Relatos cortos eroticos Otros deseos

 

 

 

LOS DESEOS

Cerraba los ojos y pedía a su deseo que volara para anular la distancia y rondar la mente de la mujer cuya ausencia le dolía. Le suponía dormida porque a él le gustaba pensar en ella en la soledad y el silencio de la noche. Imaginaba su piel bronceada, suave y tersa levemente iluminada por la luz del sol blanco de la noche. Desnuda, aunque cubierta por una sábana azul que moldeaba sus formas (aquellas que una foto mostró y cuya evocación despertaba su pasión y le empujaba a soñar con caricias que recorrieran cada centímetro de su piel hasta hacerle sentir y gozar pegada a su cuerpo.

Como los deseos no conocen límites y salvan cualquier obstáculo, en un instante entraba sin llamar en la alcoba donde le había dirigido el notar vibraciones de quien podría ser su aliado: el otro deseo. No vio porque no podía hacerlo que quien también deseaba estaba despierta se acariciaba los pechos con una mano y, debajo de la sábana, sus piernas abiertas se movían porque dedos sabios entraban y salían en su sexo húmedo rozando todo lo que ayudara a sentir placer. Tampoco oyó sus jadeos ni escuchó de sus labios el nombre de aquel que tan lejos imaginaba entrar en su cuerpo.

 

Y lo que puede que nunca haya ocurrido, probablemente jamás vuelva a ocurrir y ni queramos admitir que en ese momento pasara, el deseo, los deseos lo hicieron posible. Cada uno de ellos, en un esfuerzo supremo motivado porque compadecían a dos cuerpos que buscaban lo mismo en realidad y no en sueños, fue tomando la forma de su dueño y, junto a él/ella, apareció en cada habitación en medio de la noche, a la luz tenue de una luz de luna llena que quería ser cómplice.

En los dos lugares tenía que ocurrir lo mismo. Sorpresa, emoción, ansiedad, incluso temor por perder la cordura. Eso un momento, sólo un instante. Enseguida, dos cuerpos bajo las sábanas buscando contactos esperados, susurrando frases llenas de pasión y promesas y anhelos. Sus pechos rotundos de pezones duros y provocadores, su sexo cercano y ansiando ser herido, las manos en su cuerpo. El pene erecto y rojo, duro y lubricado; otras manos apretando sus nalgas y despertando deseos, sensaciones extrañas que ponían el vello de punta. Besos y besos, lenguas sedientas. Dos cuerpos llenos de ganas y dejándose llevar por el instinto. Los ojos cerrados y en las bocas otras frases inconexas prometiendo tiempo. Filtros de Agua

Las piernas abiertas y los labios rojos hambrientos. Cerca, húmedo y cimbreante, su pene jugaba antes de entrar cuando ella lo pidiera. Un “te quiero, cómo te deseo” fue el aviso y, al penetrar, dos jadeos. El placer sentido y compartido incitó a que se volvieran a separar para volver a hacerlo. De nuevo, la penetración y cómo si fuera la primera vez en ambos, sensaciones indescriptibles y más deseo. Movimientos pausados que fueron ganando rapidez entre besos y besos. Besos que dolían por la intensidad, sin freno. Lenguas enzarzadas. Jadeos. Rodaron por la cama sin separar los cuerpos. Se pidieron juegos que anhelaban y ambos los cumplieron. Él la cubrió de todas las formas que en fantasías su imaginación creara. Ella se dejó hacer para satisfacer las suyas y las de él con ella, dentro y fuera de su cuerpo, entre sus brazos o libre de ellos. Sin freno.

Retrasaron todo lo que pudieron el momento frenando el ritmo y con juegos, risas y besos tiernos. Fueron los ojos inyectados de pasión o/y semivelados perdidos sintiendo los que indicaron que el gozo final venía y, ya sin medida, sin miedo, zarandearon sus cuerpos. Él la penetró con fuerza y ella lo atrapó con las piernas sobre los glúteos porque no quería que se fuera ni un momento, que su clítoris sintiera la presión de su cuerpo. El placer llegó simultáneo. Su semen caldeó las entrañas que casi eran las suyas. Las uñas arañaron, hirieron aunque pidieran perdón al hacerlo.

En dos habitaciones distintas dos cuerpos se corrían en soledad. En ambos lugares la sonrisa final fue el reflejo de un sentir distinto, más pleno. Los deseos calmados. Luego, casi sin transición, el sueño.

El Autor de este relato fué Emilio , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=13742&cat=craneo (ahora offline)

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2024-11-09

 

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