Hola, soy yo, Álvaro Agraz, escritor de El Cristal Azul y la fallida Hielo y Nieve. Quiqro dedicar esta historia a Luna, Cesar y Drakop. Por favor, si vas a leerla, te pido atentamente que dejes tu comentario, porque casi nunca me dejan comentarios, y yo quiero saber que les parece la historia. Si no tegusta, no me molesta, pero, por favor, hazmelo saber.
En fin, ¡POR FAVOR DISFRUTA EL RELATO!
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El joven Mago olfateó el aire, atento, mientras esperaba a su anfitrión. Era apenas un muchacho de catorce años, quizá quince, por lo que su sentido del olfato hacia lo sobrenatural aún no estaba bien desarrollado, pero si lo suficiente como para captar cualquier poder tenebroso que lo amenazara... ó al menos eso esperaba. Este jovencito de la raza mágica se llama Egan, de los magos de la noble y mística Ciudad de Calann. Para su corta edad, podríamos decir que el jovencito está bien desarrollado, pues su cuerpo, aunque delgado, tiene músculos pequeños pero bien marcados y adecuadamente formados, señal de que será musculoso algún día. Su piel era pálida como la nieve y su rostro, nórdico y altivo, era enmarcado por su cabello rubio platinado largo hasta los hombros; sus ojos marinos relucían de la magia que corría por sus venas. Vestía una túnica sin mangas hecha en seda color zafiro, con muchos bordados de oro que representaban runas ancestrales que, a veces. le ayudaban en sus hechizos. En el desnudo hombro derecho, llevaba un tatuaje circular con símbolos místicos: un Círculo Mágico. Egan lo miró, con una sonrisa nostálgica. Era ese tauaje lo que primero que nada lo había inspirado a realizar el penoso y largo viaje que acababa de llevar a cabo, lejos de su ciudad y su familia, lejos incluso de su propio continente, atravesando océanos y montañas, en busca de la respuesta a la imposible pregunta que lo atormentaba.
Por eso, en contra de todos los consejos, había viajado hasta la Ciudad de los Alquimistas, en busca de una sola respuesta a una pregunta que nadie había podido contestar, ni siquiera los divinos Oráculos del lejano Sur, pero cuya respuesta él deseaba a toda costa, pues el día sería noche sin estrellas ante sus ojos, en tanto no obtuviera la respuesta al Enigma de los Siglos. El milenario enigma de los Círculos del Universo... ¿Cuál es la diferencia entre un Círculo Mágico y un Círculo de Transmutación alquímica? Y, por ende, ¿Cuál es la verdadera diferencia entre la Magia y la Alquimia?
Así, luego de más de siete meses de viajes fatigosos e indecibles penurias, Egan había llegado a la legendaria Ciudad de los Alquimistas, en donde, por ser él un Mago, los Alquimistas lo habían despreciado desde el principio, como si fuera algo repugnante que se hubiera revolcado en estiércol de Dragón. Pasaron las semanas, pero nadie se apaidaba de él, nadie quería decirle la respuesta del Enigma...
Hasta que, ún día, Dante se apiadó de él. Si, Dante, aquella poderosa Alquimista que vivía los siglos como si fueran segundos, investigando los misterios del Universo encerrada en sus aposentos del Mausoleo de Daúd. Dante, la única descubridora viva de el Elíxir de Sangre: la Piedra Filosofal. Ahora bien, Dante casi nunca salía de su Mausoleo, en donde veneraba los sarcófagos de oro y plata en los que reposaban sus antepasados, pero a sus oídos llegaron rumores sobre el joven mago y su misteriosa pregunta, y Dante, afirmando tener la respuesta, lo llevó al Palacio de la reina, donde exigió que lo bañaran y alimentaran y, lavando sus ropas, lo condujeran después al Mausoleo, ante su precensia. Y así se hizo, y Egan fue llevado al impresionante edificio donde Dante moraba, todo hecho en mármol y maderas preciosas, pero al que todos temían pues, a pesar de su magnificencia, el Mausoleo era eso, un cementerio, y las casa de los muertos no son lugar para los vivos.
Pero a Egan no le importaba, Nada le importaba ya, más que descubrir la solución del enigma: ¿Cuál es la diferencia entre un Círculo Mágico y un Círculo de Transmutación? ¿Qué diferencia hay entre la Magia y la Alquimia?
Por fin, tras lo que le parecieron siglos y siglos de espera, Dante apareció. La Alquimista se quitó la capucha de su hermoso vestido de oro, revelando su bello rostro, blanco como el mármol, con ojos color rubí, pero su kilométrico cabello era plateado. Su esbelto cuerpo era tan sensual, aún con toda aquella ropa encima, que el muchacho se quedó sin habla, ante lo que Dante quedó complacida, pues serviría a sus propósitos. Por señas, la Alquimista le indicó que la siguiera, y lo condujo a través de sus pasillos de piedra hasta su amplio dormitorio, el cual estaba lleno de muchas estatuas, donde se sentó en la cama de sedas y maderas y holanes, y le habló diciendo:
- Conozco la respuesta a tu pregunta- dijo, y se detuvo un momento. Egan contuvo la respiración hasta que Dante continuó-, si, tu tan extraña pregunta, la pregunta de todos los siglos. ¿Cuál es la diferencia entre un Círculo de Transmutación y un Círculo Mágico? ¿Que diferencia existe entre la Magia y la Alquimia? Pero no te responderé tan fácil... debes de saber que cobro un precio por ello...
- Si, por supuesto, lo comprendo- dijo Egan emocionado-. pero no me importa. ¡Por favor, dígame la respuesta! ¡Pagaré lo que sea!
- El pago es por adelantado- dijo Dante.
- ¡Como usted quiera!- exclamó Egan, que estaba dispuesto a todo por conocer la verdad-. Solo diga su precio, oh, poderosa Alquimista, y se lo concederé, sea lo que sea que me pida.
Dante sonrió- ¿Sea lo que sea?- preguntó con malicia.
- ¡¡¡CUALQUIER COSA!!!- aseguró Egan.
Dante sonrió, complacida y exitada, pues iba a cobrarse su pago. Lentamente, ante los impresionados ojos del jovencito, la Alquimista se quitó el vestido, dejando ver su magnífico cuerpo de mujer. Egan, que tenía catorce años (ó tal vez quince) y nunca había visto a una mujer, no pudo reprimir un grito sordo de sorpresa... y nerviosismo.
- Este es mi trato- le dijo Dante, desabrochándole la pechera de la túnica-, hace mil años que no estoy con un hombre, así que aunque seas demasiado joven me vas a hacer el amor, vas a hacerme el amor todas las veces que quiera, y al final, si ya no quiero más, te diré la respuesta...
Egan asintió, asustado. En realidad no era algo que deseara hacer, por lo menos no lo deseaba al cien por ciento, pero, a pesar de sus buenas intenciones y su juventud, no dejaba de ser un hombre y, lo que es peor, un adolescente además. Su cuerpo le pedía cosas... ¡y, además, deseaba tanto conocer la respuesta!
El acto sexual fue fogoso, lo mismo que el siguiente, y el siguiente, y el siguiente y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y el siguiente y... Bueno, ya entenderán. Llegó el momento en el que Descocada sexy de porquería, alias Dante la Alquimista, le reveló el secreto:
Un Círculo Mágico es un Portal al Mundo de lo Sobrenatural, que permite invocar a los poderes y los espíritus, pero un Círculo de Transmutación era un catalizador de la Materia, y aceleraba la transmutación alquímica de esta. Y, por su´puesto, amboa Círculos seguían la Ley del Intercambio Equivalente de la Unión de los Contrarios.
Juntos, los Círculos del Universo se convinaban PODEROSAMENTE, y creaban el Elíxir supremo... la Piedra Filosofal.
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El Autor de este relato fué %C1lvaro Agraz , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=10979&cat=craneo (ahora offline)
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2025-03-17
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