Capítulo 3: Efestion.
Silvana se encontraba en una playa..... ¿Dónde estoy? se preguntó. Miró a todos los lados y por fin descubrió a alguien. Corrió a su encuentro, era un hombre bastante joven. Él la miraba como si la hubiese estado esperando, parecía querer decirle algo, pero no podía por alguna razón que ella desconocía; justo antes de darle alcance, un dolor tremendo de cabeza le hizo caer de rodillas sobre la arena. No podía oír nada, solo una risa cruel que le estallaba dentro de la cabeza y que parecía que golpeara las paredes internas de su cráneo. Los ojos se le llenaron de lágrimas de dolor y rabia, ya no podía ver nada.
Silvana despertó sudando y llorando, no sabía dónde estaba ni qué hora era... Estaba perdida. Poco a poco fue recordando todo hasta que al final logró calmarse. Miró por la ventana y vio que estaba amaneciendo, sabía que todavía era muy pronto pero también sabía que no podría volver a dormir, así que se vistió para ir a desayunar. No tenía ropa adecuada para ir a palacio, pues en la aldea no la necesitaba así que decidió ponerse lo mejor que tenía: una pantalones marrones ajustado que le abrigaba y que a la vez era elástico y le permitía moverse fácil y rápidamente, unas botas altas marrones sin tacón (no tenía ningún calzado con tacón porque en la aldea no hacían falta tampoco), una camiseta blanca de mangas largas y cuello alto con características parecidas a los pantalones y unos guantes marrones hasta por debajo del codo. Cerró su bolsa de viaje, se la echó al hombro y bajó a desayunar.
Desayunó muy poco porque estaba muy nerviosa y cuando fue a pagar lo poco que había comido, el tabernero le dijo que el desayuno también estaba pagado por el sacerdote, lo cual no sorprendió a Silvana. Ella le preguntó algo y el le contestó indicándole un pasillo y diciéndole que fuera a la última habitación que estaba a la derecha. Allí Silvana se aseó y se preparó para ir a palacio. Luego fue al recibidor de la posada a esperar a Bedril.
Bedril no se hizo esperar y llegó a los pocos minutos. Cuando llegó, miró de arriba a abajo a Silvana mientras esta se ponía la capa para salir y le dijo:
Tendremos que hacer algo con ese aspecto...
El palacio era una inmensa torre blanca rodeada por extensos jardines llenos de flores, árboles y arbustos bien cuidados y dispuestos que otorgaban una grandeza indescriptible. La torre estaba coronada por una sala cuya hermosura era incomparable que tenía el techo de cristal y que hacía las veces de sala de reuniones, donde se discutían las cuestiones del reino. Silvana se sintió pequeñísima al lado de tanta maravilla y asombrada al contemplar tanta grandeza. Había una muralla de piedra muy alta que protegía la torre y los jardines, y los dos pasaron por una de las cuatro puertas que había en ese muro. Se dirigían hacia la puerta principal, una grande y hermosa puerta de marfil blanco (al igual que toda la torre) en la que había una gran escalera para llegar a ella y que estaba surcada por una alfombra roja, pero Bedril cambió el rumbo y se dirigió a una puerta más pequeña situada en un costado de la torre. Silvana lo siguió y entraron en lo que suponía la entrada de los sirvientes. Después de recorrer largos pasillos y grandes salas, llegaron a una estancia con grandes espejos y armarios. Una mujer regordeta, bajita y de mediana edad saludó con entusiasmo a Bedril, sin ni siquiera fijarse en Silvana. Parecía agradable. Después de saludarle, miró a Silvana y le plantó dos sonoros besos en cada mejilla diciendo Mucho gusto. se presentó como la modista real y Bedril presentó a Silvana. Cuando Molly, que así se llamaba la mujer, preguntó que qué querían, Bedril contestó que tenía que presentar a Silvana ante el rey y que necesitaba una apariencia adecuada para Silvana.
A ver, quítate la capa y la bolsa y gira despacio para que te vea bien....- cuando Silvana lo hizo, Molly sonrió y dijo- Muy bien, creo que no será difícil encontrar un vestido adecuado, tienes un cuerpo de modelo. Como me has caído tan bien, te regalaré todo lo que necesites para este encuentro.
No hace falta, Molly. Yo mismo lo pagaré.
De eso nada, Bedril. Y ahora vamos a ver... Eres muy guapa así que no creo que necesites muchos adornos, un vestido sencillo sería perfecto y creo que tendría que ser azul oscuro, resaltaría tus rasgos, tienes el pelo precioso y de un color muy exótico pero bonito, y unos ojos muy pálidos al igual que tu piel...
Tras una hora de probarse vestido y todo tipo de florituras, Silvana terminó con un vestido azul oscuro, liso, con una falda muy larga y cogido al cuello, lo que dejaba ver toda su esbelta espalda. No se puso ninguna joya a pesar de los consejos de Molly y llevaba el pelo liso y suelto sin adornos. Tuvo que ponerse de nuevo sus propias botas porque no sabía caminar con tacones, pero no pasaría nada mientras la falda le tapara los pies. SEO y posicionamiento SEO
Era el momento de visitar al rey en su despacho personal. Se despidieron de Molly dándole gracias una vez más se dirigieron al esperado encuentro.
Antes de el despacho, había una pequeña sala donde se esperaba hasta ser recibido por el rey, ni siquiera la reina Shantra podía entrar en el despacho sin consentimiento del rey, claro que ella también tenía su propio despacho. Cuando llegaron a esta sala, Bedril le dijo a Silvana, Siéntate y espera. Buena suerte. Y se marchó. Silvana solo tuvo que esperar unos minutos, aunque a ella se le hicieron eternos antes de que se abriera la puerta y saliera de ella una elfo alto y delgado vestido con una elegante túnica blanca y sencilla y llevaba una corona de oro con joyas incrustadas. Tenía el pelo largo y negro como el azabache. Se le notaba la sabiduría de los muchos años vividos y, sin embargo, todavía se le notaba joven y vigoroso. Era el rey de Andalan, Efestion.
Capítulo 4: La profecía
Efestion la hizo pasar al despacho, una sala enorme con grandes cristaleras y con todas las paredes cubiertas de libros en estanterías que llegaban hasta el techo. Enfrente de un ventanal que deba a los jardines, había un escritorio de madera y oro con algunos papeles y plumas, todo muy bien ordenado. Efestion se sentó en una silla detrás del escritorio e invito a Silvana a sentarse en una de las dos sillas que había delante del escritorio. Ella se sentó también. Él se puso a mirar unos papeles y empezó a buscar algo en los cajones del escritorio. Cuando encontró lo que buscaba se lo dio a Silvana. Era un pergamino muy antiguo en el que apenas se distinguían las letras. Junto con el pergamino había un papel en el que ponía lo mismo que en el pergamino pero mucho más claro. Silvana creyó adivinar que se trataba de la lengua de los antiguos elfos, algo que ella no podía entender y mucho menos leer. Cuando le preguntó a Efestion de qué se trataba, él le respondió que era la segunda parte de una profecía que un elfo había escrito mucho tiempo atrás. Silvana le pidió que le hablase de las profecías y Efestion comenzó su relato.
Nunca se ha hecho mucho caso de las profecías, sin embargo la primera parte de esta se había cumplido a la perfección. En ella se describía cómo El Señor Oscuro se hacía con el mando de todas las tropas de las criaturas malvadas, y de cómo se convertiría en una amenaza para la paz y el equilibrio de Eteryum.
La segunda parte decía, esta ya menos clara y específica, que El Señor Oscuro derrotaría y esclavizaría a todas las criaturas de la luz, anegando el mundo en unas tinieblas eternas, pero todavía había esperanza. Esperanza en una única persona, según la profecía. Decía que el descendiente directo de El Señor Oscuro, el cual vendría al mundo con una marca inconfundible de nacimiento, podría derrotarlo, pero que si fallaba, el mundo se convertiría en una sombra.
Efestion le explico que habían estado esperándola durante casi dos décadas, creían que ya no había esperanza, pues un espía informó a Krytion sobre la profecía y desde entonces mata a cualquier hijo suyo.
Cuando llegaste en manos de un mercader, y oímos tu historia, no estábamos seguros de qué pensar. Si te soy sincero, nunca nos imaginamos que el Descendiente fuera una mujer y menos una semielfa- dijo Efestion, dando un matiz algo despectivo a la palabra semielfa.
¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora?
Nadie lo sabe todavía con certeza, por eso esta tarde he convocado una reunión con los representantes de cada raza y decidiremos lo que debes hacer.
¿Debo asistir?
Efestion asintió y le indico que podría comer con él y su esposa para luego asistir a la reunión.
Comieron en el salón del rey, un salón algo más pequeño que el real porque este se usaba para los reyes y algún invitado y el real se usaba para las grandes comidas con muchos invitados. Silvana estaba muy nerviosa, había pasado de ser una simple aldeana a comer con los reyes del reino. Sentía la necesidad de hacerle muchas preguntas a Shantra sobre la hechicería pero no se atrevía. Shantra era una mujer muy bella, con cabellos dorados y sedosos que le caían en cascada sobre la espalda, una piel blanca e inmaculada y unos ojos de un azul profundo que parecían estudiar tu alma cada vez que te miraba. Vestía un sencillo vestido blanco con adornos de oro con grandes y anchas mangas y llevaba una fina diadema de oro y plata con rubíes, zafiros y diamantes engarzados que se entrelazaba con sus cabellos. Al igual que su marido, se le notaba sabia por los años pero al mismo tiempo joven y hermosa.
El Autor de este relato fué Nestor , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7745&cat=craneo (ahora offline)
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2024-11-14
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