Siempre pensé que mirar atrás era la peor opción que uno tiene cuando tiene que enfrentarse a las cosas, rebuscar entre los fantasmas del pasado como si de viejas mantas apiladas en un armario olvidado se trataran, y encontrar ese trozo de tela amarillo y roto que hacía años habías creído perdido o desahuciado. Te lo quedas mirando, en silencio, sosteniéndolo entre las manos, los ojos perdidos en sus manchas amarillentas, y crees ver en el reflejado un pasado borrado de la memoria, postales en blanco y negro de rostros desconocidos, momentos congelados en el tiempo y guardados en cajones bajo llave. Notas esa sensación extraña que aprisiona tu corazón, de forma invisible, hasta apenas dejarlo respirar, bombear vida a las partes más alejadas de tu cuerpo
Pero aquella tarde de Abril, lluviosa, oscura y triste, volví a hacerlo. No recuerdo muy bien porque, tal vez por equivocación, tal vez porque mi cabeza me lo pidió con demasiada insistencia. Mirando la madera que recubría tu cuerpo eché la vista atrás, y te vi tan guapa como siempre te había recordado hasta entonces. El agujero donde reposarías eternamente tras de ti, como una enorme boca dispuesta a tragarte de un solo bocado. Eché la vista atrás y vi tu sonrisa, esos ojos azules que me comían en silencio cada vez que se cruzaban con los míos, esos alegres gestos que convertían tu rostro en segundos en el de una niña de quince años.
Recordé aquellos momentos que te habían convertido en lo más importante de mi vida, aquellos lugares y aquellos gestos que habían echo de ti el personaje principal en la historia de mi vida, en el paso de mí tiempo. Recordé cada caricia que me regalaste, sin pedir nada a cambio, cada sonrisa que me dedicaste, cada mirada furtiva entre la gente, cada gesto que involuntariamente me dedicaste. Lo recordé todo en segundos como si hiciera mil años que lo tuviera olvidado, como si no fuera cierto que hace apenas una semana te tenía entre mis brazos, esperando cada beso tuyo, cada caricia, cada deseo Lo recordé tan de repente que durante segundos perdí la respiración.
La mano que aprieta el corazón, la nostalgia que agrieta el alma.
Cerré los ojos e intenté volver a la vida, pues mis pensamientos la habían abandonado y corrían en tu busca, como si fueran capaces de encontrarte en medio de este mundo sin sentido, en medio de esta vida desahuciada. Corrían detrás de la sombra en la que te habías convertido en mi cabeza, detrás del olor de tu piel que aun quedaba en mi recuerdo, detrás del tacto que aun se conservaba en la yema de mis dedos. Pero corrían sin alcanzarte, sabiendo que cada vez estarías más lejos. Aprender a programar con ejemplos
Esa boca que te come, esa oscuridad que te engulle, ese silencio que te envuelve.
Una mano se posó en mi hombro. Fue un débil tacto que atravesó mis ropas con su alta temperatura, que erizo el bello de mi cuerpo. Fue una mano diminuta que tranquilizó las sensaciones que recorrían mis venas, haciendo que mi corazón volviera a latir, rompiendo las ataduras que me apresaban el alma.
Abrí los ojos, de repente, y volví el rostro en tu búsqueda (¿que más podía significar todo aquello?), pero allí no había nadie, solo rostros silenciosos que miraban esa caja de madera que era tu hogar, ese trozo de pino que envolvía tu cuerpo, ese regalo que olvidaríamos bajo kilos de piedras.
Volví a mirar aquel agujero oscuro, tu destino, y vi como una luz se encendía en su interior. Supe con certeza que estabas en aquella luz, esperando, contando los segundos que tardaría en llegar allí, apoyada en el resquicio de la puerta, desnuda, como me esperabas cada noche cuando llegaba del trabajo, con aquella sonrisa de diablesa con la que me dabas las buenas noches, con aquellos ojos juguetones. Supe que me esperarías allí lo que hiciera falta.
Fue como encontrar la sombra que andaba buscando, corriendo alocado por los pasillos de la vida.
Fue como encontrarte de nuevo, tras haberte perdido.
Fue como volver a enamorarme de lo que más había querido.
Fue como volver a vivir, después de haberlo dado todo por perdido
El Autor de este relato fué MIGUEL ANGEL LAFOZ RIBELLES , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=11506&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos fantasia Romantica MIRAR ATRAS
Siempre pensé que mirar atrás era la peor opción que uno tiene cuando tiene que enfrentarse a las cosas, rebuscar entre los fantasmas del pasado como si de
relatoscortos
es
https://cuentocorto.es/static/images/relatoscortos-relatos-cortos-fantasia-romantica-mirar-atras-408-0.jpg
2024-10-04
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente