Hoy era el día. Hoy se cumplían exactamente 10 años desde que le diagnosticaron una enfermedad hepática degenerativa y mortal. La terapia génica para su caso aún no estaba disponible, aunque se avanzaba en ella. La solución, que por supuesto sería temporal, era un transplante. La esperanza de vida había aumentado mucho, y los accidentes mortales eran poco más o menos un recuerdo del pasado. Los transplantes de donante cadáver ya prácticamente no se realizaban.
Una vez arreglado el papeleo se puso todo en marcha. Se obtuvieron células de alto recambio de su epidermis, se cultivaron adecuadamente, se obtuvo su ADN, y se procedió a crear un clon suyo. Una vez alcanzado un grado de madurez adecuado, que se había establecido en quince años, se extraería el hígado del clon, y le sería transplantado.
Por supuesto, quedaba absolutamente prohibido todo tipo de contacto entre el clon y la persona clonada, para evitar cualquier problema. Los clones no eran seres nacidos, eran seres creados con una única finalidad, y no debían tener ningún tipo de contacto con otras personas.
En las guarderías de clones, éstos eran atendidos por otros clones adultos, que nunca habían tenido oportunidad de conocer las relaciones sociales, los sentimientos, la realidad, la vida.
Sabía que su clon será genéticamente idéntico a él, y suponía que físicamente sería también igual a él cuando tenía quince años. Pero no era capaz de formar en su mente esa imagen. Asumía la existencia de un ser absolutamente idéntico, un ser que en realidad era él mismo, pero no podía recrear una imagen mental. Además, procuraba no darle demasiadas vueltas. Tenía que evitar cualquier tipo de sentimentalismo.
Ahora se acercaba la fecha. Recibiría una llamada avisándole para que ingresara en la clínica de la compañía, donde le prepararían para la intervención. En el quirófano contiguo, estaría su clon. Se le extirparía el hígado para transplantárselo, y el resto del cuerpo se incineraría como residuo anatómico. Así estaba estipulado.
Cuando se ponía a pensar en ello, le asaltaban los remordimientos mas terribles. La cosa estaba clara. Un niño de quince años dejaría de vivir para que él pudiese seguir viviendo. Hasta que necesitase un nuevo transplante. Matarían a su clon para que el tuviese un nuevo hígado. Así de sencillo.
El contrato estipulaba claramente que, en caso de fallecimiento del receptor antes de la fecha del transplante, la compañía reembolsaría parte del pago inicial a la familia y el clon sería incinerado. El mismo destino le esperaba si el cliente rechazaba a última hora el transplante. Sólo que en este caso debía hacer frente a los gastos derivados de la creación y mantenimiento del clon. En cualquier caso, un niño de quince años moriría por su culpa. Él había encargado su fabricación y él sería el responsable de su muerte.
Las noches se hacían eternas mientras esperaba la llamada. No podía conciliar el sueño. Una angustia terrible le invadía noche tras noche, en la soledad de su habitación, al pensar en el futuro de su clon.
No había forma legal alguna de impedirlo, Todo estaba estipulado y legislado. Un clon creado para transplante no podía ser reconocido como ser humano, no tenía derecho a aspirar a una vida salvo aquella para la que había sido fabricado, y que tenía fecha de muerte estipulada. Por supuesto, los términos correctos eran fabricación, desarrollo, extirpación y eliminación. Nacimiento, vida y muerte estaban fuera de contexto y no podían ser aplicados. Innovacion y creatividad
Estaba decidido. Rechazaría el transplante. Aunque el destino de su clon sería el mismo, y como decía la compañía, se desperdiciaría un buen hígado, sabía que no podría soportar la idea de vivir con ese peso en su conciencia. Llamaría a la compañía, concertaría una cita y cancelaría el transplante. Pagaría la deuda y se iría, enfermo pero con una conciencia algo mas tranquila.
Al día siguiente recibió una llamada de la compañía. Le temblaban las manos y casi no podía hablar.
Había ocurrido un grave fallo de seguridad, y los algunos clones, entre ellos el suyo, habían tenido acceso a una sala de ocio del personal. En esa sala había libros, revistas, televisión. No se explicaban como había podido suceder, pero lo estaban investigando y no volvería a ocurrir.
No entendía muy bien lo que significaba aquello, pero por el tono de voz de la persona con la que hablaba, no podía ser nada bueno para ellos.
Las malas noticias no acababan ahí. De forma completamente imprevisible, varios clones habían subido al sexto nivel del edificio de la empresa y se habían caído, muriendo. Entre ellos estaba su clon, el portador de su nuevo hígado. Lamentaban el retraso, y se comprometían a tener a punto un nuevo clon en el menor tiempo posible, por supuesto sin ningún tipo de gasto adicional.
Su cabeza parecía girar descontrolada mientras oía la perorata del responsable de la compañía. La solución a su dilema moral aparecía ante sus ojos de la forma mas inesperada.
Pedían mil disculpas por los problemas que el retraso pudiese ocasionarle, y ponían a su disposición, de forma totalmente gratuita, la totalidad de los servicios médicos de la empresa, así como se harían cargo de toda la medicación que necesitara hasta que se pudiese llevar a cabo el transplante. Le rogaban que mantuviese la máxima discreción posible y estaban dispuestos a llegar a un acuerdo sobre una posible indemnización.
No hacía falta. No quería un nuevo clon. Rechazaba la creación de un nuevo ser para su transplante. Esperaría un donante cadáver o moriría cuando llegara su hora. Si, estaba completamente seguro. No, no emprendería ninguna acción legal contra la empresa. Quedaba en ese momento rota cualquier tipo de relación comercial con ellos. Un placer. Hasta luego.
Se sintió liberado. Nunca mas se le ocurriría semejante cosa de nuevo. Nunca mas pagaría por la creación y destrucción, el nacimiento y la muerte, de otra persona.
En la investigación interna de la empresa, se encontró en la sala de ocio donde entraron los clones, un libro ya descontinuado en las editoriales titulado: Clones para transplante de órganos humanos. Creación, mantenimiento y eliminación.
El Autor de este relato fué Smiorgan , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=3874&cat=craneo (ahora offline)
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2024-05-17
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