A finales del siglo XX y principios del XXI surgió lo que sería la piedra angular de la imbecilidad televisiva. En este concurso se encerraba en una casa a diez espécimenes de los más cretinos y se dejaban para ver cómo se insultaban, cómo se peleaban y zombificar así a una legión de espectadores.
La repercusión de este programa fue inusual; bajo promesas de estudios científicos y el morbo de la mirilla el proyecto fue degradándose hasta la decadencia extrema. Transexuales agresivos, putillas de baja casta en busca de oportunidades, infraseres de ártico coeficiente intelectual y así podríamos seguir hasta caer la noche.
Con el paso de los años el proyecto quedó en el olvido; la televisión evolucionó. Es decir, se hizo más imbécil todavía. Los programas más absurdos e insulsos que en la mente humana caben, casi no cabían en los horarios matutinos, vespertinos y de noche. ¿Programas culturales? ¿Documentales? ¿Películas de argumento sólido y buenos actores? ¿Para qué, si ya nadie los ve?
Si en lugar de ello podían poner a un cerdo y a una estrella de la televisión para insultarse y darse alguna que otra colleja, no hacía falta nada más. Los niños podían criarse bien con el calorcito de la televisión y una guarrilla del montón presentando su nuevo libro.
Habrían pasado unos treinta años desde la última emisión de esa piedra angular. En unos estudios de televisión una carpeta polvorienta descansaba encima de la mesa, y un corrillo de seres babeantes la observaba con admiración. Un tipo trajeado, corbata anudada y fajos de billetes asomando de los bolsillos, les hablaba acerca de esa carpeta. Llevaba ya unos quince minutos tratando de hacerles comprender lo que tenía entre manos. Tarea bastante difícil, pues el 95% de la población tenía un coeficiente por debajo de los 60 puntos.
-La encontré esta mañana, dentro de un cajón.
-¿Qué es un cajón? preguntó uno de los seres babeantes.
-Un C-A-J-Ó-N, Martínez, para guardar papeles y esas cosas.
La carpeta tenía un nombre. EL JUEGO, decía con unas letras bien grandes pero que muy pocos podrían ya leer. El tipo trajeado, directivo de televisión, la abrió para extraer unos papeles con una serie de reglas básicas y explicaciones. Blog de divulgación científica
-¿Recuerdan un programa de televisión que se hizo famoso hará unos treinta años? Parece ser que fue una especie de fuente de dinero,
-¿Qué es una fuente?
-Una F-U-E-N-T-E, López, ya sabe, de donde sale agua. Como les iba diciendo, el programa era como una fuente de donde manaba el dinero.
Eso era un concepto demasiado difícil para ellos.
-Se hicieron ricos, muy muy ricos. Y en esta carpeta tengo los datos suficientes como para hacer otra vez ese programa. ¿Saben lo que eso significa?
-¿Qué es una carpeta?
El directivo decidió que ya habían tenido bastante por hoy. Dejó la carpeta en lugar seguro; mañana vendrían para hacer el casting.
Habrían pasado unos treinta años y una semana desde la última emisión de esa piedra angular. Diez cenutrios encerrados dentro de una casa habían empezado la convivencia. Sesenta millones de espectadores pegados a la pantalla observaban con atención lo que sucedía.
EL JUEGO. DIEZ PERSONAS ENCERRADAS DENTRO DE UNA CASA. DIEZ PERSONAS SIN LUZ, SIN AGUA CORRIENTE, SIN LUJOS. YA SABEN, LUJOS, COSAS CARAS.
La voz en off iba explicando lentamente, a la velocidad de una tortuga coja, la temática del concurso. Concurso que, por cierto, tenía algunas modificaciones respecto al original. Por ejemplo, en lo que a expulsiones se refiere. Precisamente esa era noche de nominaciones, y ya había un elegido para abandonar el programa.
Le habían puesto una cinta en los ojos y le estaban guiando hasta una habitación blanca, insonorizada. Parecía nervioso. Le dejaron en la habitación junto a un hombre de aspecto autoritario. Éste dio una orden.
-PELOTÓN APUNTEN ¡¡¡FUEGO!!!
El Autor de este relato fué David Valero , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7509&cat=craneo (ahora offline)
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2024-11-19
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