El sol acariciaba sus mejillas rosadas. Ashlee cerró los ojos y disfrutó unos instantes de la brisa que soplaba en aquel momento. El ruido del agua del rio filtrandose entre las piedras, el suave ondeo de la hierba...
Podría haber estado así, tumbada en el suelo, infinitas horas, pero algo hizo que abriera los ojos y se incorporara. Un carruaje tirado de dos esbeltos caballos se habría paso en el pequeño camino hecho de adoquines irregulares. Ashlee observó con atención los individuos que se encontraban en él. Dos hombres, uno de avanzada edad y otro de unos veinte años aproximadamente. El hombre mayor le explicaba algo al otro chico, quién tenía la vista clavada en el cristal de la ventana. Ashlee continuó observando al chico. El pelo castaño y los ojos de un color claro cautivaron a la joven campesina. El chico siguió mirando el cristal con detenimiento y Ashlee seguía hipnotizada, sin darse cuenta de que el joven en realidad la miraba a ella como ella hacía con él. Así estuvieron los dos, mirandose mutuamente a los ojos, hasta que el carruaje se perdió entre unos árboles y ambos dejaron de verse.
Ashlee, algo perturbada por lo ocurrido, volvió a tumbarse en la flonja hierba y volvió a cerrar los ojos.
No supo decir, más tarde, cuánto tiempo había pasado hasta que dejó de notar como un rayo de sol caía en su rostro. Volió a abrir los ojos y, ante su sorpresa, encontró al joven del carruaje enfrente de ella, de pie, sonriéndole y tapando el sol adrede. Al ver que Ashlee estaba despierta, le ofreció su mano. Ella la aceptó y una vez de pie, el joven se presentó:
- Me llamo Ronan y he venido aquí como caballero de la corte.
- Yo soy Ashlee y trabajo en la fábrica de tejidos.
Los dos jóvenes se sumieron en un silencio sepulcral. No obstante, no era nada incómodo. Unos minutos más tarde, Ronan le pidió si podía mostrarle la ciudad y ella asintió sin hacerse esperar. Entraron a la ciudad hablando sobre sus vidas y lo rutinarias que eran, de lo que esperaban conseguir, de sus gustos, y, claro está, tambien sobre la ciudad. Ashlee observaba sin perder detalle del destello de los ojos azul oscuro de su nuevo amigo, de la peca que tenia cerca del ojo derecho, del pelo alborotado...
Ronan ya se sabía de memoria el color exacto de los ojos de Ashlee, marrón claro, de la perfecta linia que dibujaban sus labios...
Y así estuvieron hasta bien entrada la noche, cuando Ashlee tuvo que disculparse porque debía ir a casa ya. Se despidieron con prisas.
A la tarde siguiente Ashlee volvió al rio, a coger agua para sus padres, y vió una figura extrañamente conocida que se limpiaba el rostro con el agua clara y fresca del riachuelo. Efectivamente, era Ronan. Ashlee llegó hasta donde estaba él. HERRETE | Descúbre su verdadero significado
- Tenía ganas de verte y esperaba que vinieras aquí - dijo el joven cuando ella le preguntó qué hacía allí un noble caballero.
- Yo tambien tenía ganas de verte - reconoció la chica.
Y pasaron otra tarde hablando y riendo y haciendo bromas. Pronto, para ellos, el cielo oscureció y las primeras estrellas se asomaron. Ashlee volvió a disculparse por tenerse que ir, ahora que lo pasaban tan bien.
- ¿Nos veremos mañana?- preguntó ella después de que se hubieran abrazado.
- Si tu quieres, por supuesto que sí - sonrió Ronan.
Al día siguiente, volvieron a verse, y al otro, y al otro tambien. No sabría deciros cuántas tardes exactamente pasaron juntos paseando por la ciudad y por el bosque, pero una de esas tardes, cuando el sol estaba bajo y el cielo se tiñó de colores anaranjados y rosados, Ronan le explicó a Ashlee que debía irse un tiempo a la ciudad vecina a la de Ashlee. Nosa bía cuánto tiempo sería, podían ser desde dos semanas a un año entero.
Ashlee bajó la mirada al suelo para que su amigo no advirtiera las lágrimas que rodaban por sus mejillas, pero éste, que era muy observador, se dió cuenta, y él tampoco pudo evitar que una lágrima se le asomara a cada ojo cuando se abrazaron. Fue entonces cuando los labios de Ashlee y de Ronan se encontraron.
Ashlee notó que tenía el rostro húmedo. Abrió los ojos, se secó las lágrimas y miró hacia el cielo. Hubiera sido totalmente negro si las estrellas no hubieran salido a hacerle compañía. Confundida todavía, se llevó la mano a los labios y entonces se persignó que lo había soñado. Todo. Ronan, las tardes paseando por la ciudad y el bosque, el beso... No. Ronan no era ficción. Era el chico del carruaje que había visto aquella tarde.
Con una sonrisa de tristeza, Ashlee se adentró a la ciudad, camino a casa. Por la calle, sin apenas tener tiempo para darse cuenta, se cruzó con un chico de cabello castaño, ojos azules y con una peca cerca del derecho... Un momento después, él le tendía la mano y le decía:
- Me llamo Ronan y he venido aquí como caballero de la corte.
Ashlee no necesitaba que le diera explicaciones. Nunca hubiera olvidado el nombre de aquel chico de ojos azul oscuro.
El Autor de este relato fué %2AMarina%2A , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11516&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos fantasia Epica El caballero de la corte
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2024-11-28
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