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I. EL LLANTO VACIADO DE UN AHOGADO

Esto es como un agujero, vaciado, viciado de vacío, lleno de luz negra como las pupilas de un muerto, ahogado, con aire liquido en sus pulmones, un pensamiento temblando a intervalos de inexistencia y una palabra a medio salir de su boca enterrada para siempre entre la carne y el miedo.

Otra vez, y tras un largo meditar por entre los paisajes nublados, a veces áridos a veces estériles, de mi memoria, reincido en ti. Una única elucubración quimico-mental de mi propia propiedad, azuzada por los maniqueos que la soledad, ajena integración de mi impaciencia, me impone. Soledad estática, inerte, aparentemente agazapada tras un manto de esperanza con forma de mujer y malas intenciones, que todo viene unido y es indisoluble en su precipitada creación artificial. Es como una tos persistente en una noche que no se acaba, como un “hasta luego” en los labios de un desconocido que jamas veras luego. Todo esto hace aumentar mis niveles de angustia hasta limites sospechosos para aquellos que no anhelan nada en esta vida y se conforman con la carnicería de la esquina, el vino a cero grados y la apertura nocturna de piernas de su santa esposa. Hasta aquí hemos llegado a un punto sin retorno equidistante de todos vosotros, tan lejos y tan cerca que sus extremos, distintos entre si, pueden tocarse como unos labios sin voz ni sabor. Como tú lo has creado en tu propia cabeza que es a la vez ese agujero lleno de todo lo que tu has querido que rebose tu existencia, tan fútil y roma que ni siquiera podría aguantar de pie y menos resistir las embestidas de un destino autoproclamado salvador de tus ideas, como un uniforme hecho a medida que engulle tu cuerpo y sepulta tu piel tras otra piel de engaño, de voz acusadora para con tus semejantes, y que, por ningún concepto, admite la copia o el plagio de unas ideas que neciamente consideras tuyas.

 

Tras lo cual solo cabe el silencio de la palabra y el recuerdo indeleble de los momentos.

II. DE BARRAS MOJADAS Y SANGRE COAGULADA

Apoyado sobre una barra mojada de alcohol, sudor y otros líquidos correosos y nocivos para el paladar humano, giro mi cabeza 180º sobre un eje de carne recompuesta, observando la ardua tarea del camarero, persona provista de eficacia interrelacional pero opuestamente ineficaz en concordancia con sus semejantes, estableciéndose una relación de mutua dependencia dominada por la autoinmolacion y el sadismo mas exacerbado que determinara el futuro inmediato de todos ellos. Todos ellos y todo yo, por supuesto, nos creemos poseedores de una verdad absoluta, individual, indisoluble e inquebrantable, que puede ser más grande o pequeña en función del momento, del espacio y sobre todo de la carne, retorcida y gris, que habita en ese maravilloso hueco de nuestro cuerpo. Acompañando a esta inesperada velada de nocturnidad con desconocidos seres humanos, todos ellos despreciables en un primer momento de contacto visual y auditivo, percibo un ruido de fondo existencial que ensordece algo de mi interior, algo que busco intentando saber la razón de la búsqueda y de la existencia de la misma.

III. COMO TROZOS DE VIDA, TROZOS DE LLUVIA DOMINICAL

Hundido en un inmenso océano turbulento de ideas electrificadas y premeditadamente amorfas, se encuentra la visión parcial, y en ciertos aspectos poco objetiva, del mundo que existe justo delante de mis ojos, justo entre tu y yo. Un mundo espacio-material confuso y en constante cambio, que deja obsoletas cada una de las soluciones que encuentro a sus diversas y plurimetamorficas incógnitas. Es un camino constantemente bombardeado por proyectiles de adversidad y desgracia digna de la obra de cualquier dramaturgo griego de tres al cuarto, el cual, virtualmente inexistente, he de reconstruir piedra a piedra, grano a grano. Con el sabor del polvo en mi garganta y sangre reseca en mis rodillas intento crear la materia prima, el pegamento, la coherencia, o algo que seguramente desconozco, que de orden, consistencia y sensación de existencia a esto en donde estamos metidos todos, un mismo saco de irrealidad persistentemente real.

El Autor de este relato fué S. Judas , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=8000&cat=craneo (ahora offline)

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Esto es como un agujero, vaciado, viciado de vacío, lleno de luz negra como las pupilas de un muerto, ahogado, con aire liquido en sus pulmones, un pensamient

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2025-03-08

 

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