Descansa, mientras puedas, imaginando que fui sólo un efímero instante en tu vida. Descansa, evitando recordar mi cuerpo y mi presencia, así te ahorrarás momentos de inquietud hasta que llegue el día, porque llegará. Despertarás con una sensación absurda, la sensación de necesitarme. Tratarás de evadirla leyendo, escuchando música, sumergiéndote en el cuadro que cuelga de tu pared, será inútil. En cada palabra, en cada nota y hasta en cada línea me encontrarás. Mi voz surgirá en cada rincón y el calor de mi cuerpo, que ha quedado atrapado entre tus sábanas, te atraerá irremediablemente.
Te levantarás entonces y correrás a buscarme desesperado. Vagarás por zigzagueantes calles, buscarás mi sombra entre los árboles, correrás gritando mi nombre por espacios que sabías míos para encontrarme entre personas que no conoces.
Sin pronunciar palabra te acercarás y golpearás mis labios con un beso, tratando de hacerme comprender que ha llegado el día. Tomarás mi mano y, oprimiéndola suavemente, me obligarás a seguirte. Lo demás no importará; el tiempo que pasemos caminando será como una ruptura que no recordaremos, las personas que nos saludarán serán fantasmas disformes e irreconocibles, ni siquiera importará el modo en que lleguemos a tu habitación y nos encerremos en ella. No importará el cuadro que nos observará desde la pared, ni la radio que nos dedicará La Vie en Rose . No importarán el mono de juguete, ni los libros que desde un rincón, lanzarán sonrisas cómplices. Absolutamente nada importará excepto nosotros.
Entonces podré redescubrirte entregándome a la mirada de tus ojos marrones, recorreré tu rostro con los dedos y jugaré con tus labios hasta que me detengas, sujetes mis manos y acerques mi cuerpo al tuyo. Me besarás con labios temblorosos y yo me estremeceré al sentir en la espalda el contacto de tus dedos fríos. Dejarás que tus labios se paseen por mi cuello, que la aspereza de tu barba mal afeitada me acaricie dolorosamente, que la dureza de tus dientes se clave en mi piel y que la fuerza de tus manos lastime involuntariamente mis brazos. Poco a poco terminarás de desnudarme y me dejarás desnudarte mientras jugamos sobre tu cama. Me derribarás y el peso de tu cuerpo me aplastará obligándome a lanzar un gemido. Tomarás mis muslos con ambas manos y los separarás para ponerte en medio, sujetándome firmemente las caderas. Sé que en ese instante sentiré cómo te metes en mí y descubriré el placer al mirarte a los ojos, al seguir el movimiento de tu cuerpo y de tu respiración. Te arañaré, con una mezcla de furia y pasión, hasta dejar en tu espalda marcas profundas para que recuerdes que esto nunca pasará; para que entiendas que, al marcharte, te llevaste lo mejor de mí y me dejaste lo peor, para que tengas la certeza de que me acompañarás en este viaje sin retorno, el último.
El Autor de este relato fué Jo chan , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=8280&cat=craneo (ahora offline)
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2025-03-13
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