La noche fría había descendido sobre la gran ciudad como un velo de seda, tan lentamente que parecía un eterno crepúsculo. Me encontraba vagando por las calles, llenas de ruido, llenas de gente, con tantos olores, y a la vez tan vacías, tan faltas de vida, decadentes y sin fortaleza; pero me encontraba ahí, en ese lugar y sabia que no era coincidencia, era mi camino. Inhale el humo del cigarro.
Yo nací y me crié en Norte América; mi nombre es Antonio Raider, no conocí a mis padres, fui adoptado por una familia de granjeros en memphis. Mis días siempre fueron extraños, y cuando ingrese en la secundaria fui descubriendo el por qué. Desde ese entonces comencé a sobresalir en el deporte, fui quarter back del equipo de football, el mejor brazo de toda la escuela durante mi estancia en ella, después en la preparatoria ingrese a una escuela de Kung fu, mi interés creció en cuanto a las artes marciales; así que me instruí, adquirí algunos videos de Bruce Lee, prácticos, donde se impartía el Jet Kun Do; compré el hombre de madera y practicaba diario cuatro horas, dos en la mañana y dos en la tarde; después pude obtener el libro del Jet Kun Do, el cual me resultó de mucha utilidad; luego en el dojo combatía con el estilo desarrollado en el granero de la granja, algo excéntrico y fuera de contexto pero me agradaba.
Era un joven, algo fuera de lo común, muy solitario, hasta que conocí a la garra de plata. En mi clase de computación habían cuatro jóvenes inseparables: Arafat, el era un joven muy fornido y de tipo rockero; Kano, era alto y delgado, muy inteligente; Sony, era un galán con las chicas y un muy buen atleta; y Dana, era hermosa y le encantaban los autos, ella era hermana de Arafat.
Ellos se hacían llamar la garra de plata, y me invitaron a formar parte de su grupo sin que yo supiera por qué.
Exhale, el humo se elevó como un pequeño grupo de espíritus buscando la libertad de una triste agonía, rumbo al cielo, como un lamento hacia Selene. Camine hacia la puerta y toque tres veces. Ella me abrió; me quitó de la mano el estuche con mi guitarra, con diligencia lo puso a un lado y me abrazó.
Melodía-que-hiere, así fui llamado ese día. La garra de plata vio una afinidad en mi, me sorprendió saber cual era. Yo quería un grupo, quería amigos, quería saber quien era; encontré respuesta a todo.
Ellos me llevaron a su refugio, un lugar apartado y amplio, una cabaña grande con patio y garaje. Era un hermoso lugar. Olía a madera fina; el lugar pertenecía al abuelo de Kano, el viejo Cuervo Rojo, un nativo americano muy anciano. Todos compartieron conmigo algo de sus vidas. Arafat me enseño a tocar la guitarra, me convertí en un buen interprete. Kano me ayudo mucho en la escuela, me ayudo a ser buen estudiante. Sony y yo compartimos nuestras aficiones deportivas, practicábamos juntos artes marciales, football y demás disciplinas de atletismo. Dana, era una chica hermosa y especial, estoy seguro de que era tan diferente a las demás que no había nadie como ella, me enseñó a conducir y descubrí que lo hacia excelentemente bien.
Sentir su cuerpo junto al mío era como atizar esas cenizas, que en un tiempo eran llamas tan ardientes como las del fuego eterno. Hermosos versos vienen a mi mente y alivian la desesperación de hablar, de quitar espinas a una rosa.
Los ojos del anciano decían mucho mas de lo que pudieran hablar sus resecos labios. Todo su conocimiento fue para mi una fuente de abundante sabiduría, supe entonces porque pertenecía a ellos, todos eran como yo, diferentes pero afines, excepto ella.
De todo lo aprendido, caminando junto a ellos, fue la música aquello que hizo surgir mis pasiones al exterior. Con ella saciaba mi alma, me tranquilizaba, me daba paz. Encontré una senda, y al fin esa era mi naturaleza, por ello trate de entregarme a cada uno de mis nuevos hermanos el tiempo que estuve con ellos. Una familia de verdad con lazos espirituales.
Pudo verlo en mis ojos, quizás yo también lo deseaba con la misma intensidad de sentimientos. Sentimientos que no pueden ser totalmente visibles pero sé que están ahí, pero no podía ser como antes, nunca sería igual. Bajo qué cielo caíste, por qué no pude escuchar. SEO y posicionamiento SEO
Un alma invadida, un ser atribulado, un criminal o una victima. No hay por qué juzgar, decidí. Cuanto bien me hacia estar con ellos alrededor de una fogata, Arafat y yo con nuestras nostálgicas guitarras y el viejo Cuervo Rojo recitando la historia de nuestros antepasados; historias que apaciguaban a la incontenible bestia llena de furia, que solo los sabios logran controlarla por completo.
Viví con ellos, y nuestros lazos se hicieron muy fuertes, éramos un solo espíritu. Y aun así yo sabia que no podría ser así para siempre. Tenia que dejarlos.
Cuánto tiempo tendré que deslizarme, separarme de ellos, no puedo creerlo, no estuvo bien.
Sentados frente a la gran ventana, y nuestra vista posada sobre la ciudad, teníamos ganas de hacernos tantas preguntas, y comentar infinidad de cosas, de todo lo ocurrido mientras no se cruzaban nuestros caminos. La luna ilumino su rostro, se había convertido en una mujer hermosa. Siempre fue una chica linda, pero ahora se veía diferente, era una mujer atractiva y llena de una rara belleza oscura.
- Tony dijo ella.
- Si, dime conteste, con un tono apagado.
- Déjame ver tu rostro mas de cerca mientras caminaba hacia mi.
Puso su mano en mi mejilla, deslizo su mano hasta detrás y por debajo de mi oreja, acaricio mi cabello. Las llamas en la hoguera se avivaron. Cerré mis ojos y comenzó a peinar mi cabellera con sus finos dedos. Creo que los demás observaban, y decidieron irse uno a uno, hubiera querido ver el rostro de Arafat(ja, ja).
El deseo se apodero de nuestros cuerpos y el amor de nuestras almas, quisimos buscar oscuridad internándonos en el bosque, pero no fue propicio. Escuchamos sonidos raros, como de tambores.
Mi cuerpo agotado solicitaba descanso, y ella lo notó. Tomo mi brazo y me condujo con una suavidad casi libre de sensación a sus habitaciones; estando ya en la recamara me senté en el borde de la cama, despojo mi cuerpo de las ropas tristes y ásperas. Mi cuerpo lleno de sus recuerdos le infundo calor.
Fui proyectado por los aires sintiendo el mas grande dolor de toda mi joven vida, lleve mi rabia a sus limites y caí al suelo convertido en bestia. Trate de incorporarme y resbale con un liquido negro y viciado; de repente miles de garras cayeron sobre mi, y también llego la ayuda. No los vencimos eran muchos; malditos cambia formas corrompidos; huimos, muy a tiempo, no sufrimos lesiones graves, pero mi hombro y mi costado no me dejan olvidar ese desagradable encuentro.
No encuentro palabras para decirlo, y a veces creo que el pensamiento es un idioma de signos sin sentido. No siempre entiendo que sucede conmigo, zarandeándome voy hasta que... Esta vez, no!
Siento que fui la piedra angular del grupo, la conexión entre todos, incluso con el viejo Cuervo Rojo. Todos con diferencias, y yo era el poseedor de esas adaptaciones, era algo que me agradaba.
Arafat, nunca te pida un amor que dejes la música. Kano, siempre en la búsqueda del conocimiento y esa inquietud hacia lo oculto. Sony, la estética y la salud, las mujeres, y nosotros tus hermanos, quizá tu el mas afectuoso. Dana, siempre sonriente entre las sombras cuando nadie puede verte; gracias por dejarme entrar en tu mundo y compartir tus sueños conmigo el tiempo que estuvimos juntos, nunca volví a sentirme igual.
Nuestros caminos fueron divididos, cada quien en busca de un objetivo, pero yo que debia hacer, eso no lo sabia entonces...
¿Cómo demonios era yo en mi juventud? Una pregunta algo extraña; yo era ...
...como soy ahora, pero mas joven. Es así cuando encuentro la belleza de mi vida, cuando el Sol aparece y nos ilumina a los dos juntos como un solo cuerpo.
TONY RAIDER
MELODÍA-QUE-HIERE; ARHOUN DE LOS CAMINANTES SILENCIOSOS.
El Autor de este relato fué Antonio Ruiz , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6134&cat=craneo (ahora offline)
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2024-12-13
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