Esta es la historia de un tipo con un nivel de fortuna más bien nulo. Materialmente estaba muy satisfecho, pero no espiritualmente. Se sentía muy triste y no podía soportar el peso que le suponía su monótona vida. Qué podía hacer? Nada, salvo esperar como un idiota a que algo cambiase.
Decidió mantener su mente ocupada en menesteres de todo tipo; estudiar, beber, fumar, dormir, mirar pelis, o practicar deporte. Pero, por desgracia, todo seguía siendo triste, solo que esta vez bajo un umbral de estrés acumulado. Para más Inri, se sentía solo, ya que las vicisitudes de la vida le hicieron muy desgraciado. Aunque este tipo no era malvado, sí de fuerte carácter, y ello le hacía una persona difícil de tratar. La causa de ello era que había perdido la fe en la humanidad.
Un día, dicho tipo decidió pasear por un bosque, hasta encontrar un árbol gigante (un baobab), del cual se decía que era tremendamente viejo y sabio, y que contestaba a muchos interrogantes propuestos por gente sin esperanza. Cuando nuestro protagonista encontró el árbol, se le acercó y le dijo;
Por qué la gente malvada tiene muchas veces suerte, y la gente honrada sufre?
-Pequeño- respondió el árbol- las personas están hechas de diferentes materias. Hay humanos con un espíritu de cristal. éstos son tan frágiles, que muy pronto se derriban a la minima desdicha o malos tratos recibidos por un semejante. Después, puedes encontrar seres con un alma de madera. Son fuertes y resisten bien los reverses de la vida al principio, pero terminan pudriéndose y cayendo. También hay tipos de piedra. Estos son durísimos, irrompibles, pero también punzantes, y no reciben ni lo malo ni lo bueno de las otras personas, por lo que viven eternamente amargados.
-CUál es el tipo de materia ideal, entonces?-preguntó nuestro paseante.
-Aún falta un tipo de alma. La de metal. A este alma no solo le resbala el dolor que reciba, sino que le rebota suavemente, y lo refleja frente a quien se lo causa, igual que las cosas buenas que reciba.
Pero debes saber-siguió el baobab-que no todos tienen el mismo material en su alma eternamente. Según el estado anémico en cada situación, aunque hay muchos otros seres humanos que mantienen el mismo material de su alma para siempre, o hasta que renazcan en otra vida.
La respuesta del baobab resultó impresionante. Pero el tipo que le preguntó seguía sufriendo en su interior.
-Por qué estoy tan triste, árbol?
-Acaso me corresponde a mí responder sobre tus problemas? No sabes reconocerlos tú mismo? Tu pena sólo está en tu mente, y eres tú quien hace una montaña de un grano de arena. Debes aprender no a olvidar, sino a dar menos importancia a tus desgracias y marquarte otras metas...como las de ayudar realmente a quienes te rodean. Olvida...
El tipo, intrigado con esas respuestas, marchó del parque donde habló con el baobab. Mientras reflexionaba sobre cambiar para bien, no vió un autobús uqe circulaba a gran velocidad, y pronto vislumbró la última imagen antes de sumirse en la oscuridad; el cielo.
Esta persona perdió la vida justo cuando comprendió por qué no dabía vivir amargado. Se le pasó el tiempo. En vez de vivir sufriendo y amargándonos, u odiando a los demás , deberíamos aprender de las buenas costumbres de nuestros semejantes, y no quedarnos con las malas acciones de éstos. Solo así lograrán las personas vivir en armonía...con un alma de metal, tal como dijo el sabio baobab.
El Autor de este relato fué Shell , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=7475&cat=craneo (ahora offline)
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2020-04-20
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