Recorría por segunda vez la margen del río, irresoluto, buscando el mejor lugar donde entregarle su vida al Paraná, cómo devolviéndole algo de lo tanto recibido por él, y por tanta gente, durante tantos años de humanidad.
Hacía tiempo que meditaba la decisión de terminar por propia mano, de usar la salida de emergencia de esta vida que no paraba de castigarlo, ensañada, vaya a saber él por qué.
Aunque la decisión no fuera improvisada, el temor a la pérdida de lo único que le quedaba le impedía, junto a la borra de su amor propio, despedirse de una vez.
Recogía piedras, palos, frutitas de los árboles y los arrojaba al agua haciéndolos hacer sapito. Se reía, mientras levantaba unos trozos de línea de pescar que enredaba entre sus dedos, al imaginarse que él no podría rebotar de esa manera, que se hundiría rápidamente puesto que nunca había podido aprender a nadar. No se resistiría, no podría hacerlo, este pensamiento lo hizo sentir mas inútil que una inerte piedra y lo colmó de la determinación necesaria para acabar al fin.
- hey, flaco. Le gritaron cuando se disponía a empezar la carrera hacia el río desde la media barranca en la que se encontraba parado. El haber frenado casi al mismo tiempo que comenzaba a acelerar por poco rompe sus confundidas rodillas.
- No pescaste nada? Digo, por que veo que cortaste línea. Le dijo quién lo había interrumpido, al tiempo que se acercaba. Uh!, y no te quedó nada, eh?, te llevó anzuelo, plomada... todo!. Continuó al observar los pobres trozos de nylon en sus manos. Blog sobre ropa y moda Shein, Primark y Amazon
- No querés picar algo con nosotros? Somos pocos y hay un poquito de todo, tenemos unos quesillos de cabra que trajo el cordobés, un par de bondiolas que traje yo de Carcarañá, buenísimas, y recién le compramos unos panes caseros calentitos a un pibe que pasó vendiendo, digo, si no tenés otros planes, además queremos salir a probar suerte mañana temprano y a lo mejor nos puedas tirar algunos datos...
Oscar miró nostálgicamente por un instante al río, miró luego al generoso desconocido que le sonreía dibujado entre las ramas de los árboles y soltó, dejándola caer, lo que quedaba de línea de pescar. Dale, vamos. Le contestó.
Mientras comía la mejor bondiola que probó en toda su vida recordó que había olvidado algunos placeres, apuró el vaso de vino que nunca le supo tan sabroso y se repitió convencido que había tantas cosas que no se quería privar. Ya no.
NdA: No se que categoría corresponde a este relato.
El Autor de este relato fué Juan Reverth , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6712&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos humor Parodias La bondiola de la vida
Recorría por segunda vez la margen del río, irresoluto, buscando el mejor lugar donde entregarle su vida al Paraná, cómo devolviéndole algo de lo tanto re
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2020-09-11
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