Relatos cortos terror Hechos reales Necro Escarlata: El alquimista y su musa carmesí

 

 

 

Saludos a todos, os voy a contar algo que sucedió hace un tiempo, espero que os guste y si no, bueno es cuestión de cada uno.

Era un tarde de invierno, hacia mucho frió, la luna ya se veía en un cielo azul obscuro aun iluminado por algunos efímeros rayos solares, suficientes como para no prender una vela en una sala con apenas 3 ventanas para poder, así, leer. Era un libro de alquimia, lo había encontrado entre los recovecos del ático de mis abuelos, un libro gordo, un poco sucio y desgastado, con muchos marcadores en las paginas y en la hoja q precedía al prologo ponía:

"ojo por ojo, diente por diente, una vida... por una vida"

Me pareció muy lógico ya que en la alquimia se trata a menudo el tema de la equivalencia de intercambios.

 

Los ojos aun no me molestaban, al luz era tenue al principio, permitía leer en paz, pero muy pronto me vi obligado por la obscuridad que contiene la noche a prender unas cuantas velas... el libro estaba muy interesante como para dejar de leerlo, tenia planeado devorármelo esas mismísima noche, no esperaría hasta el día siguiente, no importa lo muy grueso que estuviera este, me había propuesto terminarlo.

A cada línea, a cada pagina, a cada capitulo se me hacia mucho mas difícil soltarlo, contaba una historia estremecedora, y aun que había empezado a sentir escalofríos, no pensaba dejarme vencer por esas sensaciones sin sentido.

Deje las velas prendidas en la sala y subí al segundo piso, por supuesto, sin despegarme del libro.

Paso una hora..., dos horas..., 5 horas..., eran casi las 11:00 y yo seguía inmerso en aquella tinta carmesí. De pronto y casi de manera pavorosa, llamaron a la puerta, que al ser de metal, causo un gran estruendo que hizo que me sobrecogiera y que los escalofríos, que ya se habían disipado al mover mis piernas por los escalones, volvieran mucho mas fuertes en menos de un segundo, pronto me calme y decidí ver quien era la persona que tocaba mi puerta a tal hora de la noche, cuando los habitantes del pueblo, dormían con las mentes sugestionadas, asome mi cabeza por la ventana de la habitación que me habían provisto mis amorosos abuelos, pero no vi a nadie, supuse entonces, que aquella importunada persona habría caminado por los alrededores de la casa para ver si alguien se encontraba en ella, tan solo con esta simple suposición me forme un perfil de usuario, me dije a mi mismo que debería ser algún tipo bajo, delgado y con una personalidad hurgona y metiche talvez, menudo personaje fue el que imagine que no pude evitar dejar escapar una pequeña risilla en medio del silencio que llenaba mi habitación.

decidí ir en pos del sujeto, no me deje llevar por el momento y tome una de las espadas que adornaba una repisa del pasadizo que conectaba todos los dormitorios del segundo piso, tome además una lámpara de aceite y me dispuse, calmado y sumamente relajado, a bajar las escaleras, no paso mucho cuando aquel sonido de puños golpeando la puerta se repitió, los golpes no eran violentas, mas bien parecían avergonzados por tocar tan tarde, en ese momento cambiaron mis prejuicios por este sujeto pero no entendí muy bien aquella actitud. Termine de pisar el ultimo peldaño y me dirigí a la puerta; la persona que tocaba no podían ser mis abuelos ya que ellos habían viajado al pueblo contiguo para visitar a un compañero delicado de salud y no volverían hasta la mañana siguiente; levante mi mano y la puse en cada una de las cerraduras de la puerta, abriéndolas al unísono, baje hacia la perilla, la gire y atraje aquel inmenso portón hacia mi pecho, me asome y no vi a nadie, me sentí verdaderamente tonto por haber hecho aquel movimiento tan descuidado y peligroso a tal hora de la noche.

 

Me disponía a cerrar la puerta nuevamente cuando me percate de un sobre no muy grande q reposaba en el felpudo de "bienvenidos", era de color negro, levante una ceja en señal de sarcasmo, me agache lo levante y con actitud de desinterés y un poco de burla le di la vuelta y para mi sorpresa el sello del sobre era de color rosa y en forma de corazón.

Cerré y asegure la puerta, regrese a la alcoba, me senté con las piernas cruzadas en la cama y por unos segundo me quede en silencio hasta que no pude mas y lancé una tremenda carcajada al techo con los ojos cerrados, me parecía muy inocente de parte de la chica que escribió y selló la carta, muy inocente e infantil.

Pasaban las 11: 40, ya había terminado de leer la carta y tal como supuse era igual de ilusa, como si la hubiera escrito una adolescente de los animes que ve mi hermana, pero podía sentir un poco de frialdad y anhelo vehemente en cada una de sus palabras. Casi al terminar, ponía que quería verme pasada la media noche en un valle relativamente cercano del lugar en donde me encontraba, ese valle era famoso por tener círculos extraños grabados por doquier, se decía que antes había habido una comunidad de hechiceros en el lugar, una de las tantas leyendas urbanas que se atribuían al insólito pero de manera un poco sádica, hermoso lugar.

Al principio no me vi tentado a ir, no me importo en lo mas mínimo, ni siquiera con lo bien que estaba redactada la carta me sentí impulsado a ir, pero algo sucedía cada vez que leía y volvía a leer y volvía a leer las palabras que allí estaban escritas, no se lo que fue exactamente, pero termine por tener una pequeña curiosidad por acudir a la sita nocturna.

12: 38 pm;

Subí la pequeña colina que rodeaba el valle, ni siquiera pensé en la seguridad de la casa de mis abuelos, había llegado a tal punto q querer conocer a esa chica que me había escrito, que olvide mi chaqueta y me estaba congelando a la despiadada intemperie de los andes; me pare por un momento, admirando el paisaje, esa noche la luna estaba gigantesca en un cielo negro con pocas nubes de color púrpura y un sin numero de estrellas iluminado el vació espacio que se veía por sobre mi cabeza, tan hermoso, tan frió; ¡estaba helando! y yo solo contaba con un delgado polo blanco de mangas largas, unos pantalones y un colorido chullo.

Baje la colina y me puse un cuclillas esperando a que la mujer apareciera, pasaron algunos minutos que me parecieron una eternidad, no hubo señales de nadie en absoluto, decidí esperar un poco mas, pero no se veía ni un alma en el llano valle frente a mis ojos, casi con hipotermia y espeluznantemente cansado me decidí a volver, pensando que había sido un truco de un astuto ladrón para robar la casa, y por mi, ingenuamente, creído. Me levante con dificultad, tenia las piernas y las manos entumecidas, ya casi no sentía mis extremidades, aun que aun me quedaban las fuerzas y energías suficientes como para emprender el viaje de regreso, tenia planeado llegar, calentar un poco de agua y hacerme un te verde, para entrar en calor.

 

Todo lo tenia planeado, haría eso y mañana por la mañana desayunaría un delicioso omelet, haría mis deberes (cortar un poco de leña, preparar la comida, limpiar la casa, etcétera, etcétera) y esperaría a mis abuelos con la cena servida ya que era muy probable q demoraran mas de lo usual, pero al momento en que decidí darme la vuelta, estaba aquella chica de la carta, parada con unas blancas ropas largas y una chaqueta en el brazo, me miro, y aun que pude notar algunos pequeños cabellos pelirrojos, no podía ver muy bien su rostro bajo la capucha que llevaba; hizo un ademán, como si quisiera darme la chaqueta para que me la pusiera, dude un poco pero termine por recibirle y abrigarme con esa prenda que tanta falta me hacia en el estado en el que me encontraba. Era una criaturita sumamente delgada, de estatura promedio (160 cm. a 162 cm.), además era portadora de unas hermosas manos menudas con enjutos dedos largos que cautivaron en primera instancia mi atención; estaba descalza y sus pies eran pequeños pero lo suficientemente firmes como para sostener su frágil y contorneada figura de niña convirtiéndose en mujer. Partyflauta: Partituras para flauta dulce

Esta endemoniada belleza salida de la nada camino unos cuantos metros como si fuera incapaz de verme, me paso y siguió con paso calmado a mis espaldas, yo la seguía con la mirada, muy atento a cada movimiento q hiciera; su caminar era muy agraciado, con soltura y elegancia, parecía que a penas rozaba el suelo, a tal punto era su extraña belleza q cualquiera q allí se hubiese encontrado con ella le hubiera parecido ver un fantasma, un alma en pena, un ánima, etcétera. De pronto se detuvo, volteo muy ligeramente su cabecita y me hecho una pequeña mirada de reojo por encima de su hombro, como si me estuviera diciendo que le siguiera, como siempre guiado por mi naturaleza escéptica, dude un poco, pero nuevamente termine por ceder a mi curiosidad y a su atractiva figurilla.

Durante todo el trayecto a través del valle no me descuide ni un momento de ella ni de mi entorno, siempre alerta, precavido de todo, ya que todo lo q en ese instante sucedía era, de por si, sospechoso en extremo.

Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza, no podía comprender del todo el porque de esta actitud de parte del ser al que seguía muy atento, ella parecía ensimismada en si misma, de ratos avanzaba como si escuchara una melodía sorda y esto la incitara a dar pequeños pasos de baile en su caminar, parecía muy feliz aun con todo y su aspecto frío y obscuro, se veía feliz, con pleno regocijo por lo que sucedía, daba saltos como los que da un gacela, hacía reverencia a al cielo, la luna, las estrellas, al infinito que se imponía muy por encima de nosotros; esta especie de danza capturaba mi atención de tal forma que deje de prestar atención a mis alrededores y me centre en la bella musa que me ofrecía este ballet de las sombras para deleite de mis mortales ojos.

No se cuanto duro, no se cuanto tiempo pase debajo del cielo negro, pero esta eternidad parecía no acabar jamás y yo, por ninguna razón, deseaba que terminara, rogaba al cielo me dejara en este estado de manera infinita, ella y yo, la alegría que traía a mi ser y la quimera que envolvía nuestros cuerpos.

Cerré mis ojos…

Como si una voz más allá de lo humano y lo majo me obligara a hacerlo. Me sentía flotar en la nada, y con su presencia por todos lados me envolví en un frenesí que, en este momento, me es difícil precisar y describir como desearía hacerlo; pero algo sucedió, este majestuoso disfrute de mis sentidos desapareció fugazmente, ya no podía sentir la presencia de ella por ninguna parte.

 

Abrí los ojos…

Me encontraba solo en medio de aquel lugar, ella ya no estaba, no había ni los mas mínimos rastros de que hubiera estado otra persona allí en mucho tiempo a parte de mi; empecé a suponer q nunca hubo nadie y que todo aquello había sido producto de una mente sometida a temperaturas extremas; “el frío ha hecho esto”, me repetía vez tras vez; era muy lógico llegar a esa conclusión y sinceramente me la hubiera creído y hubiera regresado de inmediato a casa si no hubiera sido porque me percate de que aun llevaba puesta la chaqueta que me fue ofrecida. En ese momento, y mucho antes de tener el tiempo para ordenar mis ideas, sentí como una calida presencia, detrás mi, me rodeaba con sus largas y blancas extremidades, sentí miedo, mucho miedo, mi cuerpo no podía hacer mas que inmovilizarse, me encontraba con todas las capacidades motoras obstruidas, y hubiera seguido así de no ser por que advertí a los pocos segundos que me abrazaba con una ternura que no podía comprender, una dulzura que pocas veces se ve en los tiempos que en que vivimos, tan delicada, tan cariñosa… voltee de manera estrepitosa mi pesado cuerpo y la abrace con fuerza, tenia razón era ella, la niña de las blancas ropas largas, los cabellos pelirrojos, los pies menudos y las manos con dedos enjutos, la q escribió la carta de bruno color y sello rosado.

Estaba feliz, la dicha me embargaba, y mientras me separaba de aquella frágil criaturita lentamente pude percatar que con el fuerte empujón que recibió de parte mía se había hecho para atrás la capucha y la larga túnica que llevaba se había abierto, dejando al descubierto un vestido azabachado, normalmente usado con corsé, muy bien confeccionado a su medida, este también llevaba una falda con muchas blondas hechas de mallas que llegaba hasta un punto poco mas debajo de la mitad de sus muslos. Le cogí por los hombros y centre mi atención en su rostro, sus ojos eran grandes de color de fuego, sus negras pupilas estaba dilatadas y una mirada penetrante fija en cada movimiento que daba; su boca era pequeña y sus labios del mismo color que el sello de su carta; su nariz era menuda y respingada; la forma de su cara era ovalada pero muy fina, como la tienen las muñecas japonesas, por ultimo su cabello era lacio del color del crepúsculo en verano, apenas y llegaba al tercio de su espalda; todo esto sostenido por un largo cuello del color de la nieve cuando se mezcla con alguna gotas de sangre, así era el color de su toda su piel, así era ella, tan hermosa, tan atrayente y con voz tan dulce y melodiosa al decir: “hola…”.

“hola…”- dijo ella, se notaba una pizca de embarazosa sensación en esa sola palabra, bajo la cabeza y luego me miro nuevamente, estaba totalmente sonrojada, sus pálidas mejillas tomaban mas color; y de pronto… no pude reaccionar a lo que sucedió, nuevamente no pude mover ni un músculo, este ser, que era una mezcla de cielo-infierno, abalanzo sobre mi su delicada constitución y posó en mis labios un tímido pero decidido ósculo que causo en mi interior una sensación que nunca había conocido ni conoceré en otra mujer.

Todo era en extremo perfecto, me deje llevar y me sumergí, como un cordero que va hacía el degüello, en sus encantos, todo era bueno, todo era excelso, todos si… pero repentinamente empecé a sentir un ligero sabor a sangre fresca que cada vez fue aumentando hasta que podía ver al sangre saliendo por los orificios entre nuestras bocas, fue allí cuando me di cuenta de que ella no era humana, la empuje con violencia lejos de mi, calló estrepitosamente sentada a tierra, yo retrocedí unos metros y le exigí respuestas.

“lo lamento”-se excuso-“me deje llevar un poco por mis apasionados sentimientos y apreté demasiado hasta el punto de desangrar un poco tu boca”-concluyó

“¿Que eres?”-pregunté un poco asustado

“Soy… soy… ¡soy una vástago!”- respondió

El Autor de este relato fué Louis , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=13070&cat=terror (ahora offline)

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Saludos a todos, os voy a contar algo que sucedió hace un tiempo, espero que os guste y si no, bueno es cuestión de cada uno.

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2025-02-08

 

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