Musa:
Desde el día en que te vi partir, noche a noche, tendido en mi lecho, a la par del silencio floreciente del entorno, miro fijamente a la nada y comienzo a cavilar. Mientras lo hago, me detengo en el súbito pensamiento que me habla de lo acontecido durante el día que mengua al igual que lo hace la luna. Repaso cada acto, cada sentimiento, cada palabra, cada idea fecundada por el ocio y el hastío, y caigo rendido a la luz de las sombras con la única idea que colma mi mente y serena mi existir; tu ser.
El frío tensa mis dedos mientras te escribo, cierro los ojos pensando que te descubro. Mis dedos cogen ritmo mientras el recuerdo de tu dulce y calurosa mirada me abraza y me hace presa de su hermoso esplendor. Sigo escribiendo; Sin parar, por mi mente desfilan tantos momentos, tantos recuerdos... Aun puedo percibir tu aroma, tus caricias, tus besos. Como olvidar tu sonrisa, tus ojos, el encanto natural de tu ser...
El frío ya es historia, el calor de tu recuerdo me envuelve y reconforta. Te quiero: Dos palabras vanas que ni se acercan a describir lo que siento y me une a ti; lo que me atenaza a soñar con el nuevo día con el único deseo de verte una vez más junto a mí.
Sigues conmigo. Te imagino sentada aquí a mi lado. Entre tanto, sin cesar, sigo escribiendo con tesón, alargando el tiempo lo más posible para que no te vayas. Aun siento el roce de mis dedos contra tu suave piel, tus besos... cuantas cosas que ahora sin ti no tienen sentido. Ayer me dejaste con el árido y cruel sabor de los recuerdos, hasta la próxima vez, hasta el próximo sueño, el recuerdo.
Hoy es un día alegre, al fin deje de ocultarme, al fin me rodee de gente, gente extraña, como extraño me encontraba perdidos tus besos y atenazando tu recuerdo, el que me dio fuerzas para permanecer enhiesto mientras el mar golpeaba contra el rompiente, mientras todos intentaban derribarme, una mirada, palabras airadas... Y en mis brazos tu recuerdo llorando, nuestro sueño clamando a gritos una mano amiga, un poco de comida.
Y aquí me encuentro con tu recuerdo a mi lado, calmada, observando lo que escribo, aun eres demasiado joven para entender lo que hago, por suerte, por desgracia poco puedes hacer por calmar la tempestad que ruge, el corazón destrozado que resiste. Y aquí estoy pensando en tus besos, en la calidez de tu sonrisa mientras tu recuerdo me mira con tus ojos. La acuno, la mimo, no se que será del futuro pero recuerda, siempre te tendré a mi lado.
No te imaginas cuanto duele escribir estas líneas. Líneas que hablan de nuestro final y a la vez, de lo agradecido que estoy contigo por haberme permitido compartir por un instante, un lindo sueño. Un sueño que fervorosamente hubiese deseado fuera realidad. Irónico pensar que pronto me encontraría rasgueando una esquela despidiéndome de ti, cuando en realidad lo último que deseo y dicta mi corazón es hacerlo. Apenas te conozco, apenas te alucino, a penas y penares seguiré mi rumbo.
Desearía poder suspender el tiempo y regresar al momento en que todo comenzó, en que por primera vez te soñé, para volverte a expresar lo mucho que te amo y cuanto significas para mí, más se que no lo puedo hacer y solo me encuentro sentado a las puertas del pasado, gritándole con ahínco para que vuelva a convertirse en mi presente. Desearía encontrar la manera de nunca dejar de soñarte mas se que nada es eterno, se que lo que un día nos aviva, pronto se convierte en un martirio perenne, una tortura. Tostadora de pan
A ser sincero, nunca imaginé que llegaría este aciago momento. Aunque fue poco el tiempo que compartimos tan linda travesía, lograste dejar patente en mí, el aroma de tu cuerpo e inundaste con tu ser el vacío que existía en mi vida. No se si sean mis errores o el café que me absorbe los que han hecho que me encuentre hoy sufriendo en penumbras, mas no sabes cuanto desearía regresar a tu lado y tener una sola oportunidad de decirte al unísono una vez más: Te amo. No te imaginas cuando deseo volver a sentir tus caricias, volver a oler la fragancia de la tormenta de tus cabellos, volver a sentir el roce de tus manos sobre las mías, volver a sentirte toda. No te imaginas lo mucho que dueles en mi pecho, en mi corazón, en mis sueños.
Aun cuando tu recuerdo no desea abandonarme, se que tengo que distanciarme de él, más es tanto lo que me queda de ti, que me cuesta trabajo hacerlo. Consciente estoy que no puedo seguir viviéndote en mis sueños, seguir amándote sin realmente amarte, seguir teniéndote sin tenerte.
Con lágrimas en los ojos se despide aquel que un día hubiese dado su propia vida por tu amor. Que triste es saber que no basta ser el sol para tenerte. Te di gustoso todas mis humildes posesiones: mi corazón, mi alma y mi ilusión, más nunca pude recibir a cambio tu realidad. Ahora me preocupa saber ¿qué haré yo sin mi corazón, sin la ilusión de vivir un día más ya que has dejado de aparecer en mi contexto? Lo siento amor, sólo te di todo, pero no fue suficiente.
Lo que antes me llenaba de dicha y alegría, ahora se clava en mi alma cual puñal desgarrando esperanzas vanas. El recuerdo de tu cara me provoca dolor. ¿Por qué algo tan bello me duele tanto? Aún late mi corazón al verte a la distancia en mis sueños, se sigue acelerando, más no logro visualizarte por completo, te veo difusa, indefinida, ¿Qué pasa, qué acaso no eres la misma?, ¿Acaso he cambiado de ideales? ¿Acaso has dejado de ser mi musa?
No me despediré sin antes agradecerte por haber sido entelequia que abriera su corazón y me diera refugio en su pecho cuando más lo requería. Te agradezco por haber sido luz en mi peregrinar por caminos oscuros, por haber sido inspiración en mis días grises, por haber llenado de amor a este corazón ávido de calor, por haber sido simplemente... Mi Musa.
Soy un hombre que abomina las despedidas más no se que actos haría en mi otra vida que en esta llevo como penitencia el tener que hacerlo mañana tras mañana de ti. Hoy me despido no por obligación o descuido, mucho menos por desearlo. Me despido porque mis ojos me lo piden al igual que el resto de mi cuerpo, el cual, cansado de estar inerte de tanto pensarte grita con exasperación: Anda, levántate, que ya inicia un nuevo día. Esa es la historia de mi vida, mi musa adorada y continuará eternamente hasta que te deje de soñar.
El Autor de este relato fué Leopoldo Pe%F1a Montemayor , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6671 (ahora offline)
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2021-08-19
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