La furgoneta Volkswagen, que recordaba un poco a aquellas que abundaban durante la guerra del Vietnam porque a trazos de pintura verde estaba dibujado el símbolo de la paz, aparcó delante de un edificio de ladrillo rojo. El ocaso se enseñoreaba del firmamento y el sol, que empezaba a tomar tonos anaranjados, se fue amagando para dar paso a una luna creciente que en pocos días sería llena.
Bajaron dos individuos de la furgoneta, cerrando con mimo la puerta corredera; tenían aspecto de científicos. El primero de ellos era alto y desgarbado, con el pelo alborotado y cayendo sobre su frente, que contra todo pronóstico estaba libre de acné, y comía una chocolatina pringosa por el caramelo. El segundo era un poco más bajo y tenía el pelo corto, con una graciosa coronilla que bien podría haber servido como nido para golondrinas, llevaba una carpeta que parecía contener informes ultrasecretos y, en general, parecía de mayor edad y más sabio.
Los dos individuos, ocultos por la penumbra, entraron al edificio en silencio y subieron hasta el último piso. El sabio se sacó una llave y abrió la puerta, que con números plateados estaba asignada como la que hacía 25.
-Tira esa porquería a la basura replicó el sabio, con voz agria.
Se encontraban dentro de una auténtica zahúrda; cientos de papeles estaban desperdigados por las mesas y un montoncito de bolsas de basura se acumulaban en la cocina. El tipo alto y desgarbado hizo un hueco en el plástico negro y depositó los restos de su chocolatina, que se le estaba indigestando. Seguía mascando charcos de caramelo dorado cuando encendió un ordenador viejo, un Pentium de los primeros que se sacaron al mercado, y se sentó en una silla.
-¿Tienes la carpeta, Dámaso? le dijo a su compinche, torciendo el cuello para localizarle.
-Siempre la llevo pegada a mí.
-Entonces podemos empezar.
Surgió la pantalla de bienvenida en el monitor. El que por nombre tenía Dámaso abrió la carpeta y extrajo un único papel con unas pocas frases mecanografiadas. Luego se perdió en la cocina. Unas manos expertas, con las uñas un poco largas y manchadas con una sustancia verde incalificable, teclearon siguiendo las instrucciones de la cuartilla extraída de la carpeta. Ultrasecreto.
-Fidel atronó la voz agria desde la cocina-, ¿te has acordado de comprar zumo hoy?
-¿Huh? respondió.
-Z.u.m.o. deletreó.
-¿Zumo? ¿No hay? ¿De veras? Habrá que bajar mañana a comprar. Noticias raras y curiosas
-Eres un imbécil.
-¿Huh?
-I.m.b.e
-¿Lo qué?
-Déjalo. ¿Cómo va la cosa?
Emergió de la cocina con las manos vacías, rascándose la oreja, y se sentó en la silla contigua. El llamado Fidel casi había acabado de redactar el gran informe; la bomba definitiva; ultrasecreto.
-¡Oh, tío, esto va a ser genial! Lo mejor que hemos hecho dijo, con entusiasmo, elevando los brazos a la lámpara y haciendo crujir sus nudillos-. De verdad, nos hemos superado.
-Tampoco es tan buena.
-¿No? ¿Eso crees?
-No es mi favorita.
-¿Y cuál es?
-¿Mi favorita? La de las palomas en el conducto del aire acondicionado.
-¡Sí, esa fue genial! La habitación que se va llenando de plumas y luego de restos de sangre Fue genial repitió-, no entiendo cómo no llegó a cuajar.
-La gente a veces es estúpida. ¿Has acabado ya?
-Ahora mismo.
-Sólo nos queda difundirla.
Entrechocaron sus palmas y desaparecieron del piso, el número 25 de un edificio de ladrillos rojos. La noche ya había caído y se había estrellado con furia sobre el cemento. Pasado un rato, el ordenador está ya frío pero nosotros, como ladrones sigilosos, vamos a entrar en ese piso y vamos a ver lo que hay en ese ordenador.
No hace falta encenderlo; yo te voy a decir lo que contiene. Restando los ficheros del sistema operativo, sólo contiene una carpeta. Suele cambiar de nombre muy a menudo, en ese momento tiene el llano mote de Chismes. Si entramos, vemos que hay cientos de documentos punto doc. Se pueden leer los siguientes títulos:
-Ricky Martin y la fan insaciable.
-La chica de la curva.
-Cocodrilos en las alcantarillas.
-Baileys y cocacola.
-Petazetas y cocacola.
-Las palomas y el conducto del aire acondicionado.
Probablemente sientas el deseo de ver el archivo más reciente. Tiene fecha de 26 de febrero de 2005. Voy a prevenirte: te sentirás confuso cuando lo leas. Muy confuso. Se llama Leyenda, y empieza así:
La furgoneta Volkswagen, que recordaba un poco a aquellas que abundaban durante la guerra del Vietnam
El Autor de este relato fué David Valero , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=8015&cat=craneo (ahora offline)
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La furgoneta Volkswagen, que recordaba un poco a aquellas que abundaban durante la guerra del Vietnam porque a trazos de pintura verde estaba dibujado el símb
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2024-12-04
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