Dolor de ida y vuelta
La oscuridad se cierne en el largo pasillo, la única iluminación es la que se filtra por la rendija bajo la puerta del aseo; dentro, un hombre, bañándose, como si quisiera limpiar la suciedad de su mente. Entre la espuma del jabón se distingue un leve tono rosado, fruto de su sangre, la que se escapa por sus venas desgarradas, vaciando su ser, adormeciendo el cuerpo y la mente, una mente sin remordimientos, sin moral, sin limites. Se acerca el momento de abandonar el mundo que le vio desparramarse de las entrañas de su madre, el mundo que le ha visto robar tantas vidas, y que ya no sacia su sed de dolor, la deseada inconsciencia llega junto con el calor de la mortalidad... Pero algo va mal...
Siente una sensación de paz imposible de describir, un agradable calor le embarga hasta los huesos, pero no esta muriendo, ya no siente sueño, ni pesadez; siente dolor, dolor que inunda sus brazos y termina por perforar su cerebro, al observar sus muñecas solo ve eso: sus muñecas, ni cortes, ni sangre; nada. Y en algún lugar del infinito se puede escuchar una carcajada.
Con una curiosidad creciente sale del agua, aun roja, y abre la puerta decidido a experimentar esta nueva invulnerabilidad, deseoso de producirse los mayores dolores, los más increíbles tormentos; pero al abrir la puerta no se mueve, no sigue caminando, porque su casa ya no esta vacía, al otro lado del pasillo se distingue una figura que no debería estar ahí, la figura que de inmediato es reconocido como su padre, la sorpresa se adueña de su mente, procurando razonar, ordenar sus pensamientos, recordando la imposibilidad de su presencia, recordando la sensación de sus manos, cuando tenia seis años, sosteniendo el taladro con el que le atravesó la cabeza... Y en algún lugar del infinito se puede escuchar una carcajada.
No se asusta, apenas mantiene un apice de sorpresa, y al cabo de un par de minutos... sonrie, muestra sus dientes, deformados, cubiertos con sus gruesos labios, su cabeza rapada bulle en ideas desordenadas sobre como actuar, sus fuertes músculos se tensan, y, dejando de pensar, se lanza de un salto hacia su padre muerto años atrás, deseoso de disfrutar cada segundo de ese regalo. De un solo salto cubre la larga distancia, aprieta su mano izquierda en el cuello perfectamente palpable, mientras descarga con furia su puño derecho, destroza su cara con apenas cinco golpes, saboreando los crujidos de sus huesos a cada golpe; desgarra carne, destroza huesos... deseoso de devolver cada una de las cicatrices que le marcó, esperando no matarle de la emoción antes de devolver cada golpe. Mientras golpea, recuerda las palizas que le propinó desde los dos años, como cada dia visitaba su habitación, ablandaba su carne a golpes, y cuando se sentía satisfecho caminaba hasta su esposa y, allí donde estuviera, la poseía con brusquedad, salvajemente, al acabar con ella iba al garaje a observar su amado coche y ver, en un antiguo proyector, películas porno; todo eso venia a su mente mientras castigaba ese cuerpo de pera podrida, arrastrando las imágenes de su niñez, llegando lentamente a la última paliza que recibió... Y en algún lugar del infinito se puede escuchar una carcajada.
Recordando ese dia con alegría, archivándolo en su memoria como su bautismo, recordando perfectamente como le machacó hasta que le dolieron las manos, como el pobre niño no podia apenas respirar, escuchó con dificultad como la madre imploraba que parase, nunca entendió por que se ensaño tanto, su padre se giró y, sin siquiera pensárselo, soltó un puñetazo brutal contra su mujer, haciendola caer en el suelo, siguió descargando sus puños y le arrancó la ropa, alli mismo, frente a los ya poco inocentes ojos de su hijo, la violó con furia, la destrozó, en todos los sentidos, y, con un ultimo golpe la mató, dio por muerto a su hijo hace largo rato, un grave error, lo habia visto todo con el ojo que aún quedaba sano, el mismo con el que miraba a ese ser despreciable mientras descargaba su ira contenida, dando gracias al propio universo por tener otra oportunidad de matar a ese hombre, y su mente siguió vagando... Estados para Whatsapp
De nuevo un niño, de nuevo los huesos rotos, y el alma desgarrada, sabiéndose medio huérfano, decidió terminar el trabajo, no sabe de donde sacó las fuerzas, imagina que de la furia, se arrastra hasta el garage, donde ya ha comenzado el ritual, ya ha terminado de alabar su coche, ahora es el momento de comenzar el carrusel de sexo, semen, y lujuria, momento que el pobre infante aprovecha para acercarse a su pésimo progenitor, sus manos, sin un solo hueso sano, logran coger un martillo, la bocanada de adrenalina que siente arder en sus venas le ayuda a levantarse, el dolor no importa, la muerte no importa, solo importa desparramar los sesos de ese hombre por el suelo, y, decidido, golpea con furia mal contenida, pero por muchas ganas que tenga, sigue siendo un niño, no hace mella en su padre, que sorprendido, se gira, antes de que pudiera cargar el puño, arremete otro martillazo, el cual, debido a la posición, causa más daños, no le mata, pero le deja ligeramente noqueado, oportunidad que aprovecha el niño para soltar su arma y buscar algo que pueda dar el golpe de gracia... Ahora no usa arma alguna, sus puños desnudos rinden buena cuenta de el, y recuerda con una pequeña sonrisa como en su infancia cogió el taladro, herramienta que siempre le dio miedo, la empuñó, y, lentamente, comenzó a agujerear el cráneo de su progenitor, salpicando las escasas neuronas por toda la sala; siendo solo un niño no disfrutó del sublime sabor de la venganza, pero ahora no lo iba a dejar de disfrutar ni un segundo, le dio una serie de rodillazos en las costillas que terminaron por romperse, pisó uno por uno sus dedos hasta que no quedó falange entera, y así, indefenso, le observó largo rato, cuando se cansó de su visión se acercó puso su cara junto a la suya y dijo:-Perdóname padre, porque voy a pecar.- Y dichas esas palabras le dio un puñetazo en el centro de su ya castigada cara, aplastando su cráneo contra el suelo. Por fin pudo descansar en paz, las heridas de sus brazos volvieron a abrirse, murió en pocos minutos...Y en algún lugar del infinito se pudo escuchar la carcajada de la dama ciega, mientras decía: -Se ha hecho justicia.
FIN
El Autor de este relato fué Polichi , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=655&cat=craneo (ahora offline)
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2021-09-13
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