Relatos cortos terror vampiros Despierta

 

 

 

- “Andrés, tienes que dejarlo, lo uno o lo otro”. Era lo que mi mente no dejaba de repetirse una y otra vez intentando un primitivo pero a la vez útil lavado de cerebro, mientras que Marta – la secretaria de la empresa – me traía los nuevos informes que esperaban ser rellenados, cuñados, firmados y clasificados por orden alfabético en mi viejo fichero.

Yo lo reconozco, mi relación con Silvia – mi pareja - no funcionaba; yo la quiero, pero... no se... cuando llego a casa no tengo ganas de besos ni “arrumacos”; al principio el sexo con ella era fantástico, con un millón de ideas a cual de ellas más disparatada y erótica, pero eso cambió a los dos meses de irnos a vivir juntos a su apartamento. Ahora la relación era muy monótona limitándonos a hacer el amor una o dos veces a la semana y muy rápido, sin apenas roces ni besos, simplemente un “metesaca” y bastante rápido por cierto... ¿Culpable? Creo que puedo acertar cual era con 99% de acierto...mi trabajo. Media vida esforzándome para sacar las mejores notas, ser el primero en todo y sacar mi título universitario y ahora eso me estaba jodiendo mi vida sentimental. Tenía que elegir, o mi trabajo o mi pareja.

 

Esa misma tarde decidí cogerla libre para tomar algo de tiempo para mi y tomar una decisión en unas horas que quizá me costara el bienestar de toda una vida. Fui al quiosco a comprar el periódico, me senté en una terraza de un bar de mi barrio y pedí un Cappuchino decidido a leer el periódico mientras lo tomaba. Fue entonces donde se escribiría un nuevo capítulo en el libro del destino. Escuche una voz femenina decir algo pero no presté atención; al cabo de unos segundos pude notar esa misma voz algo más fuerte sobre mi lado derecho. Cuando me giré vi una chica de pie junto a mí:

- “Perdona, me dejas ver la cartelera?” – Me dijo.

- “Claro, toma” – Contesté.

Aquella chica había hecho en mí algo que ninguna otra mujer había hecho sentir. Ella tenia el pelo rubio con una inocente melena, ni alta ni bajita, ni flaca ni gorda, y una cara que emanaba un pequeño descaro y que me engañó pensando que lo que en ese momento sentí era un flechazo, pero flechazo no era precisamente la palabra exacta.

La chica se sentó en mi misma mesa e iniciamos una pequeña conversación, realmente no se lo que buscaba de ella ¿ligármela? No, no creo, soy de esas personas totalmente incapaces de ser infiel, pienso que es la peor canallada que se le puede hacer a una persona, e incluso si la relación no funciona o es tan trágica y penosa como la mía. Pero pese a toda esa traba de puritanismos mis ojos no podían dejar de mirar de reojo a esos preciosos y carnosos muslos que mostraba su preciosa minifalda.

- “Te gusta el cine?” – le pregunté.

- “Me encanta e incluso puedo decir que vivo de él”. –Interiormente esta contestación de ella no me interesó mucho, pero algo me decía que tenia que seguir dándole coba e intentar llegar a algún fin ¿cuál? Esa misma pregunta era la que yo mismo me hacía y me asustaba a la vez. Esa misma sensación que sentía era la que tenia cuando era adolescente y me acercaba a la chica que me gustaba hablándole de algo que quizá yo odiaba pero a ella le gustaba ... ¿qué estoy haciendo? ¿estoy coqueteando, flirteando, que hago?

- “A que te dedicas?” – pese a todo tenia que seguir haciéndole preguntas sin siquiera saber cual era la intención. Sabia que ella esperaba esta pregunta para poder iniciar la conversación más formalmente o sino... por que me contestó de manera tan intrigante?

 

- “Soy escritora”.

- “¿Enserio?” – Me interesé – “¿Escribes novelas de amor o terror?”

- “Ja ja, nooooooo” – rió de manera picaresca – “novela erótica”.

- “Ah, vaya” – Me quede cortado...

- “Has leido ‘Un plátano a medio comer’ o ‘El despertar erótico de Melisa’?

- “No, no suelo leer mucho” – le contesté mientras que intentaba disimular el “corte” que me dio.

- “Pues son mias, son mis dos últimas novelas”. Decia ella sin avergonzarse ni lo más mínimo.

Para ella parecía algo normal, algo de la vida cotidiana; para mí era algo vergonzoso. Su osadía, descaro, y picardía hacia que lo que sentía en mi interior fuera cada vez más y más fuerte. Fue entonces cuando empecé a notar esa sensación que tenia en el colegio cuando me gustaba una chica.

- “No suelo leer mucho por que no tengo tiempo” – BRAVO!!!, veintiún años de estudios para ahora dar la excusa más utilizada por los españoles para justificar su poco “amor” a los libros. Intenté remediar mi mala excusa con una frase que no me traería más que quebraderos de cabeza:

- “Creo que dentro de poco tendré mucho más tiempo para leer, te prometo que en cuanto pueda leeré una de tus novelas” – pude contestar rápidamente.

- “Oye, me has caído bien” – me dijo ella – “me dejas hacerte algo?”

Mi cara fue de extrañeza, por una parte aquello me resulto cómico por su “doble intención”, pero por otro lado ¿qué me quería hacer una desconocida? Se supone que la única voz que yo escuche fue la de mi mismo sentido común, pero aquella frase me produjo calor...JODER ¿a quien quiero engañar? Aquello me excitó, mi ego pedía a gritos tener algún contacto físico con ella pero mi consciente no me permitía engañar a mi novia.

“Me gustaría regalarte uno de mis libros”.

“Buff....” . - suspiré por dentro.

“Tengo uno en casa, ven y te lo regalo; yo vivo ahí mismo...luego si quieres podemos quedar y me das tu opinión”.

Me detuve un momento a pensar, mi cabeza no dejaba de pensar en Silvia, pero mi cuerpo me pedía a gritos que me fuera con ella; era una sensación indescriptible, una especie de magnetismo físico que me atraía hacia ella y que no me dejaba pensar con claridad en mi novia.

“Vale, tengo curiosidad por leer una de tus novelas”. ¿Curiosidad? Lo que tenía era un calentón de mucho cuidado; la palabra de antes no era “flechazo” sino excitación..SOLO VERLE LA CARA ME EXCITABA MÁS QUE VER DESNUDA A SILVIA.

“Por cierto, me llamo Melisa” – Dijo repentinamente.

“Yo Andrés, encantado...” – aquella extraña fuerza me empujaba a darle un beso como presentación, pero eso no tenía ningún sentido cuando ya llevábamos un buen rato conversando.

Cuando llegamos a su piso –fuimos a pie, pues apenas habían 200 metros desde el bar hasta su casa-

Mi corazón empezó a latir igual que lo hizo cuando mi primera vez. Ella se fue directamente a la estantería y cogió uno de sus libros, fue entonces cuando tuve que esconder mis manos para que no las viera temblar al ofrecerme ella leer uno de sus relatos cortos los dos juntos. Lo siento por Silvia, pero no me pude negar, mi cuerpo me lo pedía a gritos.

 

Nos sentamos en el sofá, apago las luces y encendió una vela y algo de incienso para crear ambiente, y así empezamos a leer los dos juntos. Su novela trataba de una joven que se enamora de el novio de su mejor amiga y sin mediar palabra los dos se lo montan en unas duchas públicas de un gimnasio, describía perfectamente cualquier detalle y hacía que mi excitación fuera cada vez mayor. Mientras leía pude notar que ella me miraba de reojo el paquete. Tenia la pinga totalmente empalmada, pero no me corté ni un pelo, mi sorpresa fue que ella al verme con semejante bulto en la entrepierna...se ofreció a leerme la novela en voz alta para mí. Teresa –la protagonista de su novela – estaba muy excitada y poco a poco iba acercándose a Alberto – el chaval – y que rozaba su muslo desnudo contra el del chico. Fue entonces cuando empecé a notar una caricia por mi muslo al mirar casi me da algo al ver que era Melisa la que había puesto su muslo encima del mío y empezaba a moverlo muy suavemente, quedando ella algo inclinada y con las piernas separadas y en alza. Yo no le dije nada, pero ella no se conformó con esto, repetía conmigo todo lo que Teresa hacía para excitar a Alberto. Imagínate...resistí lo del muslo – con mucho esfuerzo -, aguanté que se subiera dos dedos la minifalda – de milagro – e incluso pude disimular que se desabrochara dos botones de su camisa mostrando parte de su generoso pecho – ni siquiera yo se como, pero cuando Teresa empezó a acariciar los testículos de Alberto, yo no esperé a que ella hiciera lo mismo, simplemente le cogí la mano y se la pasé por encima de mi pene. Creo que conectamos porque ella se hecho encima de mi en mitad de sofá, empecé a besarla, pero poco a poco la cosa iba a mayores; mi lengua se deslizaba por sus sedosos labios mientras que cada cuatro pasadas le metía la lengua en la boca para que se mezclara con la de ella en una especie de orgía animal con un ritmo descompasado. No sabia aún que le gustaba a ella en la cama, nos acabábamos de conocer , pero me daba la impresión de que ella me enseñaría. Sus dos manos fueron a parar en mi pecho, he de reconocer que no soy uno de esos cachas esculturales que aparecen en los anuncios de la tele anunciando máquinas milagrosas para hacer músculo, pero he de decir que tengo mi atractivo. No le importó tener que romper uno de los botones de mi camisa para poder quitármela, y justo cuando yo le terminé de desabrochar su blusa, se me pasó algo por la cabeza que no parecía propio de mí. Dí un sobresalto y cogí a Marisa, le quité la blusa y la subí en lo alto de la mesa del comedor para dejarla allí tumbada mientras rompía a tiras sus preciosas braguitas blancas dejando su sexo al descubierto mientras esperaba ser penetrado. Ella hizo amago de ir a quitarse el sujetador, pero no se lo permití y se lo quite con la misma violencia con la que su coñito fue desnudado. Mire su cara, parecía asustada, miraba su cuerpo mientras mantenía la boca abierta, era como si no supiera lo que le iba a pasar, pero a la vez lo imaginaba y lo deseaba. Así que rápidamente me quite los pantalones y mientras ella lacia tumbada en la mesa con mis manos sujetando sus muñecas a la altura de su cabeza, la penetraba tan profundamente que no parecía que tuviera fondo; mientras lo hacia me deleitaba con su moreno cuerpo y sus preciosos pezones, totalmente erectos por la excitación. Mi torso se inclinó sobre el de ella y comencé a pasar mi lengua por sus suaves y amplias aureolas que por su color y anchura tanto me excitaban. Relatos Gay Eroticos

 

A cada golpe de polla ella gritaba y gemía cada vez más mientras que sus dedos se iban arqueando por la excitación y sus dos pechos describían una órbita circular sobre ellos mismos, parecía tan tensa que iba a estallar. Mis testículos golpeaban violentamente la parte inferior de su vagina dándonos a los dos más excitación. Noté algo en el interior de mi pene, algo que se movía, estaba apunto de correrme, pero no quise salirme, ella también estaba al punto del orgasmo, sus piernas se habían convertido en pinzas y me rodeaban por detrás. No lo pude soportar y sus gritos solo hacían que me excitara cada vez más y más. De repente note como un chorro de semen salía disparado hacia su interior, ella también lo notó, pero no permitió que me apartara y continuó su movimiento dispuesta a dejarme sin una gota. Debió de ser por el orgasmo que le pedí que me contara una historia erótica de cabeza, esperando que ella se apartara por que la “cosa” había terminado.

Marisa se hecho hacía mí, con sus piernas me hizo una llave y me tiró al suelo violentamente...y empezó a contarme su relato a medida que ella hacia lo mismo que la protagonista, al igual que había hecho anteriormente emulando el personaje de Teresa:

-“Marisa, tras tirar bruscamente a su amiguito al suelo y ella totalmente desnuda se sentó encima de él. Su cuerpo empezó a mecerse como si estuviera cabalgando a lomos de un poderoso y fuerte caballo y que sólo ella sabía hacia donde se dirigían.. Justo cuando él estaba gimiendo por la excitación e incluso parecía delirar, ella se incorporó y mediante un rápido y grácil gesto apoyó su barbilla en el pecho del muchacho y empezó a deslizarse con ella, pasaba sus sedosos labios desde el pecho hacía el abdomen, se detuvo ahí durante 2 segundos y continuo su viaje hasta la base del pene, una vez allí y con una habilidad sublime se introdujo su enorme polla en la boca sin usar las manos...”.

Mis gemidos eran cada vez más y más fuertes sin que a ella le aparentara importarle mientras que se comía 19cm de polla y justo cuando yo iba a explotar...continuó su relato:

- “Ella era una chica con unos grandes pechos naturales, le encantaba jugar con ellos para excitar a los hombres. Cuando tenían algún ‘amiguíto’ con ella los usaba para masturbarlos con una paja cubana, apretando entre ellos el miembro del tio”. – Empecé a notar mi polla entre sus tetas. Esa sensación...hay que ser hombre para entenderla...notas que tienes la parte más sensible de tu cuerpo entre dos “montañas” de carne semiblandita y que de ellas emana un agradable calor. Le pedí que continuara con su historia real:

- “Ella volvió a montar sobre su caballo, mientras su amante apretaba con las manos contra sus pechos y disfrutaba del tacto que sus erectos pezones dejaban sobre las palma de su mano, mientras que Marisa levantaba los brazos para que su jamelgo tuviera a su total disponibilidad los pechos de su amante. Marisa disfrutaba con la dureza del miembro mientas que Luís – su amante –pensaba que no se había puesto el preservativo, pero que no le importaba pues por un polvo así merecía la pena morir aunque fuera de enfermedad venérea. Ella disfrutaba, gemía y apenas podía continuar hablando por la excitación de notar aquellos casi 20 cm del duro órgano que se movía en su interior provocándole una explosión de placer. Por otro lado la perversión de ver a su amante tirado en el suelo, sudando, casi sin poder menearse, le producía una retorcida satisfacción, como la satisfacción que sintió David al derrotar a Goliath o la satisfacción que siente un domador al amaestrar una fiera criatura que antes estaba dispuesta a devorarle. Esa misma satisfacción era la que sentía Marisa al ver a un hombre tirado bajo ella, a sus pies, sudando, cansado y casi inmóvil, dispuesto a obedecer en todo lo que ella mandase sin ningún tipo de réplica, Marisa había domado a su fiera prácticamente sin esfuerzo, y ahora él estaba a sus pies...para siempre...”.

Entonces yo también recorde que no me había puesto el preservativo, pero que Luís – el personaje de Marisa – tenía razón...merecía la pena morir por un polvo así. Una sensación de “llenado” tuvo cabida en el interior de mí, era otra eyaculación; no lo pude evitar y volví a correrme en su interior, y ella también lo notó, sobre todo al ver que expulsé tanto semen que incluso se salía de su vagina.

Una fuerte voz empezó a llegarme no se de donde hacía mis oídos y empecé a sentir una gran ansiedad seguida de un fuerte golpe en el corazón...ese fue el momento en el que me desperté:

- “Andrés, anda levanta, vas a llegar tarde para presentar la novela” – Dijo mi mujer.

- “Tranquila Marisa, ya voy...” – exclamé – .

- “Estas sudando ¿que soñabas? ¿Tenías una pesadilla?”.

- “No. Recordaba el día en que te conocí”.

El Autor de este relato fué Chackrass , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6201 (ahora offline)

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- “Andrés, tienes que dejarlo, lo uno o lo otro”. Era lo que mi mente no dejaba de repetirse una y otra vez intentando un primitivo pero a la vez útil lava

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2024-09-16

 

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