Relatos cortos humor Asi soy yo.... Mi sexualidad

 

 

 

Este hombre no me conoce: no conoce ni mi cuerpo ni mi mente.

Verán, voy a contarles. Cuando hacemos el amor siempre me apetece hablar pero, claro, él se desconcentra. Y me digo yo: “¿Qué coño se va a desconcentrar si no da una?”. Es que se cree que con entrar y moverse un poquito para aquí y otro poquito para allá… asunto concluído. Pues no, señores. Es un error. Porque a mí me gustan esos hombres de las películas que susurran palabras cariñosas al oído, que inventan historias exóticas… Si es que Paco aún no se ha enterado que los orgasmos de las mujeres se fabrican en la cabeza. Es muy bueno, muy trabajador, muy honrado… una cosa no quita la otra pero es más bruto que Rajoy cuando dijo aquello de “hilillos de plastilina”… porque hay que ser bruto y tener poca vergüenza para decir algo semejante con aquellas imágenes ilustrativas. Pero de todo hay en la viña del Señor y además que me estoy desviando del tema que nos ocupa. Todas sus caricias se reducen a tocar un poco los pechos, acariciar un poco la espalda y ala, al asunto, directamente. Y cuando le pido algo en particular, expresamente: “Pero, cari, ¿es que no te gusta lo que estoy haciendo?”. A lo que yo respondo: “Si que me gusta, Paco, pero también me gustan otras cosas”. Y como es tan bruto, va y dice lleno de razón: “¿Y tú por qué lo sabes?”. Ahí ya me embalo, ya me pongo como una loca: “Para el carro, para el carro, que el que tú no conozcas mi cuerpo no significa que yo no me lo conozca de pé a pá. Yo sé lo que me gusta, cómo, dónde y cuándo. Así que ahora mismo ya te puedes ir a la otra esquina de la cama porque ya pasó tu momento Nescafé”. Me pongo la braga rápidamente, me bajo el camisón que a punto estaba de ahogarme y me acurruco en la esquina del colchón, herida y llena de rabia por dentro. Y él, como que no quiere la cosa, que se acerca cariñoso: “Anda, churri, no seas boba. A ver, dime lo que le gusta a mi nena que se lo voy a hacer todo”. Aprovechando la coyuntura y desafiando a la suerte: “Pues me encantaría que me dieses muchos besos pequeños y suaves por todo el cuerpo, despacio… y digo “todo” el cuerpo, Paco”. Y responde él: “Joder, Ana, es que mira que me lo pones dificil. ¿Tú has visto la hora que es?. Son las 12 de la noche y llevo levantado desde las 6 y media de la mañana”. Empiezo a irritarme de nuevo y digo para mis adentros: “Si es que la culpa es mía por pensar que voy a conseguir algo más … si es que es imbécil… si es que sabe dónde hay que meterla porque un día tuvo una iluminación y acertó a la primera… si es que es un pecado desperdiciar este cuerpo que Dios me dio….”. Y ya en alto le escupo: “Mira, vete a tu rincón de la cama y que tengas dulces sueños porque a mi no te vas a acercar en una buena temporada. Soy más feliz con mis fantasías sexuales”. Él no puede reprimirse: “Pero Anita, ¿tú tienes fantasías de esas?”. Como no merece la pena le respondo: “Anda, Paco duérmete tranquilo. Te lo dije sólo para fastidiar”. Si le digo que hay veces que me estoy imaginando al vecino nuevo del 4º que está todo él totalmente aprovechable… pues acabo llamando al 061 del achuchón que le da. Todo sobre el cafe

 

Y lo más triste es que antes no era así. Antes todo era diferente. Yo también cambié algo, lo admito públicamente… la culpa la tiene el matrimonio que todo lo transforma. Cuando nos veíamos sólo el fin de semana follábamos como locos y por aquel entonces todo me parecía bien. Procuraba esmerarse y yo estaba feliz y enamorada. La excitación de toda la semana y la fogosidad de la juventud eran los ingredientes perfectos para que nuestra relación fuese sobre ruedas. Y no como ahora, que tenemos todo el tiempo del mundo para querernos y nos aburrimos soberanamente. Aunque bien pensado, el tiempo no es tanto porque hay que descontar: las siestas, los partidos de tenis en el club, los días de pesca, los partidos de football en la tele, el viernes que quedamos con los amigos en el centro comercial a tomar unos cacharros y llegamos a casa tan rendidos que el cuerpo ya no está “pa ná”…

Quizá debiéramos separarnos y vernos solamente los fines de semana, tal vez así recuperaríamos la ilusión, las ganas de estar juntos, los paseos por el puerto… en resumen, lo que nos llevó a casarnos, lo que nos hacía tan felices…

Porque ahora, ahora soy un ama de casa frustrada, depresiva e insatisfecha. Y todo junto es demasiado. Ya no puedo aguantar más. Mañana por la mañana, tan pronto me levante le diré: “Paco, quiero la separación. No te preocupes por las maletas que ya te las envío yo a casa de tu madre que todavía te está esperando con los brazos abiertos desde que te marchaste de casa para casarte conmigo. Ya verás que contenta se va a poner”.

No sé si tendré valor. De momento tengo que marcharme porque ya habrá vuelto de pescar y tengo que preparar la cena.

Gracias por escucharme y que sean felices.

El Autor de este relato fué M.E.V. , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=4929&cat=craneo (ahora offline)

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Verán, voy a contarles. Cuando hacemos el amor siempre me apetece hablar pero, claro, él se desconcentra. Y me digo yo: “¿Qué coño se va a desconcentrar

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2020-03-13

 

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