-¿Qué es lo que puede pasar cuando te levantas de la cama rápidamente y pones el cuerpo tieso para saltar de ella? Pues que uno se marea, ¿no?
Pero y ¿Cuándo estas muerto? ¿Te mareas también?- Preguntó el niñito a su padre.
-Hijo-decía entre carcajadas su padre- Cuando uno está muerto, no se marea, porque no se levanta.-
El hijo, era algo madurito ya, porque tenía 13 años. Lo malo era que la educación que le habían dado los padres había sido un tanto pobre.
-Papá, estas equivocado. Yo he visto a un tipo que estaba muerto y de pronto dio como un salto y se levantó.-Comentó el niño.
-Eso supongo que lo has visto en alguna película. ¿Es que te ha dejado mamá ver la televisión hasta tarde?-Preguntó extrañado el padre.
El niño negó aquel comentario. Seguía empeñado en que lo había visto era realidad. Pero lógicamente para comprensión de cualquiera, aquello era todo lo contrario a creíble, y más en un crío de 13 años.
Pasado aquel día, no se volvió a hablar más del tema, al menos con su padre.
Pero se ve que el crío tenia muy marcado aquello por algo que vio y que nadie cree, solo el.
Así pues, le quedó tan marcado que pasaron 20 años y aun tenía fe en lo que vio.
Un día, salió con unos compañeros y su novia a dar una vuelta cuando surgió la típica conversación de que pasa después que uno muere.
-Yo pienso que después de la muerte, llegamos a un estado en el que nuestra alma sale del cuerpo y va hacia otro mundo, donde habitan más almas-decía uno de ellos
-Claro-se mofaba uno-Al cielo, ¿No? Por favor! Ya somos bastante mayores para pensar en cosas así, el cuerpo muere y punto. No hay absolutamente nada mas, nacimos del barro, y en polvo nos volvemos.
-Yo pienso que hay algo-Decía nuestro protagonista dubitativo.- Pero no se lo que es. Hace años, vi a una persona que estaba muerta, dar un salto y levantarse. Lo notaba mareado. Pero se levantó. Ojo! Lo que vi no era literal, era su alma lo que yo vi levantarse, y ya no se nada más.
Todos se callaron, y su silencio podía entenderse como una carcajada enorme, pero en silencio, claro.
-Se que no me creéis, que lo veis como la tontería mas grande del mundo, pero yo lo vi, No recuerdo cuando, pero se que lo vi hace tiempo. Quizás, el pensar de la forma que pienso me da tranquilidad al pensar en la muerte, no como muchos de vosotros que la teméis por las historias que os han contado acerca del dolor y la angustia o que no hay nada mas.-Comentó el.
-Por mucho que nos digas, lo tuyo no tiene base para creer. Entiendelo-Dijo uno de sus amigos.
-Lo entiendo, pero no os tengo que convencer de nada. Sabiéndolo yo me quedo tranquilo.-Contestó el protagonista.
-Entonces no tienes miedo a la muerte. Y si no tienes miedo a la muerte, que es lo peor del mundo, no tienes miedo a nada-Dijo arrogantemente otro de ellos.
-Yo no digo eso, porque desde luego hay cosas mucho peores que la muerte. Un sufrir doloroso y largo es peor que la misma muerte, de hecho, muchos han preferido la muerte a sufrir-Contestó el joven.
También era lógico lo que había dicho, por eso los demás se volvieron a callar. Seguidamente uno de ellos cambió de tema y siguieron como si nada. Pero esa conversación iba a ser muy importante, más de lo que pensaban.
Tres años después, el joven de la historia, iba en coche a recoger a sus amigos para ir al cine, cuando de pronto y estando el solo en el coche, vio una luz muy cercana por su frente que iba dando curvas. Era un coche llevado por un borracho.
No sabia cual era la reacción siguiente, no estaba preparado, cuando movió el volante y justamente se dieron motor contra motor, y el borracho salió despedido por el cristal. El joven protagonista llevaba el cinturón. Los coches se hicieron añicos, habían quedado como un solo acordeón entreabierto. Pero el cinturón no pudo hacer mucho más.
Estaba inmóvil, son poder moverse, y con la cabeza gacha, los ojos en cambio, los tenia abiertos, y muy consciente aun de lo que pasaba, veía lo que el radio de visión permitía. Sus piernas aplastadas era lo que veía ene se momento.
Pasaron pocos minutos cuando un sonido de sirenas se acercaba. Pero el no oía nada ya. Solo un pitido de gran sonoridad y fijo en sus interiores. Seguía sin moverse y no sabia ni de que formaba respiraba.
-Mierda! Esta encajado, vamos a tener que cortar para sacarlo.-Decía uno de los bomberos que había llegado para sacarlo del coche mientras los de la ambulancia esperaban atrás con el cadáver del que salió despedido. Fulares para bebés
El bombero empezó a cortar con una gran radial de tamaño descomunal, hasta que pudieron sacarlo.
Lo cogieron en brazos. Ahora veía su coche aplastado empotrado con el otro automóvil.
Lo metieron en la camilla de la ambulancia.
-Éste no sale de aquí-decía uno de los dos de la urgencia que allí estaban.
Estaba con tan mal aspecto que no le daban probabilidades de ni siquiera llegar al hospital.
El coche-ambulancia arrancó y se fue en dirección al hospital.
De pronto, aun pensativo en su mayor sufrimiento, nuestro joven protagonista se acordó de lo que vio una vez en lejana ocasión y de lo que tanto había hablado. ¿Se levantará de aquel estado al morir? ¿Dónde irá?
Rápidamente, la visión cambió, ahora veía luces intermitentes. A un ritmo acelerado.
Pasaba por un túnel, las luces iban y venían a gran velocidad.
En breve, salieron del túnel. Pero las luces intermitentes seguían, y a mayor escala, cada vez más y más rápidamente.
¿Quizás era el momento del que había estado hablando tanto tiempo? ¿Le había tocado a el? Parece ser que su hora iba acercándose.
Las luces intermitentes se fundieron en una sola, muy radiante, tan potente que no le permitía ver mas allá con los ojos cerrados. Solo escuchaba muy de lejos unas ráfagas de corriente que pasaban por su cuerpo debido a los traqueteos de los dos de la ambulancia al intentar revivirlo.
La luz se hacía más brillante
Hubo algo que si pudo decir, pero hacia sus adentros dijo:
Ahora, me levantaré y me iré.
-Ha muerto a las 22:34 de la noche-Dijo uno de los de la ambulancia mirando su reloj.
La noticia llegó pronto a su familia y amigos y como no, a la que se convirtió en su esposa. Llevaban 2 años casados.
El gran pesar se ocupó de ellos. Murió muy joven.
Ahora han pasado 2 años desde entonces. La mujer de el visita a su suegra, la madre de nuestro fallecido protagonista.
Una visita, quizás para recordar viejos tiempos y honrar el nombre del hijo perdido, que murió aquella vez en una ambulancia.
-Siempre había sido muy risueño.-decía la madre- y a la vez muy niño. Pero era maduro, lo cual no es común teniendo esa mentalidad.
La joven asintió con ojos llorosos
-Ven, acompáñame- le dijo a la joven-
Se la llevó en dirección a uno de los cuartos de su casa. Allí una de las habitaciones estaba tal y como quedó una vez que se fue de su casa para comprarse otra y vivir con la que era su esposa.
-Aquí esta todo. No he tocado nada durante estos años. Y ya no se que hacer, los recuerdos siempre serán buenos, pero su muerte no lo es para mi, y es eso lo único que puedo borrar.- Decía la madre con gran pesar.
La joven viuda sabía de lo que hablaba. Se sentó en la cama y se quedó mirando la habitación a solas. La madre se fue.
Allí estaban las fotos de niño con su padre, también fallecido, pero de un infarto.
Todo estaba en orden en sus cajones. La ropita de niño, los calcetines, todo.
Abrió el último cajón, donde estaban los calzones, cuando notó algo extraño que sobresalía de entre algunos de los calzones. Parecía una revista. La sacó y era un comic.
Se llamaba, el hombre inmortal.
-Era su favorito desde niño-Dijo la suegra que había vuelto a entrar.
La viuda joven lo abrió con más lágrimas en los ojos al recordar a su marido difunto.
De repente, algo la dejó entrecortada. Muda y quieta. Una de las páginas interiores del comic mostraba a un hombre que estaba muerto y que de repente su alma daba un salto y se incorporaba de nuevo al mundo.
Lo que nuestro protagonista pensaba y no recordaba era un comic de sus años de pequeño. Quizás ahora tenía mas sentido la pregunta que le hizo de pequeño a su padre. La creencia tan sublime en el tema le había afectado tanto que había llegado a creer que todo eso era verdad, de forma que ya no se acordaba del comic. Pensaba que era cierto.
Pero ahora quien le decía que la idea era de un absurdo comic que guardaba en un cajón de la ropa. Ya es tarde para decir nada más.
-Al menos murió con un sueño que el mismo se había creído-Dijo la mujer entre lágrimas y con algo más de descanso al saber que su marido difunto no sufrió por una ideología que se hizo a si mismo.
El Autor de este relato fué Dan Martin , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=5466 (ahora offline)
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2021-09-24
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