por mis líquidos vaginales, porque para ese momento yo había tenido cuatro largos y deliciosos orgasmos. Cuando sentí que ya era el momento de que terminaran, me puse a gatas en la alfombra sin decir palabra. No sé lo que hicieron para ponerse de acuerdo, pero fue Edgar el primero en cogerme por detrás. Ya sólo necesitaba meterla un par de veces porque en su respiración podía notar que estaba muy excitado. De repente empezó a echarme un gran chorro de semen muy caliente en mi cuchita y me agarraba del culo como para evitar que me quitara, cosa que ni por un segundo pensé hacer. Terminó y se dejó caer sobre mi espalda, pero se levantó inmediatamente cuando Luis se acercó para tomar su posición detrás mío.

Me acomodó un poco para poder agarrarme mejor, levantó un poco mi culito y entonces estuvo listo para metérmela sin compasión. También puyó sólo unos instantes, pero cuando ya iba a echarme su lechita caliente, le pedí que la echara en mi espalda, a lo cual obedeció sin pensarlo.

Estuvimos un rato desnudos en la sala riéndonos como locos, pero de alegría. Yo me sentía realizada. Estaba cansada pero de lo más feliz de la vida, porque al fin empezaba a recuperar los tres años que me había hecho perder mi primer “amante”.

Me bañé con el cuidado de no mojar mi cabello y me vestí para regresar a mi casa. Acordamos con mis amigos que ellos harían la tarea porque yo ya no tenía tiempo y nos despedimos como siempre lo hacíamos, pero con una mirada de complicidad que sin palabras decía que no iba a ser la única vez.

Esa tarde hice lo que para mí fue mi verdadero inicio sexual. Hubo muchas tardes como esa con mis amigos en muchos y variados lugares, algunas veces de prisa y otras con todo el tiempo del mundo.

De esa tarde hace ya tres años, ahora tengo 20 y les aseguró que no he vuelto a perder el tiempo en relaciones sinsentido, en sexo simple y sin sabor.

El Autor de este relato fué Isabel , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=2175 (ahora offline)

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2024-05-20

 

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