Relatos cortos humor Hechos Reales ALDEGUNDO-2-

 

 

 

ALDEGUNDO

Ese era su nombre. Tenia quince años y sus padres decidieron en un arrebato de originalidad ponérselo. Pero lo que sus progenitores no adivinaron ante tanta originalidad. Es que el dichoso nombre le iba a traer por la calle de la amargura.

En el instituto todos le ignoraban, ni sabían quien era ni les importaba. Su vida transcurría entre el local de videojuegos y la computadora de su casa.

Todas las mañanas el mismo suplico, cuando el espejo revelaba la cara del chaval, los granos del acne sobresalían como erupciones volcánicas a punto de estallar. Las gafas enormes con cristales de culo de vaso no ayudaban en absoluto a mejorar la imagen y su pelo rizado y ensortijado le terminaba de dar el aspecto de un científico loco.

 

Esa mañana con un gesto de autentica rabia e impotencia aporreo con los nudillos de sus amos el espejo, hasta dejar el mismo con manchas de sangre. Llorando de dolor y rabia se dijo así mismo:

¡¡A llegado el día de la liberación!!

El sabia muy bien donde tenia escondido su padre el revolver, cuando sus mayores no estaban siempre fantaseaba con el arma entrenándose frente al espejo entre disparos imaginarios y muertes fingidas.

En el instituto todo era caos. Gritos de muchachos y muchachas que corrían sin rumbo fijo, como pollos sin cabeza tropezando los unos con los otros intentando escapar del justiciero que armado con un revolver, vestido con un antiguo disfraz de vaquero realizaba disparos a diestro y siniestro.

No tenia ningún plan trazado y mataba al azar. Solamente alguna que otra vez intentaba dar alguna oportunidad a sus victimas diciéndoles:

-¿Si me dices mi nombre te salvaras?

El pobre desgraciado-a. Entre que no recordaba el nombre y el pánico apenas articulaba palabra ininteligible. Trucos y guías de videojuegos

Eso era su sentencia de muerte, ejecutada sin ninguna clase de miramiento y con toda celeridad.

Cuando Aldegundo se asentó un momento para cortar el aliento en su peregrinaje justiciero. Oyó mil sirenas de policías que inundaban las inmediaciones del centro docente.

-¡Llego el momento. Mi publico me espera! Se dijo a si mismo con total resolución.

Cuando salió fuera del recinto con las amos en alto, una jauría de policías armados hasta los dientes y mil periodista como una marabunta entre gritos y gesticulaciones hacían un ruido ensordecedor.

 

De momento los únicos disparos que se veían eran los falsees de las cámaras de fotos. Aldegundo tenia un aspecto grotesco, con su disfraz de vaquero todo lleno de salpicaduras de sangre y con esa sonrisa idiota de las estrellas de cine al recibir a sus fans.

Se quito su sombrero de Cowboy, con todo cariño lo dejo en el suelo y acto seguido tomo su revolver de su cinto y se lo dirigió a la sien. El publico rugía de espanto, las cámaras disparaban frenéticamente el ambiente se inundo de las luces de los flases.

En la fracción de segundos que tardo el proyectil en destrozar la cabeza de Aldegundo. Una voz en su interior le decía:

-¿Valió la pena?

-¿Dime?

-¿Valió la pena?

El Autor de este relato fué JOSE MARIA MARTINEZ PEDROS , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=10170&cat=craneo (ahora offline)

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Ese era su nombre. Tenia quince años y sus padres decidieron en un arrebato de originalidad ponérselo. Pero lo que sus progenitores no adivinaron ante tanta

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2020-03-12

 

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