La colilla de cigarrillo seguía en el suelo cual atento espectador ante un fabuloso espectáculo, mientras que tú solo mirabas los ojos de Estella y, con un rostro que expresaba la sola idea de que el mundo se fuese a acabar minutos después, te paraste sin dejar de bañarla con esa mirada que habías acostumbrado a darle mucho tiempo atrás y le dijiste: “Lo que tengas que decir dilo ahora, porque tengo un importantísimo examen que... –“iba a tener un hijo tuyo, Ricardo”, te interrumpió.
Durante los siguientes segundos, Ricardo solo escuchaba una y otra vez la misma frase en su mente hasta que fue interrumpido por la continuidad de las palabras de Estella: -Por eso me fui, por eso desaparecí, no quería que lo supieras porque sabía tu punto de vista y sabía qué me ibas a pedir; pero yo lo quería y creía estar preparada. Sin embargo, lo perdí y toda mi ilusión se fue con esa vida. Perdóname, perdóname por no decírtelo antes, perdóname por decírtelo ahora-.
Se te acabaron las palabras, -¿o te quedaste sin aire?-; no tenías idea por lo que había pasado esa muchacha, aunque podías vagamente imaginarlo o, al menos, esa es la impresión que dabas con el repentino cambio a pálido de tu cara. De pronto te enteraste que no sólo ibas a tener un hijo, sino que Estella lo había perdido. Pero tu vida había sido la misma y tus preocupaciones totalmente ajenas al asunto durante medio año. Juegos, Tecnologia e Internet
Pero el caballero de las mil caras seguía atónito, y no reaccionó sino hasta que vio salir la primera lagrima –de muchas aquella tarde- y, probable y tontamente creyendo que secarla aliviaría en algo el sufrimiento de Estella en ese momento y durante los últimos meses –no tienes idea, muchacho-, se acercó lentamente para abrazarla y vanamente decir “tranquila preciosa, todo estará bien ahora”.
A veces un minuto puede durar una eternidad, pero jamás creíste en “semejante pendejada”, como lo llamabas tú, hasta ese momento en el que tus brazos encontraron la espalda de tu alguna vez amada, -tranquila-.
Al día siguiente ya estabas de vacaciones; otra vez sentado en la misma banca, en el mismo parque, fumando un cigarrillo mientras mirabas la colilla del cigarrillo del día anterior; nadie la había movido un solo centímetro, ni siquiera el viento. Pero seguías pensando en toda la historia de la tarde última, y más aún en el tan inesperado desenlace luego del –no lo llamemos último- abrazo con Estella.
El Autor de este relato fué Pappo Texaco , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=6135&cat=craneo (ahora offline)
Relatos cortos ficcion Ciencia Ficción Dentro del dilema.
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2024-09-14
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