Relatos cortos humor Hechos Reales Mierdas, potas y otros...

Ya una hora antes de la cita paterna, una arcada recorrió mi estómago, empezó a subir y mientras mi boca producía la salivilla previa a tal acontecimiento que iba a tener lugar. Y llegó. Ya para aquel momento me dispuse un poco agachado y deje que esa gran arcada sacara aquel wiski que por otro lado tanto me había costado, teniendo como participe de tal estampa a mi amigo Jorge. El sol acababa de salir, y un día horrible, de potas y mierda iba a comenzar. La noche anterior empezó bien. Me fui con mis colegas de fiesta y estuvimos por las pubs de Briviesca hasta bien entrada la

 

 

 

La noche anterior empezó bien. Me fui con mis colegas de fiesta y estuvimos por las pubs de Briviesca hasta bien entrada la mañana, hora a la cual había quedado con mi padre para que me recogiera.

Ya una hora antes de la cita paterna, una arcada recorrió mi estómago, empezó a subir y mientras mi boca producía la salivilla previa a tal acontecimiento que iba a tener lugar. Y llegó. Ya para aquel momento me dispuse un poco agachado y deje que esa gran arcada sacara aquel wiski que por otro lado tanto me había costado, teniendo como participe de tal estampa a mi amigo Jorge. El sol acababa de salir, y un día horrible, de potas y mierda iba a comenzar.

Cuando llegué al lugar de encuentro, 15 minutos más tarde, mi padre, cagándose en la madre que me parió, a la vez que su mujer, por el retraso, observó la merluza que llevaba y los salpicones que habían dejado en mis pantalones las peladillas de tal pota..

Tras un trayecto en coche, en el que no acerté a decir nada razonable, llegamos a mi casa. Ese día volvía a Murcia, teóricamente con unos amigos de mis primos…Llegué, me duché y me acosté ya que tenía una hora… pero la hora se alargó y perdí la oportunidad de irme con ellos, oportunidad de ir con un pedazo de kinki de esos que dan miedo por lo garrulos que son, ya que el mismo afirmaba que cuando algún coche se le acercaba demasiado por detrás, le gustaba echar el freno de mano y ver la cara de conductor lameculos… Todo un hobbye.

El día iba de mal en peor. Fue entonces cuando tuvimos que ir a Briviesca a ver si había autobuses a Madrid. Sin éxito.

Así que nos dirigimos a Burgos. Ya antes de salir, el detallista de mi progenitor hizo unos bocadillos de dudoso gusto, mezclando varios tipos de embutido. En Burgos, compramos el billete. La espera de la salida del bus fue eterna. Por lo visto, al lado de aquella estación (lo siento, habitantes de Burgos, pero cutre donde las halla) , una pescadería había dejado una piscina de mierda, con forma de charco y olor a pescado podrido, que no hacía mas que recordarme lo mucho que había bebido y lo que me quedaba por echar. Pero no, allí no se produjo el milagro de los panes y los peces.

En el autobús decidí dormir, o mejor dicho, vegetar babeando cual cerdo. Una vez en Madrid, con el metro llegué a la estacion Sur. Tengo que hacer constar que mi equipaje era un macuto bastante grande, una mochila a la espalda (con mis apuntes de Fisiología médica, Anatomía II e Inmunología)y una mariconera. Allí constate que el próximo bus que se dirigía a mi cuidad natal lo haría 4 horas después. Fantástico. 4 horas de eterna espera, tirado en el suelo, intentando comer alguno de los bocadillos de mierda (sin éxito, claro), con una resaca de cojones, y lo peor todavía estaba por llegar…

Fue a eso de 2 horas después, cuando un retortijón de los que dices “ME VOY POR LA PATILLA” tuvo lugar en mi ya malherido intestino. No había salida, necesitaba descargar toda la mierda que llevaba dentro, y nada de metáforas.

Como pude, y digo como pude porque parecía “Qué apostamos”, me introduje en aquel habitáculo con más mierda que el palo de un gallinero, con mi macuto, mochila encima, y en la cúspide de tal montaña la dichosa mariconera. Tal espectáculo dantesco y a la vez penoso me llevo unos minutos. La posibilidad de movimiento era ínfima. Me bajé los pantalones y ropa interior y cagué en la gloria. Y llegó el momento, el gran MOMENTO. Me tenía que limpiar. Freidora Femi 5 Litros

Al entrar a aquel zulo de mierda ni miré ni tenía tiempo de averiguar si había o no papel higiénico, pues mi necesidad era para requerirlo. Efectivamente, señores madrileños, aunque me pese, tienen ustedes no sólo unos wateres de mierda, sino sin papel. No conocía a nadie, no tenia pañuelos… Mi imaginación empezó a buscar alternativas… La mochila, con mis apuntes estaba ahí, pero claro, después de todo un año tomando apuntes, haciendo dibujos de todas las estructuras y órganos del cuerpo, etc. no me apetecía nada seguir estudiando con apuntes llenos de mierda, por lo que busque otra opción: LOS FOLIOS EN BLANCO. No se si alguien lo habrá probado, pero estos son muy ásperos a la vez que recios. El truco esta en arrugarlos bien (no me quiero ni imaginar lo que pensarían mis compañeros del zulo de al lado). Tras varios minutos, entre ruidos al arrugarlos y cortarlos para que quedara a medida, solucione tal problema.

Fue en el momento en el que me dispuse a volver a ponerme los pantalones en el que observé, que el suelo, en el cual habían estado apoyados aquellos, había una mezcla de meado, tierra, mierda y otros excrementos, que le conferían con color digno de cualquier tipo de mierda. Si ya estaba avergonzado por lo ocurrido, esto se unió a lo anterior. Me los abroché como pude, bien altos cual jersey de cuello alto y baje mi camiseta hasta las rodillas en un intento de estirarla, opción cutre donde las halla a la par que absurda: mi destino era enseñar que aparentemente me había cagado.

Tras pasar 2 horas de vergüenza, salio el bus. En él, por lo visto se encontraban todos aquellos que en los últimos dos meses, y debido quizás a la sequía, no se habían duchado en uno de los veranos mas calurosos que he vivido. Todo un aroma, digno de Channel. Tras intentos de dormir y comer, ambos infructusos, hubo una parada en una estación. Allí intente beberme una lata de fanta, la cual, y debido al concierto intestinal no pude acabar. Y fue en el trayecto que quedaba de bus, en el que el milagro de los panes y los peces se hizo realidad. Tras notar la salivilla, que tan puta es, a la par que avisadora, corrí hacia las escaleras del bus, donde con una bolsa ya preparada, alimente ese ya cargado ambiente, para alegría del respetable. Toda ella entera de fanta, bocadillos de dudoso gusto, y por que no, quizás algún que otro cubata.

Al llegar a mi casa tenia fiebre, y todo intento por ingerir algo tenia siemrpe el mismo final: potar, potar y potar.

Y entre escalofríos y vómitos me acosté y acabo aquel maldito día. Solo añadir que el día después, al ir a la playa con mis compañeros de medicina, lo primero que me ocurrió al sumergirme en el agua fue una agradable picadura de medusa… Una odisea!!

El Autor de este relato fué Miguel Ruiz , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=4673 (ahora offline)

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2021-05-24

 

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